Pregunta publicada en 20120315: |
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¿Qué pasa cuando creemos que nuestro superior esta equivocado o esta obrando de mala manera? -J. * * * La pregunta puede abordarse en general, en la medida en que todos tenemos superiores, sea en la escuela, la familia o el trabajo; o puede abordarse en particular para el caso de la obediencia que se espera dentro de una comunidad religiosa. Los casos que se podrían estudiar son muchísimos, porque cabe mirar infinidad de circunstancias, según las diversas instituciones, edades, experiencia previa, etc. Sólo puedo dar indicaciones amplias. Como criterio general: la verdad no es patrimonio del superior. Frente a la verdad, todos, chicos y grandes somos discípulos. Pero, por la misma razón, la verdad tampoco es patrimonio del súbdito o del que es más joven o inteligente. El amor a la sabiduría, el cultivo de la humildad, y el conocimiento de sí mismo ayudan a que podamos acercarnos más a lo verdadero y a lo más prudente, o mejor, pero en cualquier caso es sano no empezar por idolatrar la propia opinión. Lo siguiente es tener en cuenta que nuestra motivación, cuando queremos intervenir ante un error del superior, es la purificación de la intención. Hay que buscar con genuino amor que el bien común, más allá de las preferencias personales, incluso propias, sea la meta. Si tenemos certeza suficiente de que es así, hay que buscar el canal de comunicación que pueda preservar mejor el tejido institucional, comunitario o social. Es decir: hay que evitar al máximo que la verdad sea simplemente un modo de atacar a alguien, o de presionar un cambio en una u otra dirección. Usualmente, ese canal de comunicación será el diálogo directo y privado con el respectivo superior, en el cual habrá que expresar de manera clara y con palabras respetuosas cuál es el bien que vemos amenazado. En el caso de los religiosos, el criterio que nos da el Derecho Canónico es que, si no está en juego un daño moral claro y grave, o algo que es demasiado evidente como pecado, es preferible sencillamente obedecer, no como quien obedece a hombres sino como quien busca una voluntad, la de Dios, que sólo podemos entender poco a poco. |
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-Fr. Nelson Medina, OP
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