Una vez iba un hombre en su
automóvil por una larga y muy solitaria carretera. De pronto su auto comenzó a
detenerse hasta quedar estático. El hombre bajó, lo revisó, trató de averiguar
qué era lo que tenía. Pensaba que pronto podría encontrar el daño del auto pues hacía muchos años que lo conducía.
Sin embargo, después de mucho rato se dio cuenta que no encontraba el daño del
motor. En ese momento apareció otro auto, del cual bajó un hombre a ofrecerle
ayuda. El dueño del primer auto dijo:
Mira, este es mi auto de toda la
vida, lo conozco como la palma de mi mano. No creo que tú, sin ser el dueño,
puedas hacer algo.
El otro hombre insistió con una
cierta sonrisa, hasta que finalmente el primer hombre dijo:
Bueno, haz el intento pero no creo
que puedas, pues este es mi auto.
El segundo hombre puso manos a la
obra y en pocos minutos encontró el daño que tenía el auto y lo pudo arrancar.
El primer hombre quedó atónito y preguntó:
¿Como pudiste arreglar el auto si es
mi auto? El segundo hombre contestó: Verás, mi nombre es Felix Wankel... ¡Yo
inventé el motor rotatorio que usa tu auto!
Cuantas veces hemos dicho: Esta es
mi vida, es mi destino, es mi casa. Al enfrentarnos a los problemas creemos que
nadie nos puede ayudar pues "es mi vida", "nadie comprende mi
problema, pues es mi problema". Pero nunca habíamos pensado en que la vida
es creación de Dios, que él hizo el tiempo, que te puso en esta tierra con un
propósito y te entregó una familia. Sólo aquel que es el autor de la vida puede
comprenderte y ayudarte cuando te quedes tirado en la carretera de la vida.
El Salmo 55:22 dice "Descarga
en el Señor tu peso, y él te sustentará; no dejará que para siempre zozobre el
justo"
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