Análisis del proceso histórico en los movimientos
sectarios
En
el período moderno, la denominación de "secta" comenzó a aplicarse
particularmente a las iglesias derivadas del movimiento de la Reforma que
tuviera lugar durante el siglo XVI; movimiento cuyo propósito declarado (al
menos en la intención de sus fundadores) era purificar a la Iglesia Católica de
lo que ellos consideraban como sus más graves errores y debilidades.
Pero el movimiento reformista, era un intento de purificación no obrado desde
el interior de la Iglesia misma, a través de la búsqueda de una mayor fidelidad
a la fuente de toda santidad que es Cristo mismo, una purificación y
revivificación de la Iglesia al estilo de la llevada adelante por santa Teresa
de Jesús o san Ignacio de Loyola; sino que se trató de un intento de
purificación aplicado desde fuera, una purificación que no contemplaba las
notas de trascendencia y permanencia que la Iglesia ha recibido por su misma
institución divina, una purificación intentada no a través de una
profundización en lo divino que se esconde detrás de lo humano (como lo exige
en definitiva la dinámica de la Encarnación), sino intentada desde un
apartarse, un separarse de ese tronco viejo al que se considera apriori como
total e irremediablemente deteriorado, en busca de una pureza descarnada y por
ende, en último término falsa.
En esto mismo podemos decir que radicó el drama más profundo que debió
enfrentar el movimiento reformista, ya que no pudo evitar ser manipulado por
algunos gobernantes (tal como fuera el caso de Enrique VIIIº de Inglaterra, o
de los príncipes alemanes), quienes no dudaron en aprovechar la Reforma
religiosa como un instrumento que les permitiría romper la unidad de la
Iglesia, principal obstáculo en la concreción de sus propósitos de absolutismo
político y en su necesidad de fondos de financiación para sus campañas
militares. Estos políticos, no estaban guiados ni se preocupaban ciertamente
por la mayor o menor santidad de los cristianos y de su Iglesia, sino que
vieron en la Reforma un instrumento apto para concretar sus designios de ejercer
un dominio absoluto sobre pueblos y territorios.
La destrucción de la unidad de la Iglesia era el requisito indispensable en el
camino hacia el absolutismo, ya que la ruptura de la unidad en la fe convertía
al poder político en el único factor aglutinante de las nacionalidades; de este
modo, quienes deseaban eliminar todo límite en el ejercicio de su poder,
encontraron en la Reforma protestante un resorte propicio para minar las
estructuras religiosas de sus pueblos y dejarlos a merced de los mercenarios de
sus propios intereses.
Así las cosas, la Reforma encontró prontamente en muchos príncipes europeos de
la época un apoyo notorio, sin el cual no hubiera sido posible llevar adelante
el proceso de división del Pueblo de Dios; pero por lo mismo, la Reforma
Protestante debió pagar un precio excesivamente alto: someterse a los condicionamientos
que le impusiera el poder civil.
Desde nuestra perspectiva histórica, podemos afirmar hoy que en general,
ninguno de los reformadores logró erradicar en la vida de las comunidades
cristianas que se desgajaron del tronco histórico del catolicismo, lo que
condenaban en la Iglesia Católica.
Pero el daño provocado no se redujo simplemente a la división del Pueblo de
Dios, sino que se introdujo un elemento agravante más: los grupos reformistas,
al adoptar como norma de interpretación bíblica el Principio de Libre
Interpretación, introdujeron de modo definitivo y estable en la vida religiosa
de Occidente un virus que carcomería sus entrañas: el subjetivismo. Este subjetivismo
es la causa por la cual ellos mismos no pudieron mantener estables por mucho
tiempo sus mismos lineamientos fundacionales, dando lugar en el transcurso de
pocos años a un proceso incipiente de disgregación religiosa que se ha
proyectado hoy en un desdichadamente creciente proceso de atomización de la
experiencia religiosa que se constata fácilmente a través del continuo
surgimiento de nuevos grupos, y en el continuo peregrinar de individuos de unos
grupos a otros, ya que no encuentran 'su lugar'. Este proceso de atomización de
la experiencia religiosa protestante se ha visto agravado sobre todo en los
últimos tiempos, por la intromisión de fuertes intereses económicos y políticos
junto a los propios de la predicación del Evangelio.
