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Pregunta publicada en 20100708:
Imposicion de las manos por parte de un laico

Fray Nelson, hablenos sobre la imposicion de manos hecho por el laico. - Preguntado en http://formspring.me/fraynelson

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Nuestra liturgia católica tiene entre sus características más notables su manera de ser "puente" entre lo humano y lo divino. Esto sucede de una manera hermosa y sin sombra de artificio a través del uso de las cosas de la naturaleza, a las que se asigna una capacidad de significación que va más allá de lo que ellas son. Un ejemplo es el agua. De suyo sirve, entre otras cosas, para lavar y limpiar. Pues bien, en el sacramento del bautismo esta característica natural del agua pasa a servir de signo de algo que va más allá de lo que el agua puede por sí misma. El agua bautismal nos habla de una limpieza que ya no es corporal.

Algo semejante puede decirse al uso del pan en la Eucaristía, del aceite en la confirmación y otros sacramentos, o del uso de un gesto que también es muy natural pero que en ciertas circunstancias tiene un alcance más allá de lo "natural." Me refiero, en esto último, a la imposición de las manos, gesto propio de la unción de los enfermos, la ordenación sacerdotal y la confirmación principalmente. Observemos que el principio que hay que aplicar aquí es el mismo: se trata de un gesto muy humano, bastante natural en ciertas circunstancias, el cual puede ser usado para un sacramento.

Ahora bien, lo mismo que no toda agua es agua bendita, ni todo pan es la Eucaristía, así tampoco debemos considerar como sacramento, o con grado de sacramento todo gesto de imposición de manos, y esto implica dos cosas, una para quien lo da, y otra para quien lo recibe.

El laico que hace ese gesto debe hacerlo sin pretensión alguna, con sencillez e informalidad, sin darle el carácter de un exorcismo o de una unción. El estilo debería ser de énfasis en la cercanía, la solidaridad y el deseo de apoyar y proteger. Debe evitarse el estilo de "ordenar" (como en las ordenaciones que hacen los obispos) y tampoco es bueno acostumbrarse a hacer oraciones inusuales que supongan un "poder" de la persona que impone manos. Me refiero a casos como oraciones en lenguas, visiones, o cosas así.

La persona que recibe una oración siéntase ante todo acompañada, apoyada por un hermano o hermana, y ponga su esperanza en la oración de la Iglesia entera y en la piedad de Dios, sin darle demasiado protagonismo a tal o cual hermano o hermana.

Obrando así, con naturalidad, cariño y sin tantas pretensiones haremos mucho bien.


Reproducción permitida, citando la fuente.
-Fr. Nelson Medina, OP

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