Kofi
Annan se ha convertido en el primer africano negro que dirige
la ONU. Su gestión se ha caracterizado siempre por seguir un riesgo calculado. Su
talante negociador le ha proporcionado el respaldo de todos
los países. La labor por la paz que ha desarrollado le ha
proporcionado el Premio Nobel de la Paz.
La formación
académica de Kofi Annan es espectacular. Se formó en la Universidad de Ciencia
y Tecnología de Kumasi, en Ghana (país originario de Annan), continuó sus
estudios en el Macalester College de Saint Paul de Estados Unidos;
posteriormente, se trasladó a Europa donde ingresó en el prestigioso Instituto
de Estudios Internacionales de Ginebra para volver más tarde a Estados Unidos.
Kofi Annan entró
en la administración de las Naciones Unidas a principios de la década de los
60. Tras ocupar diversos cargos de responsabilidad y viajar por todo el mundo,
en 1990 el entonces Secretario General de la ONU, Pérez de Cuellar, envió a
Annan a Bagdag. Su misión principal era evitar lo que entonces parecía
inevitable, un conflicto armado, pero también tenía que buscar una salida para
los 900 funcionarios internacionales que se encontraban en territorio iraquí.
Annan no consiguió evitar la guerra pero todos los empleados de las Naciones
Unidas salieron ilesos del país. Además, el enviado de Pérez de Cuellar también
consiguió que la atención internacional se preocupara por la situación del
medio millón de trabajadores asiáticos que residían entre Bagdag y Kuwait y que
se habían convertido en rehenes de guerra.
Seis años más
tarde, la reelección del egipcio Boutros-Ghali como Secretario General no contó
con el apoyo de Estados Unidos, el país que más dinero aporta a las arcas de la
ONU. La Administración Clinton no estaba dispuesta a seguir financiando una
institución mal gestionada y cuya deuda crecía día tras día. Además, el perfil
francófono y africanista de Boutros-Ghali no encajaba con las prioridades de
Estados Unidos. Por tanto había que buscar una persona cuyo perfil fuese
aceptado por todos los países (al menos los cinco del Consejo de Seguridad
permanente) y que tuviera los conocimientos necesarios para reformar totalmente
el modelo de gestión de la ONU. Todas las miradas se centraron entonces en Kofi
Annan puesto que su perfil anglófono y su amplía experiencia en la
administración de la organización le situaban como favorito.
El día 1 de enero
Kofi Annan inició su primer mandato al frente de las Naciones Unidas. El
flamante Secretario General se enfrentaba a una organización caracterizada por
una enorme burocracia, por una gestión anacrónica y por una deuda que estaba
adquiriendo unas dimensiones peligrosas. Sin embargo, Annan sorprendió a todos,
sobre todo al Gobierno estadounidense, cuando el 16 de julio presentó un
informe para reformar las Naciones Unidas: reducciones de plantilla, de costes
administrativos y de burocracia fueron
sus pilares fundamentales.
Desde entonces su
presencia nunca se ha echado de menos allí donde hubiera un conflicto
susceptible de ser resuelto con el diálogo, aunque el resultado de sus buenas
intenciones ha sido desigual. Su buen hacer y su perfil dialogante le han
proporcionado muchas satisfacciones y galardones, entre ellos el Premio Seúl de
la Paz, otorgado en 1998 por su contribución a la superación de tensiones en la
península coreana, y más recientemente el Premio Nobel de la Paz que Annan
comparte con la institución que preside. La última evidencia que demuestra su
capacidad de gestión es que el Consejo de Seguridad de la ONU acaba de emitir
un voto favorable a su reelección en el cargo, un premio sin duda merecido para
Kofi Annan.
(Tomado
de www.telepolis.com )