Ese subjetivismo del libre examen propio de las iglesias surgidas del
movimiento reformista del siglo XVI al que acabamos de hacer referencia, unido
a una concepción de la iglesia de naturaleza disolvente (recordemos que en el
modelo congregacionalista, es la congregación la que marca las pautas
doctrinales y de organización), es el sustrato teológico y espiritual a partir
del cual se gesta el fenómeno moderno de que cada individuo edifique una
religión no sobre el molde querido y revelado por el Dios objetivo y trascendente,
sino sobre las pautas del propio gusto, parecer, ansiedad o necesidad; y es el
que ha proporcionado el clima cultural adecuado para el estallido religioso que
contemplamos en nuestro tiempo.
Este sintético análisis histórico, nos lleva a que debamos fijar nuestra
atención en lo que fueron los dos grandes polos de este 'estallido religioso'
occidental, que nos ocupa, en el transcurso del siglo pasado.
I. El Gran Despertar Religioso
Un primer elemento religioso propio del siglo pasado, y un antecedente de no
poca importancia, es lo que algunos especialistas han llamado “El Gran
Despertar Religioso”.
Denominan de esta manera a lo que fuera una consecuencia directa del pietismo
luterano que se propagó rápidamente durante la segunda mitad del siglo XVIII y
la primera del XIX entre las confesiones religiosas de origen reformado, sobre
todo en el Norte del Nuevo Mundo, en las colonias inglesas, adonde habían sido
desplazados los grupos más anárquicos e indisciplinados de las iglesias reformadas
europeas, especialmente del anglicanismo
Este fenómeno cultural y religioso se caracteriza por una marcada exacerbación
del subjetivismo, el énfasis en la búsqueda obsesiva de una santidad personal
que se cree que puede llegar a ser perfecta en el transcurso de la vida
presente, consecuentemente hay también una moral de corte claramente puritano
(se busca una 'pureza moral' a través de la observancia de una serie de
preceptos morales), y una predicación de tinte marcadamente apocalíptico (obsérvese
que ya en aquel entonces los predicadores ambulantes pasaban de pueblo en
pueblo anunciando la inminencia de la segunda venida de Cristo).
II. El Evangelio Social
Por otra parte, lo que se conoce con el nombre de “Evangelio Social”, fue en
cambio un movimiento de renovación religiosa surgido a partir del contacto de
grupos religiosos principalmente de corte anglicano, con la realidad de
marginalidad creciente que presentaban a comienzos y mediados del siglo pasado,
los sectores proletarios de los grandes polos de desarrollo de la así
denominada 'revolución industrial', como fue el caso de Londres.
Este desafío que supone a la caridad cristiana la marginalidad, instalará en
las comunidades religiosas la preocupación efectiva por la recuperación de los
marginado de diverso tipo, los alcohólicos, los analfabetos, la lucha contra la
promiscuidad sexual y la violencia, etc. Su comienzo encuentra una expresión
concreta en el Ejército de Salvación que surge en esa época, en Inglaterra.
El fruto inmediato de todo este fervor renovado aunque impregnado de pietismo y
de un subjetivismo exacerbado, fue la aparición de dos movimientos de
renovación religiosa semejantes aunque de signo diverso, y ambos también con la
pretensión de reivindicarse a sí mismos como alentados por el Espíritu Santo.
