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Pregunta publicada en 20140821:
Las bendiciones y maldiciones de Deuteronomio 28

Padre, ¿Como discerniría Ud. las bendiciones y maldiciones que vienen en el capitulo 28? - Alfredo y Benita.

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La mejor manera de entender ese texto es ubicándolo en el conjunto de la historia de la salvación. Con esta expresión, "historia" de salvación nos referimos al camino que Dios ha hecho para darse a conocer a su pueblo elegido y conducirlo hacia la plenitud en Cristo. Nuestro Dios ha tenido una gran pedagogía "con obras y palabras," como dice la Constitución Dei Verbum del Vaticano II. Como en toda pedagogía, el maestro debe adaptarse al lenguaje que pueden entender los que apenas están comenzando. Con el tiempo podrá usar un lenguaje más formal, más sutil, con mejores distinciones y precisiones.

Se ve muy bien en el caso de la educación de los niños pequeños. Cuando la mamá quiere que el niño aprenda que no debe derramar la sopa que se va a comer no le da una larga argumentación sino algo más sencillo pero más efectivo para el nivel de comprensión del niño. Un drástico "¡No!" en voz alta y clara, o una advertencia severa de las consecuencias que le traerá seguir jugando con la comida parecen lo más apropiado en ese momento. Algo así sucede con la historia del amor de Dios guiándonos a nosotros, su pueblo.

Una parte importante de su enseñanza es que el pecado es algo serio y que tiene consecuencias graves y potencialmente indefinidas. Pecar es atractivo porque trae algunos beneficios, por ejemplo, un placer intenso, aunque sea engañoso; o una ganancia rápida, aunque sea con trampa. El beneficio mentiroso del pecado puede tener suficiente fuerza como para adormecer nuestra conciencia y llevarnos a la ruina. Las palabras durísimas del Deuteronomio, cuando habla de las maldiciones, es como un grito que quiere despertarnos sobre la infinita gravedad de las consecuencias a las que nos exponemos. Evidentemente hay mucho de metafórico en las expresiones usadas, como aquello de que los cielos se volverán "de bronce" (Deuteronomio 28,23) o la lluvia de "polvo y arena" (v. 24). No es casualidad el uso de esas metáforas: nos está indicando que e propósito de un lenguaje a sí no es describir catástrofes específicas sino impactar la imaginación y la sensibilidad, de modo que la conciencia despierte.

También las bendiciones suenan como un lenguaje muy "interesado" para nuestra comprensión como cristianos y católicos. Todo se describe en términos muy materiales y casi mundanos: comida abundante, numerosos hijos, buenas ganancias, triunfo en las guerras. De nuevo, se ve que esa no es una descripción de compromisos que Dios adquiere como si se tratara de una compraventa o de un contrato de prestación de servicios. Evidentemente esos bienes son un modo de alentar la imaginación y la confianza para que nos decidamos por otros bienes, los verdaderamente perdurables, que provienen de adherir el corazón a Dios.

¿Significa todo ello que no debemos tomar en serio un texto "metafórico" como Deuteronomio 28? ¡De ninguna manera! ¡Todo lo contrario! Los males que llegarán a nuestra vida si desgraciadamente nos apartamos de Dios son mucho peores de lo que pueda describir ese capítulo de la Biblia; y los bienes que nos están reservados si perseveramos en la fe y el amor son mucho mejores que los allí descritos.


Reproducción permitida, citando la fuente.
-Fr. Nelson Medina, OP

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