Respuestas a tus Preguntas

Hola, padre. Quisiera hacerle una preguntita.

Una amiga mía es casada y con hijos. Ella y su esposo, ambos muy católicos, se han hecho MUY buenos amigos otra pareja, que creo que no cree en Dios.

Esta nueva pareja es bastante sexual, habla mucho de sexo (no de una forma natural sino como morbosa), hace reuniones donde trae una vendedora de articulos “mejorar” la intimidad en pareja, y el ultimo plan que se invento es ir a un club nocturno para adultos, donde de hecho ya fueron hace poco. Mi amiga y su esposo se siguen viendo casi que a diario con esta nueva pareja.

Sinceramente me siento como que no se que hacer. Como mujer catolica me parece que el sexo debe ser algo hermoso UNICAMENTE entre la pareja. No me parece que se deban compartir con morbosidad con terceros. Obviamente estas son todas parejas adultas. Los de mayor edad son esta pareja nueva. Personalmente no estoy de acuerdo con un show de esos clubes que incluyen desnudos, así sea yendo con el marido de uno, pero pues no sé si por estar ya casados este permitido “curiosear,” experimentar, o buscar nuevas formar de “alimentar” la intimidad.

Lo pregunto porque me preocupa el futuro de ese matrimonio amigo mío, de su familia y sobretodo de sus almas; y por ende si esta mal, me siento en la “obligación” de aconsejarla, o hablarle para hacerla caer en cuenta de la mala influencia de esta nueva pareja. Por ahora solo me he dedicado a orar...

Le agradezco me de su opinión al respecto. - P.M.

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Lo malo en esa clase de experimentos va en cuatro líneas:

1. Adulterio. Ver porno es desear a una persona que no es el cónyuge. Tan sencillo como eso. Y el hombre que ve a una artista termina por verla más deseable que la mujer que tiene a su lado. Es mental, pero es adulterio, y así lo nombra Jesús en la Biblia.

2. