Pregunta publicada en 20100527: |
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¿Te has preguntado alguna vez si el mundo tal cual lo conoces no será una ilusión? ¿Cómo distingues el mundo real de un sueño? ¿Cuáles creencias pondrías en duda? -Chlewey, en formspring.me/fraynelson. * * * Descartes, creo yo, fue el primero en hacer la pregunta por la realidad del mundo, en los términos que propones: cómo distinguirlo de un sueño coherente. Su análisis le llevó al "Cogito, ergo sum" (Pienso, luego existo), una de las frases más famosas de la historia de la filosofía. El razonamiento de Descartes es que la propia existencia, como algo real, es imposible de negar. Uno podría suponer que el mundo es ilusorio pero que uno mismo existe, es innegable. La línea de Descartes condujo a desplazar el polo central de la filosofía desde la pregunta por la verdad hacia la pregunta por la certeza. A su vez, esta inquietud, una vez radicalizada, condujo al idealismo, y a la búsqueda del "aporte" que la mente hace al conocer. Tal fue el proyecto de Kant, quien creyó encontrar una solución en la búsqueda "crítica" de lo que la razón puede alcanzar desde sí misma, antes y al margen de la experiencia. Pero la solución de Kant no ha logrado unanimidad, ni mucho menos. Para acceder a la estructura del conocimiento sin el acto mismo de conocer (el mundo) es necesario postular una vía distinta, que él llamó "trascendental." Esa vía ha sido atacada desde distintos frentes y yo diría que pocos creen hoy que exista un atajo, por ejemplo por vía de introspección, que llevé a una especie de "revelación" de las estructuras mentales que hacen posible el conocimiento. Los esfuerzos de Edmund Husserl para "poner entre paréntesis" el mundo (epojé, llamó él a ese ejercicio) tampoco avanzan demasiado, en opinión de sus críticos, porque toda intencionalidad es intencionalidad de un objeto (esta es la objeción que pone Heidegger), y además, aun suponendo que uno llegara a tener un mapa de certezas propias, ¿con qué derecho podría segurar que tal es la estructura de la mente de otros? Una posición interesante es la de Bernard Lonergan, que habla del conocimiento no como un acto sino como un proceso que, en su intencionalidad intrínseca, va de la experiencia al entender, y del entender al juzgar de lo entendido. Según Lonergan, las preguntas que la mente se hace al conocer son esencialmente dos: ¿Qué es esto? y ¿Realmente esto es así? Lo primero es lo propio de quien quiere entender; lo segundo es la fase crítica, en la cual se da espacio a toda pregunta pertinente. La certeza, según este autor, no viene de un "ver" de un golpe la realidad, cual si fuera una especie de revelación, sino que se construye a través del tortuoso camino del preguntar todo lo preguntable. Según él, cuando todas las condiciones de algo que se conoce han quedado respondidas, lo vemos que "virtualmente incondicionado" y lo único razonable es afirmar la realidad de lo conocido. Son pocas las áreas del entorno que uno podría considerar "virtualmente incondicionadas." Desde hace tiempo se sabe que si uno quisiera vivir en un mundo de certezas viviría en un infierno de dudas infinitas. Por ello se ha dicho que el escepticismo es ejercicio de aulas de clase mientras que la fe (en sentido de fe humana, creencia) y el sentido común, le permiten a uno navegar por la vida con relativo provecho y suavidad. A su manera, el sentido común, y la inercia (saludable) de las creencias compartidas, aunque deban ser revisadas parcialmente, y a la vez periódicamente, son el único punto de partida real que tenemos. |
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-Fr. Nelson Medina, OP
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