EL MURO DE LA FRATERNIDAD
El muro de la fraternidad está hecho con piedras
desiguales.
Cada Piedra tiene su historia.
Las redondas
provienen de los ríos.
Ellas rodaron
durante muchos años
en el seno de
las corrientes sonoras.
Otras fueron
cantos rodados,
bajando por las
pendientes de las montañas.
Algunas fueron
extraídas expresamente
de las canteras
ardientes.
Todas ellas son tan diferentes por sus orígenes,
historia y
formas, de la misma manera
que los miembros
de una comunidad,
familia, pareja,
vienen de diversos hogares,
latitudes,
continentes, con sus historias inéditas
y personalidades
únicas.
Todas las piedras tuvieron que adoptar
posiciones
apropiadas para ajustarse
a las formas,
tan diferentes, de las demás piedras.
Se hizo un
esfuerzo sostenido de adaptación.
Muchas de ellas
recibieron golpes
y perdieron
ángulos de personalidad
para poder
ajustarse mejor.
Todas se apoyan mutuamente.
Unas sostienen a
las otras.
Las grandes
reciben
gran parte de la
presión del muro.
Cada una respeta la forma de la otra.
Para levantarse
el muro se necesitó de mucho amor,
porque sólo el
que ama mucho es capaz
de dar la vida,
de esforzarse en renunciar
a lo que estorba
y lastima a los demás.
No fue tarea fácil.
Un muro de cal y
canto se levanta con facilidad,
Suben también
rápidamente las paredes
construidas con
piedras cuadradas
o bloques de
cemento.
Pero para
construir un muro sólido
con piedras tan
dispares
se necesito de
una ardiente paciencia
y de una
esperanza inquebrantable.
A pesar de todo,
si el Señor no
hubiera estado con nosotros,
de nada hubiera
servido el esfuerzo de los albañiles.
He aquí la historia de una fraternidad
Los que pasan
por delante de nuestra edificación
se alejan repitiendo:
Esta es obra del
Señor.
Remitido por Hilda