Pregunta publicada en 20120405: |
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Quisiera consultarte, Padre Nelson, y si me puedes ayudar a responder u orientar donde puedo encontrar respuesta a una pregunta que nos dejaron en la reunión de Ministros de la palabra después que en una charla surgió el cuestionamiento: ¿Por qué si la mayoría de los sacramentos de la iglesia se reciben normalmente DENTRO DE LA EUCARISTÍA (exceptuando casos extraordinarios) no sucede igualmente con los sacramentos de la reconciliación y la unción de los enfermos? y, ¿Por qué no hay estipendio para estos últimos como los demás que se reciben dentro de la Eucaristía? -L.F. * * * La relación entre los sacramentos es más compleja, y también más hermosa, de lo que se suele pensar. Lo que sí ha estado muy claro en la mente de la Iglesia, desde siempre, es que el Sacramento por excelencia es la Eucaristía, al punto que todos los demás sacramentos se puede decir que se ordenan a ella. La razón primordial para afirmar la primacía de la Eucaristía es que, como dice Santo Tomás, en el sacramento dle altar no sólo se nos da algo de Dios, sino que se da Él mismo, de modo tan perfecto que sólo puede ser superado por otro Banquete: el del Cielo mismo. A esa realidad sublime: Dios que se da a si mismo en la Eucaristía, lo llamamos "comunión" (sinaxis, en griego). Ahora bien, de los siete sacrametos, hay dos que tienen como propósito principal sanar la comunión rota con Dios; estos dos sacramentos, que en su ritual y en su explicación teológica mencionan el perdón y la sanación de la comunión: son el sacramento de la reconciliación y el de la unción de los enfermos. Se ve entonces que sería litúrgicamente incorrecto pretender unir una comunión fracturada, aunque en proceso de restauración, con el Sacramento con mayúscula, que precisamente celebra y afianza una unión y comunión ya existente. En el mismo sentido, tiene coherencia que no haya un estipendio establecido para estos dos mismos sacramentos. El estipendio es expresión de la conciencia que los fieles tienen de ayudar al sostenimiento digno de los ministros ordenados. Se ve que lo propio es esperar que ese estipendio llegue de aquellos que están en plena comunión con la fe que es predicada y sostenida en primer lugar por los mismos ministros, a saber: el obispo, los presbíteros y los diáconos. Parece un poco sobrecargado pedir ayuda material mientras la persona que se confiesa o que recibe la unción está esperando la muy urgente ayuda espiritual. Lo cual sin embargo, no debe impedir que de algún modo oportuno y apropiado se ayude a las necesidades de quienes dedican mucho de su tiempo a esos ministerios. |
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-Fr. Nelson Medina, OP
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