Mientras uno de estos movimientos ponía su acento en lo que denominaban un
'nuevo Pentecostés' que todo lo renovaba (son los denominados movimientos de
Renovación); el otro de ellos era claramente lo que se denomina un movimiento
de Restauración, que apuntaba esencialmente a recuperar el modo de vida propio
de los primeros cristianos, según se lo interpretaba a partir de una lectura
fundamentalista de la Escritura, especialmente las Cartas de San Pablo y los
Hechos de los Apóstoles.
Es en este clima de efervescencia religiosa es donde encuentran también cabida
otros grupos no tan ligados a lo que denominamos 'evangelismo', tales como la
Ciencia Cristiana, el Adventismo, los Testigos de Jehová, los Mormones...;
todos los cuales nacerán en este período histórico y comenzarán desde aquí su
historia de adecuación al medio social y de expansión.
Este es el nudo histórico de la actual pléyade de grupos religiosos que hoy
denominamos tan rápida y ampliamente 'sectas'; pero esto es en realidad solo un
primer momento histórico en el desarrollo de un proceso mucho más complejo y
que reconocerá particularidades diversas en cada nación. En este proceso, se
suelen reconocer dos momentos destacados y un tercero que se encuentra en plena
evolución:
a) El primer momento es este que hemos descrito hasta aquí, y que tiene
comienzo a principio del siglo XIX, se consolida ya avanzada la segunda mitad
del siglo pasado y se extiende hasta principios de este siglo. En este período
surgen en general, movimientos que se pueden caracterizar de la siguiente
forma:
-casi todos procedentes de los Estados Unidos
-en general tienen origen cristiano, su predicación está centrada
particularmente en la acción del Espíritu Santo y en Jesucristo como Salvador (en
la mayoría de los casos). Algunos grupos tienen un tinte claramente
apocalíptico o cientificista.
Es en este período en el que surgen y se desarrollan los Testigos de Jehová,
Mormones, la Ciencia Cristiana, las Asambleas de Dios, y muchos otros grupos
evangélicos y pentecostales.
* Un elemento curioso, es el hecho de que no se registren grupos que hayan
surgido durante el periodo comprendido entre las dos guerras. Según el decir de
Cesar Vidal Manzanares "el socialismo, el nacionalismo, el anarquismo y
otros 'ismos' absorbieron las energías que podían haber ido a parar a otras
sectas"; de hecho, en varios de estos movimientos que mencionara el autor
español, podemos hablar de una pertenencia cuasi-religiosa de sus miembros, la
negación de una dimensión propiamente religiosa, o la elaboración de una salida
o propuesta religiosa propia.
b) Terminada la Segunda Guerra Mundial Occidente asistirá, sobre todo a
partir de la década del '50, a un nuevo proceso de efervescencia religiosa que
ha ido en crecimiento y se prolonga hasta nuestros días. Este nuevo momento
reconoce básicamente un sustrato de incertidumbre e inseguridad personales y
sociales generadoras de un alto contenido de angustia y que da lugar a nuevos
grupos que podemos caracterizar por:
-aún cuando ya no necesariamente surgen en los Estados Unidos, en general todos
estos grupos utilizan al país del Norte como lanzadera en Occidente
-con distintas alternativas, todos son en mayor o menor grado productos
derivados de las grandes religiones orientales, o productos sincréticos.
Comprende mayoritariamente a lo que en la terminología del Documento de Santo
Domingo denominamos Movimientos Religiosos Libres, y gran número de ellos son
muy conocidos por su doctrina exótica. Algunos especialistas denominan a muchos
de ellos 'sectas duras' o 'destructivas' merced al empleo sistemático de
técnicas de condicionamiento conductual o de persuasión coercitiva (comúnmente
denominado 'lavado de cerebro') con sus miembros. Son grupos surgidos durante
este período los Niños de Dios, la Secta Moon, el Hare Krishna, la Meditación
Trascendental y tantos otros.
c) Se puede afirmar que desde mediados de los años '70 ha comenzado a
desarrollarse una nueva etapa de este proceso de disgregación religiosa, se
trata de un fenómeno nuevo como es la aparición de grupos de origen nacional
(es decir, fuera de los EE.UU.). Son generalmente grupos que reivindican la
búsqueda de la fe auténtica de las iglesias históricas (Palmar de Troya, Nuevo
Amanecer), en muchos casos su doctrina está fuertemente marcada por el
gnosticismo (CEIS), y, en algunos casos particulares se trata de grupos
paramilitares (Nueva Acrópolis, Edelweiss, La Comunidad).
