1. La vida sobria, serena y ordenada de un
santo monje.
2. La sensibilidad, ternura y humanidad de un
verdadero poeta.
3. La profundidad, lucidez y poder de síntesis
de un buen filósofo.
4. La capacidad investigativa, la precisión y la
audacia de un científico brillante.
5. El celo, la misericordia y la elocuencia de un
apóstol generoso.
6. La inocencia, el candor y la penitencia de una
virgen consagrada.
7. Los dones, la intuición y las celestes
amistades de un auténtico místico.
8. La experiencia, la erudición y la didáctica
de un sabio profesor.
9. La palabra, el fuego y la presencia de un
profeta elegido.
10. La alabanza, la excelencia y la obediencia
de un Ángel de Dios.
Concédalo, Dios,
para honra de su Santo Nombre; lo suplico por Jesucristo, Nuestro Señor, al
término de mi retiro espiritual de este año 2000.