Baltasar Garzón
Baltasar Garzón nació hace 46 años en la localidad jienense de Torres.
Su padre, gasolinero, quiso que su hijo estudiara un buen oficio pero la
economía familiar no ayudaba mucho. Gracias a las becas,
Garzón pudo ir al instituto y una vez finalizó el bachillerato estudió en
diversos seminarios durante seis años. A punto estuvo de ordenarse sacerdote,
pero a última hora prefirió matricularse en la Facultad de Derecho de la Universidad de Sevilla.
Los libros
no eran lo único que le entusiasmaba. El deporte era su otra pasión, y
la verdad, lo hacía bastante bien. En el colegio fue campeón de salto de altura
y fue seleccionado como portero de fútbol para competiciones nacionales.
Su paso por la Universidad es recordado sin pena ni gloria y acabó la
carrera con calificación de notable. Garzón tardó un año en prepararse a las oposiciones
de juez, lo que consiguió a los 23 años y con el número 11 de su promoción.
Valverde del Camino, en Huelva, fue su primer destino. Tras pasar por el
juzgado de primera instancia de Jaén, fue nombrado Inspector Delegado para
Andalucía. Su carrera, meteórica, llegó a su punto más alto en
el año 1988 cuando pasó a ocupar la titularidad del juzgado número 5 de la Audiencia Nacional.
En el año 1993, Garzón decidió dar un vuelco a su vida. De
la mano del Partido Socialista se
introdujo en el mundo de la política. No está claro todavía si Felipe González
le utilizó como reclamo en unas elecciones precedidas de numerosos escándalos
de corrupción
de miembros de su partido. Lo que sí sabemos es que su objetivo era dirigir el
Cuerpo Nacional de Policía o la Guardia Civil y luchar contra el crimen
y los narcotraficantes
de una manera más directa. Sin embargo, las relaciones entre Baltasar
Garzón y las altas esferas socialistas se rompieron para siempre. Lo
cierto es que él nunca llegó a afiliarse al PSOE.
Su paso fugaz por la política le hizo ganar muchos enemigos,
tanto en las filas del PSOE como en los medios de comunicación afines a éste.
Sin embargo, Garzón tomó con más ganas que nunca su plaza en la Audiencia
Nacional. En 1998, fruto de su investigación sobre las acciones del GAL,
ex altos cargos socialistas del Ministerio del Interior, entre ellos José
Barrionuevo y Rafael Vera, fueron condenados a prisión.
Sus acciones contra ETA le han llevado al
punto de mira de la banda terrorista en numerosas ocasiones, así como de la
mafia de varios países. La similitud entre Garzón y el juez Falcone,
asesinado de un bombazo por la cosa nostra, es más que evidente. Ambos eran
amigos.
Pero sin duda alguna, Garzón se ha hecho famoso en todo el mundo gracias
al proceso que abrió hace tres años contra el ex dictador Augusto Pinochet,
a quien acusó de genocidio, torturas y terrorismo. El juez español de la
Audiencia Nacional acusó al general de la desaparición de más de cien
españoles en Chile bajo su mandato. Garzón no se lo pensó dos veces cuando
Pinochet viajó a Londres para realizar una visita médica y ordenó su
extradición. Sin embargo, el Gobierno de Tony Blair decidió no concederla, por
razones humanitarias, y envió Pinochet a su país. Éste fue un duro golpe para
Baltasar Garzón. En él habían puesto muchas esperanzas movimientos civiles y
familiares de muertos y desaparecidos durante la dictadura militar
de Pinochet. Sin embargo, la realidad se volvió contra él y ahora ha
vuelto a su rutina. Cada mañana, sobre las diez, entra en la Audiencia Nacional
donde le espera un montón de casos por resolver.
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