La prevención del divorcio
ahorra gastos sociales
(ZENIT.org).- Una consecuencia de la reforma
del bienestar de 1996 en Estados Unidos fue encauzar fondos a la educación para
el matrimonio. La reforma tenía un motivo claro: a parte de los costes
personales del divorcio, los matrimonios rotos estaban conduciendo a recortes
cada vez más altos en los gastos sociales.
Seis años después, es normal que esas reformas tengan que ser renovadas, aunque
algunos observadores piensan que el Congreso no tendrá tiempo de afrontar este
tema antes de las elecciones de noviembre, por lo que la situación permanecerá un
año más.
Al mismo tiempo, muchos estados han organizado cursos para consolidar los
matrimonios. En Arizona, 517 parejas han tomado cursos de educación al
matrimonio, informaba el Washington Times el 16 de septiembre.
Hace un par de años, los legisladores de Arizona decidieron gastar un millón
cien mil dólares de los fondos sociales para subvencionar seminarios sobre
matrimonio y publicar un folleto sobre temas relacionados con el matrimonio y
la familia. “La ruptura de un matrimonio, o incluso la existencia de una
matrimonio atormentado por el conflicto y la violencia, es una de las
principales fuente de los problemas sociales. Es hora de actuar en la línea de
la prevención”, afirmaba el representante del Estado, Mark Anderson, uno de los
principales patrocinadores de la legislación.
El estado paga el 85% del coste de las clases de estos cursos para parejas (y
el 100% en el caso de los padres con bajos ingresos). La mayoría de las parejas
entrevistadas por el Washington Times calificaron positivamente estas clases.
Al menos una docena de estados han aprobado o están considerando leyes para
respaldar la educación al matrimonio, informaba el 18 de julio el Christian
Science Monitor. Uno de los programas más ambiciosos es el de Oklahoma.
Oklahoma es conocido por sus sólidos valores religiosos y familiares, con cerca
del 60% de los votantes registrados que asisten regularmente al oficio
religioso, mientras que el porcentaje nacional es de cerca el 40%. Sin embargo,
un tercio de todos los habitantes de Oklahoma se han divorciado al menos una
vez, contra el 21% del resto de la nación.
Investigaciones pasadas sobre las causas de divorcio han demostrado que casi
todas las parejas --las que se divorcian, y las que permanecen unidas-- tienen
más o menos el mismo número de conflictos sobre los mismos temas: hijos,
dinero, sexo, tiempo y otras personas. La gran diferencia estriba en cómo
afrontan las parejas estos desacuerdos.
Así la Marriage Initiative en Oklahoma apunta a enseñar trucos matrimoniales.
Cerca de un millón de dólares se ha gastado hasta ahora con el objetivo de
reducir las tasas de divorcio en un tercio para antes del 2010. Además de los
cursos, las iglesias han acordado instituir un periodo de espera antes de
permitir que las parejas se casen, y ofrecer más asesoría prematrimonial.
Es demasiado pronto para decir si funciona el programa que lleva tres años
funcionando en Oklahoma. Pero el Christian Science Monitor hacía notar que en
Chattanooga, Tennessee, los funcionarios locales acreditan que un programa de
base ha reducido el número de divorcios en más del 20% en los pasados cuatro
años. Otro esfuerzo comenzado por el clero en Modesto, California, ha
contribuido a reducir en un 50% los divorcios en los pasados 15 años.
Las familias monoparentales representan el 58% de todos los casos de asistencia
social; y los hijos de un solo padre tienen cinco veces más de probabilidades
de ser pobres. Por tanto, consideran estas asociaciones la más mínima ayuda
para que estas parejas permanezcan unidas tendrá grandes ventajas.
Los costes de la cohabitación
Junto a los cursos de preparación matrimonial, otros factores también
desempeñan un papel importante a la hora de reducir los divorcios. Un informe
hecho público el pasado julio mostraba que las parejas que viven unidas antes
del matrimonio pueden estar comprometiendo su futuro.
