Colin Powell
Colin Powell nació y se crió en el barrio neoyorquino del Bronx
en una época en la que esta zona no era un foco de delincuencia
y marginación
como sucede actualmente. Hijo de emigrantes jamaicanos, trabajó en una tienda
de juguetes antes de alistarse en el ejército. Un contraste demasiado acentuado
que le obligó a pasar de la adolescencia más inocente a la disciplina
militar.
Powell fue a Vietnam para luchar en primera línea de fuego. En
una ocasión, en plena batalla, vivió una de las experiencias que más le han
marcado a lo largo de su vida: un soldado que marchaba a pocos metros de él
explotó en mil pedazos tras un ataque enemigo. La sangre
de su compañero le cubrió por completo y pudo ver el rostro de la muerte.
Desde ese momento la guerra dejó de ser un juego para Powell y se convirtió en
una pesadilla
constante.
En 1968, regresó a Estados Unidos para trabajar en la Administración Nixon. Carter
y Reagan
también contaron con él. El escándalo Iran-Contra, la actuación secreta del
Gobierno estadounidense contra los dirigentes socialistas de Nicaragua, obligó
reestructurar el Consejo de Seguridad Nacional
y Powell fue nombrado adjunto al asesor nacional de Seguridad, un cargo que
utilizó de trampolín para llegar poco tiempo después a Jefe de Estado Mayor, el
puesto más
alto en la estructura militar estadounidense.
Cuando estalló la Guerra del Golfo sintió un escalofrío al recordar
su experiencia en Vietnam. Powell tenía algunas reticencias a que su país
participara en un conflicto en el que no estaba implicado directamente. Sin
embargo, las presiones de su presidente, de los países aliados,
de la industria armamentística y la posibilidad de que surgiera una nueva
crisis del petróleo le llevó a organizar la contienda militar más importante de
finales de siglo. Occidente ganó a pesar de que Sadam Hussein sigue hoy
gobernando a sus anchas. Este episodio de la historia contemporánea proporcionó
posteriormente a Powell una fortuna de 4.900 millones de pesetas
gracias a un libro y a cientos de conferencias en las que trataba su
experiencia en el Irak.
Su perfil
político es compatible con las ideas más moderadas de los republicanos, aunque
nunca se ha guardado una crítica. Cuando Bush Jr. le propuso ser su Secretario
de Estado, aceptó sin pensarlo dos veces. A pesar de que su fundación Promesa Humanitaria, con
la que promueve el voluntariado social, le ocupaba una gran parte de su tiempo
y energías, la posibilidad de ocupar el cargo más importante en la diplomacia
norteamericana pudo más. Para poder acceder a esta cartera Powell ha tenido que
traspasar las acciones que posee en 31 compañías (es miembro del consejo de
dirección de America Online) a unos fondos especiales.
Los hechos acontecidos el pasado 11 de septiembre le
convirtieron en un puntal clave de la campaña estadounidense de
castigo contra los autores de los atentados. Powell ha sido el encargado de buscar apoyos
entre todos los países amigos de los Estados Unidos y elaborar así una
coalición internacional para luchar contra el terrorismo internacional.
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