El error más grande lo cometemos cuando, por temor a equivocarnos, nos equivocamos dejando de arriesgarnos en nuestro camino.
No se equivoca el río cuando, al encontrar una montaña en su camino, retrocede para seguir avanzando hacia el mar; se equivoca el agua que, por temor de equivocarse, se estanca y se pudre en la laguna.
No se equivoca la semilla cuando muere en el surco para hacerse planta; se equivoca la que por no morir bajo la tierra renuncia a la vida.
No se equivoca el niño que gatea porque quiere caminar; se equivoca el que por temor de equivocarse no gatea y no aprende a caminar.
No se equivoca el hombre que ensaya por distintos caminos para alcanzar su meta; se equivoca el que por temor de equivocarse no camina.
No se equivoca el hombre que busca la verdad y no la encuentra; se equivoca el que por temor de errar deja de buscarla.
No se equivoca el hombre que pierde su vida por jugarla en serio; se equivoca el que por temor de perderla, la pierde en vano sin jugarse nunca.
No se equivoca el pájaro que ensaya el primer vuelo y cae al suelo; se equivoca el que por temor de caerse renuncia a volar y no abandona el nido.
Creo que al final del camino el premio no será por lo encontrado, sino por haber buscado honestamente; y el castigo no será por lo no encontrado, sino por no haber buscado.
(Remitido por Piera)