Portadores de paz: testimonio de una joven

Fácilmente te desvías y más cuando en tu interior te encuentras en una batalla campal de saber qué quieres verdaderamente, y entonces llega la adolescencia, que para muchos es un periodo de conocer e investigar qué hay más allá y qué es prohibido. Ahí decido que deseo entender por qué los adultos se oponen a ciertos comentarios relacionados a «tener la mente abierta». Cuando escuchaba «¡no digas eso!», me cuestionaba por días: «¿Es acaso prohibido el sexo?» Me ocupé de leer e investigar hasta llegar a saber si verdaderamente lo era. Comprendí que debías mantenerte virgen para tu esposo pero, estando coartada de la confianza de mi familia, decidí investigar en la calle.

En ese tiempo todas las de mi edad estaban viviendo sus experiencias y yo me decía «¡ah, pues yo soy la excepción!», hasta culminar a los 21 con un descorazonado que «por amor», supuestamente, me quitó la venda de los ojos. Todo aquello se convirtió en asqueante para mí y confuso. Después de haber tenido uno que otro noviazgo cada vez me sentía más sucia y no merecedora de nada.

Mas después conocí a mi buen Jesús, que me dice que no importa el pasado, que es totalmente diferente el vivir en Él, y yo decidí que no volvería a estar de esa manera tan asqueante con ningún hombre hasta tanto mi Jesús no me diga qué será de mí.

Pero en el va y ven de la vida he podido comprobar que todo aquel tiempo no fue más que una experiencia que necesitaba vivir. Y comprendí que podría ayudar a la humanidad de otra manera. Por eso cada día procuro gritarle a los sordos, ciegos e imposibilitados de saber que Jesús no está muerto, que está vivo y que vive en cada uno de nosotros cada día y en cada momento. Y así le cuento a la gente cómo lo conocí y que es cierto lo que afirmo y que por qué no vienen a tomar de su agua viva y disfrutar de su río de agua viva hasta el final de los días.

Yo creo que es importante cimentar la unión con cada ser humano: solidarizar con ese que está al lado tuyo, y vivir cada día como si fuera el último, pues aquí estamos «prestados».

Entre tanto materialismo e intereses, es mejor ser portadores de unión, paz, armonía, solidaridad, y ser embajadores del amor de Jesús en cada uno de los lugares donde estemos. Es importante saber que con nuestro Jesús podemos romper las barreras
de la incomprensión y obtener el amor eterno.

Espero que sean de su agrado estas palabras. Pido todos los días por la unión y la paz de las familias del mundo...

Su amiga, A.

Espero que el Señor les bendiga siempre y el Espíritu Santo los llene de vida y aliente sus esperanzas.

 

 

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