Pregunta publicada en 20210107: |
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Padre Medina: Mucho se habló sobre la estrella de Belén, para referirse a la conjunción visual de los planetas Júpiter y Saturno, en diciembre pasado. Pero ya hablando seriamente y con Biblia en mano, ¿qué se puede decir de la Estrella de la que hablan los Evangelios? -- L.J. * * * Comenta el periódico ABC, en un artículo dedicado al asunto: Desde un punto de vista puramente astronómico, existen cuatro posibilidades para explicar la estrella de Belén. La primera es que se tratara de un meteorito, pero es muy poco probable debido al hecho de que los meteoritos, que se convierten en una bola de fuego al entrar en la atmósfera, apenas si duran unos segundos antes de desaparecer, y la estrella de Belén brilló durante semanas enteras. La segunda posibilidad es que fuera un cometa, objetos que, esta vez sí, pueden brillar en el cielo incluso durante meses. Sin embargo, el más espectacular de todos los cometas conocidos, el Halley, cuya órbita le trae cerca de la Tierra cada 76 años y que fue visto por última vez en 1986, fue visible en Judea durante los meses de agosto y septiembre del año 11 DC, lo que no coincide con las fechas del nacimiento de Jesús. Por supuesto, pudo tratarse de otro cometa, uno que pasó entonces y que por el momento no ha regresado, pero eso es algo de lo que nunca podremos estar seguros. Además, en la antiguedad los cometas eran vistos como señales que anunciaban muerte y destrucción, y no como heraldos del nacimiento de un rey o de un dios. Los romanos, por ejemplo, marcaron la muerte del general Agrippa usando la aparición del Halley en el 11 DC. Otra posible explicación, la tercera, es que lo que vieron los Magos fue la muerte violenta de una estrella. Y eso nos lleva a dos posibilidades diferentes: una nova o una supernova. En el primer caso, es la forma (una explosión termonuclear) en que una estrella se libera, de golpe, de una excesiva acumulación de hidrógeno en su superficie. Es muy espectacular, si la estrella está lo suficientemente cerca, y su aparición tiene lugar de forma impredecible y en cualquier momento. Las más brillantes aparecen de repente, sin previo aviso, como una nueva y espectacular luz en el cielo. Su brillo, tras algunos días, o incluso semanas, se va atenuando hasta desaparecer por completo. Como media, se produce una nova visible desde nuestro planeta una vez cada veinte años (la última fue en el año 1975), por lo que nada impide que fuera éste, y no otro, el fenómeno visto en Judea or los tres Magos de Oriente. Mucho más espectacular, aunque menos frecuente de ver, es una supernova, la explosión catastrófica de toda una estrella que llega a su final y cuyo brillo eclipsa incluso al de toda la galaxia que la contiene. En el momento de la explosion, una supernova puede ser vista incluso a plena luz del día, y su brillo más intenso puede durar meses antes de empezar a decrecer. Durante los últimos mil años, la Humanidad ha sido testigo de cuatro supernovas, en los años 1006, 1054, 1572 y 1604. En todos los casos, los cronistas de cada época se refirieron profusamente al fenómeno. Los chinos, por ejemplo, refieren que la supernova del año 1054 fue visible durante dos meses incluso a plena luz del día. La pega es que no existe en la época del nacimiento de Jesús ninguna referencia definitiva sobre la súbita aparición de una luz especialmente intensa en el cielo. Si sucedió, nadie, en ninguna cultura, documentó el hecho, lo cual parece indicar que debemos buscar la solución en alguna otra parte. Algunos textos chinos hablan de una posible nova en la primavera del año 5 DC, pero se refieren a ella como a un fenómeno de poca importancia y de escasa, o ninguna, espectacularidad. La última (y quizá la más probable) explicación es la posibilidad de que los tres Magos fueran testigos de una conjunción planetaria especialmente brillante, tanto como para hacerles creer que se trataba de una nueva estrella. Pero ¿Hubo alguna conjunción planetaria de este tipo entre los años 7 y 2 AC? La respuesta es que sí. Los astrónomos han determinado que, en ese intervalo temporal, se produjeron varios fenómenos planetarios que podrían haber sido interpretados como la estrella de Belén. El primero de ellos fue en el año 6 AC, se produjo entre los planetas Marte, Júpiter y Saturno y sucedió en la constelación de Piscis. Los tres mundos formaron una brillante figura geométrica en el cielo que debió de ser de gran belleza y capaz de llamar la atención de cualquiera. Otra posibilidad es la "triple conjunción" de Júpiter y Saturno entre los meses de mayo y diciembre del año 7 AC. Los "pasos" de Júpiter sobre Saturno se produjeron el 29 de mayo, el 30 de septiembre y el 5 de diciembre de ese año. No cabe duda de que todos estos eventos fueron perfectamente visibles, ya que sucedieron en la cara nocturna de la Tierra. Los dos planetas, además, brillaron el uno muy cerca del otro durante ocho largos meses, el tiempo que se estima necesario para que los Reyes Magos cubrieran los cerca de mil km. de distancia entre Babilonia y Judea. Sin embargo, la que seguramente fue la más brillante de las conjunciones planetarias de esa época fue la que se produjo entre Venus y Júpiter en la constelación de Leo el 12 de agosto del año 3 AC. Los dos planetas brillaron ese día extraordinariamente cerca el uno del otro. Y cuando Venus se retiró, Júpiter permaneció junto a Leo por lo menos durante diez meses más, sumando su brillo al de la estrella. Si el encuentro de los tres Reyes Magos con Herodes se produjo durante la primavera del 2 AC, las fechas encajarían a la perfección. De hecho, tras su primer encuentro y después de que Júpiter y Leo siguieran brillando juntos en el cielo, Venus regresó a la zona y se alineó con Júpiter en junio del 2 AC. El día 17 de ese mes los brillos de los dos planetas fueron tan intensos que llegaron a confundirse. Venus y Júpiter bajaron juntos y lentamente hacia el horizonte a medida que sus brillos se iban haciendo uno. Hacia las ocho y media de la tarde, hora local de Jerusalén, prácticamente se habían fundido en un único y luminoso astro. En un tiempo en el que no había instrumentos de observación, ni gafas de sol, es muy probable que los observadores no fueran capaces de distinguir los dos objetos individuales y que solo percibieran un único y brillante destello sobre los cielos de Judea. ¿Fue esto lo que vieron los Reyes Magos? Para la Ciencia es difícil asegurarlo. Lo único cierto es que esas alineaciones se produjeron, y que fueron claramente visibles en una época que coincide con la del relato bíblico. Más allá de eso, no existen certezas absolutas. Cada uno es libre, pues, de sacar sus propias conclusiones. |
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-Fr. Nelson Medina, OP
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