Associated Press informaba el 25 de julio que el National Center for Health
Statistics, una parte del Centers for Disease Control and Prevention, llevó a
cabo una encuesta teniendo en cuenta cerca de 11.000 mujeres. Descubrieron que
a los 30 años, tres de cada cuatro mujeres estaban casadas y la mitad había
vivido con su pareja fuera del matrimonio.
Catherine Cohan, profesora adjunta de desarrollo humano y estudios familiares
en la Universidad estatal de Pennsylvania, explicaba: “Muchas personas empiezan
una relación de cohabitación donde el plan es, ‘si esto no funciona, puede
romperse y no será una gran pérdida porque no tenemos ningún compromiso
legal’”. Pero, observaba, la desventaja es que “el compromiso es débil, y esta
debilidad de compromiso podría persistir después, durante el matrimonio”.
El estudio reveló que el 70% de los que viven juntos por al menos cinco años,
acabaron casándose. Pero es más probable que estos matrimonios se rompan.
Después de 10 años, el 40% de las parejas que han vivido juntas antes del
matrimonio están rotas. En comparación con el 31% de los que no han vivido
juntos antes.
En la otra cara de la moneda, entre los factores que desempeñan un papel
positivo para ayudar a las parejas a permanecer unidas se encuentran la
posibilidad de tener padres que formen una fuerte comunidad y unos sólidos
lazos religiosos, informaba el 12 de agosto el Boston Globe.
W. Bradford Wilcox, autor del estudio publicado por el Journal of Marriage and
Family, observaba que los hombres están más dispuestos a estar en casa a la
hora de comer y a pasar el tiempo con sus hijos si están arropados por la
comunidad local, si pertenecen a una iglesia, o si están bien educados y viven
en una familia unida.
Los padres con lazos religiosos, especialmente los pertenecientes a credos más
conservadores, son calificados con frecuencia por los académicos como
autoritarios, duros y remotos, dice William Doherty, un profesor de ciencia
familiar social en la Universidad de Minnesota. Sin embargo, el estudio
demuestra de hecho que los padres que se identifican a sí mismos como
cristianos evangélicos o católicos se muestran particularmente atentos con sus
hijos, afirmaba Doherty en su comentario sobre el estudio de Wilcox.
La importancia del padre en las familias también ha sido subrayada por un
estudio publicado este mes en el Reino Unido, “Experiments in Living”.
Escrito por Rebecca O’Neill y distribuido por Civitas, grupo independiente de
pensamiento, demuestra que las madres solitarias son más pobres, están más
deprimidas y enferman más que las madres de las familias de dos padres. Y los
padres “no-residenciales” tienen un porcentaje más alto de mortalidad, beben
más, tienen más sexo “inseguro”, y se arriesgan a perder el contacto con sus
hijos, según el comunicado de prensa sobre el estudio hecho el 16 de septiembre
por Civitas.
David Green, director de Civitas, pidió al gobierno británico que diera más
apoyo a la familia.
“Resulta irracional,” dice Green, “que el gobierno pretenda, como el gobierno
de Tony Blair insiste en hacer, que la estructura familiar no es asunto de los
políticos, y que toda estructura familiar sea igualmente aplaudida y apoyada.
Necesitamos ver un cambio de política en el gobierno que favorezca y respalde
el comportamiento más responsable de los padres, en vez de los opuesto, como
ocurre actualmente”.
Debate en curso
El divorcio está siendo debatido en algunos países. En Suiza, los legisladores
votaron este mes abrumadoramente a favor de relajar las leyes del divorcio,
informaba el 17 de septiembre el periódico Le Temps. Por una votación de 131 a
18, los legisladores redujeron de cuatro a dos años el tiempo que deben estar
separadas las parejas antes de poder comenzar los procesos de divorcio.
Y en Chile, el parlamento está discutiendo de nuevo sobre la legalización el
divorcio. En mayo, un comité del senado dio una aprobación preliminar a la
introducción de la legislación del divorcio, recordaba El Mercurio el 12 de
septiembre.
Los legisladores deben decidir ahora entre varias opciones. Una propuesta
dejaría que las parejas eligieran entre casarse o no con la posibilidad de
divorcio. Mientras los legisladores chilenos reflexionan sobre el divorcio,
actuarían muy sabiamente si recordasen el precio que se ha cobrado en otras
partes.