Autor: Marta Rodríguez Fuente: Mujer Nueva
¡Viva lo ecológico! Si hay algo que hoy valoramos todos es el grado de naturalidad de las cosas. Los ingredientes de los alimentos, su cultivo biológico, el tejido con que se fabrican las prendas de vestir, la materia prima de los artículos de papelería y oficina… todo se considera mejor si proviene directamente de las manos de la madre naturaleza, hasta propiciar un rechazo a priori de todo lo “artificial” y lo “sucedáneo”.
Resulta curioso que una mentalidad que se las ingenia para hacernos llegar los yogures con el menor número de conservantes posible, haya maquinado todo tipo de medios artificiales para controlar la fertilidad de las mujeres.
El preservativo, la píldora anticonceptiva, la polémica RU-486, el Norplant, el DIU, los espermicidas, etc., gozan de una extraordinaria popularidad. Y la esterilización artificial ostenta nada menos que el primer lugar entre los métodos anticonceptivos utilizados en Estados Unidos.
La publicidad y las campañas de control de la natalidad los presentan como los únicos capaces de garantizar un control seguro de la fertilidad. Eslóganes tan pegadizos como “Póntelo-pónselo”, “Ama sin riesgos”, “Controla tu amor” y otros, a menudo subvencionados con dinero de los propios Estados o de organizaciones internacionales, hacen creer al común de los mortales que los medios artificiales son el único camino para asegurar el sexo sin embarazo. Vista así, la fertilidad se convierte en una enfermedad peligrosa que ha de ser tratada con poderosos fármacos. Y así llega la paradoja; la misma sociedad que sacraliza la naturaleza reniega de su principal fuente y continuadora, que es la vida.
La mención de los efectos secundarios de estos productos es prácticamente nula. Sin embargo, cada vez son más las investigaciones que demuestran la relación entre el uso de la píldora, el cáncer de mama y la trombosis cerebral. Semejantes efectos se han registrado también cuando se aplica la inyección anticonceptiva. Es notable el silenciamiento de los efectos abortivos de muchos de los medios utilizados comúnmente para prevenir el embarazo: el Norplant, las inyecciones, el DIU, o la así conocida “píldora del día después”, así como el riesgo de la pérdida definitiva de la fertilidad. Por último, se presentan como cómodos y fáciles de usar y no se habla de las molestias producidas por ellos como son las náuseas, migrañas, tensión, dolores, aumento o pérdida de peso y fuertes disfunciones menstruales, o su porcentaje de fallo. De hecho, el “sexo seguro” es el menos seguro de los sexos…
Entonces, ¿cómo controlar la natalidad? El medio escogido ha de ser “seguro, barato, fácilmente reversible, fácil de usar, sin efectos secundarios, que prevenga el embarazo y que sea adecuado para todas las parejas en todos los momentos de su vida”. Quienes se benefician económicamente de la formidable industria de la anticoncepción jamás hablarán de un medio que cumple todos estos requisitos y que, además, es totalmente natural y gratuito. Se trata del método Billings o “Método de la ovulación”, y se basa en el conocimiento, por la pareja, de su cuerpo y su fertilidad.
La mujer sólo es fértil en unos cuantos días (entre 1 y 3, dependiendo de la mujer) previos y posteriores a la ovulación: un total de 4 ó 5 días a lo largo de su ciclo menstrual. Basta con que aprenda a observarse para reconocer los síntomas de la ovulación, y estar cierta de si se encuentra en un día fecundo. Para lograr este conocimiento, existen cursos y libros que enseñan a la mujer a interpretar sus propias señales corporales. Si quiere evitar el embarazo, la pareja se abstiene de las relaciones sexuales durante estos días del mes. De esta forma, ejercen un control natural de su fertilidad. El método es tan efectivo como los medios anticonceptivos artificiales, y mucho más sano.
Como todo lo genuino, utilizar el método natural cuando hay razones para hacerlo ayuda a la vida de pareja. El hombre aprende a conocer y respetar el cuerpo de la mujer, acompañándola a lo largo de su ciclo. Se expresan su amor mutuo cuando tienen relaciones y cuando no las tienen, porque también en ese momento se aceptan totalmente con todas sus potencias y capacidades.
Decía el psiquiatra Victor Frankl que “El amor no se entiende como un efecto colateral del sexo, sino que el sexo es una manera de expresar la experiencia de esa unión definitiva que se llama amor”. Otro psiquiatra, Enrique Rojas, afirma que “El acto sexual es auténtico si es simultáneamente físico, psicológico y espiritual”. El método natural de control de la natalidad se presenta como el medio más capaz de integrar estas tres dimensiones, porque supone un control y una opción responsable por parte de los dos.
Si sólo compras tejidos naturales, consumes frutas y verduras biológicas, prefieres las infusiones a las aspirinas, evitas los conservantes y colorantes, reciclas tu basura, utilizas desodorante sin clorofluorocarbonos, odias el tabaco, haces deporte…, pero introduces en tu cuerpo artefactos, geles y espumas, sazonados con poderosos complejos hormonales, puede que tengas un concepto un poco pobre de lo que significa respetar la naturaleza.