Respuestas a tus Preguntas

¿Por qué si Dios hace promesas en su palabra de que todo lo que pido, si es para mi bién todo se me dará, y yo le pido que igual que con los apóstoles se haga en mí un pentecostés, y sigo siendo la misma? - Preguntado en formspring.me/fraynelson

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El silencio de Dios; la distancia con que lo percibimos cuando nuestras súplicas parecen caer en el vacío; la sensación de estar solos o de estar haciendo el ridículo al orar... son experiencias fuertes que ponen a prueba la fe y que pueden llevarnos a tambalear o caer.

Es importante darse cuenta de dos cosas: primero, no es que necesariamente uno esté haciendo algo mal; segundo, Dios tiene su pedagogía con cada persona y con cada comunidad, de modo que nadie es fotocopia de nadie.

Por supuesto que lo primero para buscar la efusión del Espíritu es hacer todo lo que está en nuestra mano, y lo que está en nuestra mano es sólo una cosa: quitar los obstáculos. Esto implica: (1) Arrepentimiento sincero y si es necesario, una buena confesión sacramental; (2) Conciencia de la propia necesidad, la propia pequeñez y la propia indignidad: Dios no está obligado a nada, y lo que recibimos es siempre don de su gratuidad; (3) Súplica perseverante, apoyada en los textos de la Escritura, y siguiendo el ejemplo de los santos.

Si uno sigue esos pasos, la vida cambia y mejora de muchos modos, pero el día y la hora de la visita de Dios, o de la percepción dulce de su presencia es algo que nosotros no podemos "producir" sino sólo esperar con amorosa constancia.