Testimonio:
¡Dios salvó a mi pequeña Laura!
El sábado 26 por la tarde, sentí la imperiosa necesidad de
contarles algo que tenía muy escondido dentro de mi corazón. Fue tan grande la
emoción que sentí al recordarlo, que en mi interior prometí a Jesús que se los
contaría. Pensé en esa frase tan importante del Evangelio: "no debemos
callar lo que hemos visto y oído".
Sucedió hace diez años, cuando mi hija Laura Victoria
tenía tan solo cinco.
Una tarde de invierno al regresar del taller de pintura
sobre tela, mi hija jugando con una amiga, se había golpeado su cara con el
filo de la cama. La encontré cubriendo su naricita con un pañuelo lleno de
sangre; el golpe había sido reciente. Mi esposo estaba tenso y muy preocupado.
La llevé a la clínica, me dieron las órdenes para que le
sacara radiografías y que volviera por la tarde. Para ese entonces mi hijita
casi no reaccionaba de la fiebre alta que tenía.
A mi regreso, uno de los pediatras me dijo que tenía el
tabique quebrado, y que lo mejor era que un otorrino la evaluara. Saqué tuno y
regresé. Era una doctora; le comenté lo del golpe, llevé las radiografías y le
dije de la fiebre. Ella me dijo que el golpe no era grave y que la fiebre era
producto de alguna enfermedad que estaba encubando. Todavía lo recuerdo y se me
llenan los ojos de lágrimas. La doctora no me prestó mucha atención, es como si
estuviera molesta porque yo creía que la fiebre era consecuencia del golpe.
Regresé a casa con mi pobre hija, la recosté y estuvo con
fiebre toda la noche y durante el día siguiente. Yo lloraba tanto que no sabía
que hacer; mi esposo casi no hablaba del miedo y la desesperación. Al anochecer
llegaron a casa dos amigas, una de ellas su madrina. Vieron a Laurita en cama,
con fiebre, sin hablar, como si fuese un trapito.
En ese momento agarré a mi hijita, me senté en un sillón y
a ella sobre mis piernas. Mis amigas y yo pusimos las manos sobre ella y
empezamos a rezar el Padrenuestro... en ese preciso momento brotó sangre de la
nariz, automáticamente la fiebre cesó y entonces lloré de alegría. Dios mío
muchos pensarán que quizás fue una casualidad, pero yo que lo viví creo que
Dios obró con su infinita Misericordia y dio a nuestra hija otra oportunidad.
No soy médica ni entendida en la materia, pero sé que acá únicamente Dios sanó
a mi hija.
¿Porque lo callé tanto tiempo?... quizás Dios quería que
hoy era el momento para contárselo a alguien, y alguien son ustedes. Solo Dios
sabe la emoción que en éstos momentos tengo, él conoce mi corazón agradecido.
El 10 de Enero Laura Victoria cumplió sus 15 años, la
agasajamos con un cumpleaños como ella quiso: sencillo, con sus amigos,
familiares y nuestros mejores amigos. Éramos 50. Ese día la llevé a la Capilla
"Nuestra Señora de Lourdes" y frente a la "Sacristía" le
agradecimos a Dios por el Don de la Vida.
Y este amigos es nuestro testimonio, hoy me doy cuenta de
lo valioso que es, y por supuesto que hay otros. Solo debemos hacer memoria de
todos los sucesos de nuestra vida y seguramente muchas veces Dios obró, nos
acompaño, y a lo mejor no nos dimos cuenta. Era importante para mí, como mamá
dar éste testimonio.
Gracias, espero no haberlos aburrido pero sentí la
necesidad de que ustedes supieran esto.
Hasta siempre,
Miriam.