LAS TRES
«PES» DEL MISIONERO
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Transcribo a continuación una anécdota de Miguel Rivilla, que he leido en la revista Ave María, nº 668, Procede de la homilía de D. Antonio Montero (obispo de Badajoz, España), con ocasión de sus bodas de oro sacerdotales. "En una de mis visitas a nuestros sacerdotes misioneros en los Andes de la Amazonia peruana, me encontré a uno de ellos, ya mayor, polvoriento y sudoroso bajo el poncho y cayado en mano. -¿Cómo estás y cómo te va? -Pues, le digo a usted, mi obispo, lo mismo que le digo al Señor cada mañana: repartiendo las tres 'pes': tu Palabra, tu Pan y tu Perdón". |
¡Qué hermosa tarea y misión la llevada a cabo por el viejo
misionero y por tantos miles de sacerdotes ignorados en el mundo entero!
Apenas nadie se haya fijado en su callada y oculta tarea de años. Han dejado
jirones de sus vidas en el empeño. No hicieron nunca obras aparatosas y que
llamaran la atención de los medios. Ni han levantado grandes edificios, ni
han fundado una obra que les recuerde, ni siquiera han escrito un sencillo
folleto. Sólo -nada más, pero nada menos- HAN DEDICADO SU VIDA ENTERA A
REPARTIR LAS TRES "PES" ENTRE SUS HERMANOS, LOS HOMBRES. |