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Pregunta publicada en 20110127:
Madre de Dios o Madre de Cristo?

Fray Nelson, ¿Dios es diferente de Jesús? ¿Por qué entonces se dice, "Santa María Madre de Dios" y no madre de Jesucristo? - M. G. Sarmiento

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Ambas expresiones, "Madre de Dios" y "Madre de Cristo" son correctas. Cuando uno es católico, uno puede usar ambas, y en ambos casos se está diciendo algo cierto sobre María y sobre Cristo. O uno puede juntarlas, como alguna vez rezó el Beato Juan Pablo II: "Santa María, Madre de Cristo Dios, ruega por nosotros pecadores..."

El problema es si uno no es católico. Hubo en la antigüedad personas que se decían cristianas pero NO creían que Cristo fuera de Dios. Para estas personas la expresión "María, Madre de Cristo" es correcta mientras que la expresión "María, Madre de Dios" no lo es. Este es el caso de los arrianos, que así se llamaron los primeros que de modo abierto y con bastante difusión negaron la divinidad de Jesucristo.

Pero aun más cercanos a estas discusiones son los nestorianos, así llamados por el famoso obispo hereje Nestorio, el cual llegó a afirmar que "uno es el hijo de Dios y otro el hijo de María." En su opinión, el "hijo de Dios" era el Verbo espiritual, mientras que el "hijo de María" era un ser humano como nosotros, mortal y pasible. Creía Nestorio que estas dos personas, estaban y actuaban unidas, pero que cuando Cristo murió, estas dos personas se separaron, de modo que el "hijo de Dios" siguió como siempre junto al Padre Celestial, mientras que el "hijo de María" se quedó muerto, aunque fuera heroica su muerte. Por supuesto, para él la única expresión válida es "María, Madre de Cristo" mientras que "María, Madre de Dios" sería incorrecta.

El mismo hecho de que los herejes no pueden decir: "Madre de Dios" ha convertido a esa expresión en una especie de identificación de los que tenemos la fe católica, no porque neguemos que María es Madre de Cristo, sino porque afirmamos con gratitud que este Cristo que nos ha salvado es verdaderamente Dios y Hombre. Así lo definieron los Concilios de Efeso (431) y Calcedonia (451).


Reproducción permitida, citando la fuente.
-Fr. Nelson Medina, OP

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