En resumen, la Reforma Protestante introduce en el cristianismo el Principio de
Libre Interpretación del texto bíblico, y con él el subjetivismo religioso.
Los dos grandes polos de este 'estallido religioso' en el transcurso del siglo
pasado:
El Gran Despertar Religioso: exacerbación del subjetivismo; el énfasis en la
búsqueda de una santidad personal perfecta; una moral de corte claramente
puritano; una predicación de tinte apocalíptico.
El Evangelio Social: movimiento de renovación religiosa surgido a partir de una
realidad de marginalidad creciente
Etapas históricas del proceso de atomización
religiosa
Siglo XIX hasta 1914. Surgen grupos:
Casi
todos procedentes de los Estados Unidos.
En general tienen origen cristiano.
Predicación centrada particularmente en el Espíritu Santo y en Jesucristo.
Algunos grupos tienen tinte apocalíptico o cientificista.
A partir de 1945. Surgen grupos:
Que utilizan los Estados Unidos como lanzadera en Occidente.
Productos derivados de las grandes religiones orientales, o productos
sincréticos.
A partir de la década del '70
Grupos de origen nacional.
Grupos que reivindican la búsqueda de la fe auténtica de las iglesias
históricas.
En muchos casos su doctrina está fuertemente marcada por el gnosticismo.
Todos estos grupos de carácter sectario, se trate tanto de sectas
fundamentalistas cuanto de movimientos religiosos libres, siguen un proceso de
crecimiento relativamente semejante que puede sistematizarse en las siguientes
etapas:
Nacimiento: el grupo surge a instancias de un conjunto de
circunstancias culturales, sociales y religiosas que generan una cantidad de
ansiedades y expectativas insatisfechas en un sector de la población. La
pequeña comunidad se nuclea en torno a la figura de un 'profeta, 'gurú' o
'maestro' que elabora no tanto la doctrina cuanto directivas concretas en orden
al obrar e insertarse del grupo en la sociedad. En este período la secta está
básicamente devorada por su ansia de expansión. En general se los identifica
primariamente como 'el grupo de...', o 'la iglesia de...'
Consolidación: el grupo, luego de que probablemente ha entrado en
colisión no sólo con otras confesiones religiosas sino también con distintos
ámbitos o instituciones del orden social en que se desarrolla, comienza a
buscar caminos que le permitan encauzar las irregularidades o excentricidades
que el apasionamiento de la primera fase hubieran podido generar, y que pueden
haber sido causa de que hayan perdido aceptación social; hay una preocupación
clara por no generar conflictos y el buscar la estabilidad interna del grupo.
Esta etapa se da generalmente después de la desaparición del líder o fundador,
verificándose simultáneamente una flexibilización de los aspectos más
detonantes o extravagantes de su doctrina y una búsqueda de mayor coherencia
conceptual.
Transformación: es una especie de lavado de cara de la secta, de
su imagen pública. Se busca cuidadosamente que la opinión pública olvide y los
nuevos adherentes ignoren que se trata verdaderamente de una secta y que se
acepte que es una iglesia honorable, en paridad con las iglesias históricas. Es
muy posible que los adherentes ignoren completamente el origen e historia
primera del grupo, la que se intenta disolver en alguna profundidad histórica.
En lo que se refiere a la metodología que emplean, su fanatismo e
intransigencia son moligerados, y la exposición de su mensaje se hace más
suave, educada y socialmente aceptable.
Oscar Antonio Gerometta
Para contactar la redacción de la
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