|
Durante
muchos años,
Hay un
tiempo...
- Para anticipar la llegada de un bebé,
consultar al médico, hacer dieta y ejercicio y ver cómo se va modificando
mi perfil.
- Para preparar el ajuar.
- Para soñar lo que ese niño puede
llegar a ser cuando crezca.
- Para pedir a Dios que me enseñe a
criar al hijo que llevo en mis entrañas.
- Para preparar mi alma y alimentar la
suya.
No dejaré pasar el
tiempo, porque los hijos no esperan.
Hay un
tiempo...
- Para alimentarlo a la noche, calmar
sus pequeños dolores y esforzarse para sacarle una sonrisa,
- Para mecerlo y pasearlo por la
habitación.
- Para moldear con paciencia su voluntad
cuando todavía no se ha hecho presente la razón.
- Para mostrarle que su suave mundo es
difícil y exigente, pero que también tiene mucho de amor y de esperanza.
- Para contemplarlo y maravillarme por
lo que en realidad es: ni mascota, ni juguete, sino una persona
diferente de mí misma, un ser creado a la imagen divina.
- Para reflexionar acerca de mi
mayordomía sobre él: no me pertenece, no es mío, solo he sido elegida
para amarlo, educarlo y disfrutarlo.
Haré lo mejor que pueda
durante este tiempo, porque los hijos no esperan.
Hay un tiempo...
- Para tenerlo en mis brazos y contarle
la historia más hermosa que jamás haya oído.
- Para enseñarle que Dios existe en el
cielo, en la tierra, en cada detalle de la naturaleza y de su cuerpo.
- Para enseñarle a sentir asombro y a
emocionarse por las cosas que realmente lo merecen.
- Para dejar de lado los platos sucios y
llevarlo al parque para que pueda correr, respirar a pleno pulmón, mirar
la luna, sentir la lluvia sobre su cabeza y descubrir cada secreto de la
naturaleza.
- Para jugar con él una carrera, hacerle
un dibujo, atraparle una mariposa y darle todo el alegre compañerismo
que necesita.
- Para señalar el camino de la verdad y
enseñarle a amar a Dios con sus sentimientos de niño.
Este tiempo es corto, y
si me descuido se me esfumará, porque los hijos no esperan.
Hay un
tiempo...
- Para cantar en vez de rezongar,
sonreír en vez de fruncir el seño, reflexionar en vez de airarme,
comprenderlo en vez de llorar por el jarrón roto, compartir con mis
mejores sentimientos mi amor por la vida y la familia.
- Para contestar sus preguntas, antes
que llegue el momento cuando no quiera escuchar mi respuesta.
- Para enseñarle firme y paciente a
obedecer, a disponer un lugar para cada cosa y a poner cada cosa en su
lugar.
- Para mostrarle la paz del deber cumplido
y comunicarlo con la Fuente de la paz.
Este tiempo es breve,
aprovecharé cada minuto, porque los hijos no esperan.
Hay un
tiempo...
- Para verlo partir valientemente hacia
la escuela y entonces extrañar su ruidosa presencia a mi lado.
- Para aceptar que ahora hay otros que
atraen su interés, y esperarlo cuando regrese de la escuela.
- Para escuchar las largas descripciones
de lo que sucede cada día.
- Para enseñarle a ser independiente,
responsable y sobre todo, a ser el mismo.
- Para guiarlo con afectuosa firmeza y
disciplinarlo con amor.
- Para dejarlo partir y soltar los lazos
que lo sujetan a mi falda.
- Para atesorar cada instante fugaz de
su niñez y adolescencia: sólo dieciocho preciosos años para inspirarlo y
prepararlo para la vida.
No cambiar este derecho
natural por la posición social, la reputación profesional o un cheque de
sueldo. Una hora de dedicación puede evitar años de dolor mañana. La casa
puede esperar, el auto puede esperar, la ropa puede esperar, pero los hijos
no esperan.
Habrá un
tiempo...
- Cuando las puertas ya no serán
cerradas a golpes, ni habrá juguetes en la escalera, ni peleas entre los
hermanos, ni marca de lápices en las paredes, entonces podré recordar
con gozo los años pasados y pensar que fue poco lo que perdí en comparación
con lo mucho que he ganado.
- Cuando lo vea labrarse un futuro en la
universidad.
Entonces será para mí
el tiempo de trabajar fuera de casa, de dedicarme a todo lo bello y útil que
he postergado durante tantos años. Entonces será mi tiempo, yo sí puedo
esperar.
Habrá un
tiempo...
- Para mirar hacia atrás y ver que los
años de madre no fueron desperdiciados.
- Para verlo un hombre formado, íntegro
y sirviendo a los demás.
- Para verlo disfrutar gracias a todos
los tiempos que no dejé escapar.
- Para afirmar sin equivocarme que cada
momento de su vida fue importante para mí.
- Para reconocer sin dolor que no hay
carrera mejor, ni trabajo más remunerado, ni tarea más urgente que la de
aceptar con alegría la gracia de ser madre.
Entonces recogeré el
fruto de haber respetado los tiempos de mis vástagos, de haber postergado los
míos, de haber sido consciente de que esos tiempos eran breves y de no
haberlos hecho esperar.
|
|