Una vez, dos amigos se
encontraron:
- Hola, Juan, ¿Cómo te va?
- Pues, no tan bien. Tengo unos problemas en mi matrimonio, y no sé qué hacer.
- ¿Y por qué no vas con un sacerdote y le pides consejo?
- ¿Qué va a saber él del matrimonio y de aguantar a una mujer?
El otro amigo guardó silencio. Para cambiar el tema, Juan le pregunta :
- Bueno, ¿y a tí cómo te va?
- "Mal. Tengo fuertes dolores de cabeza por la noche, no puedo respirar y
varias veces escupo sangre. No sé qué hacer."
- Bueno, ¿y has ido al médico?
- No. Los médicos no tienen estos problemas, nunca han estado en mi situación.
¿Qué saben de ahogarse y de escupir sangre por las noches? Tal vez, hasta tengo
cáncer. Pero ellos nunca han tenido cáncer. ¿Qué van a saber ellos sobre esto?
- Pero, ¡hombre! Para eso estudian y se preparan. Y aunque nunca hayan tenido
cáncer, saben lo que es el cáncer y sus síntomas, y hasta cómo prevenirlo. Además,
conocen no sólo por los libros, sino por la experiencia de tratar a otros
enfermos y ver cómo estos han mejorado o reaccionado ante ciertos medicamentos.
Por su experiencia y preparación saben cómo ayudarte.
- ¿De veras lo piensas así? ¿Crees que me pueda ayudar el médico? Pues lo mismo
te aconsejo a ti para tu matrimonio. Tú ve con el "médico de almas"
para que con su sabiduría y experiencia, te ayude a curar de lo que sufres.
Juan, tu eres mi amigo, y no quiero que se empeore tu situación. Hazlo por tu
bien, y el bien de tu familia.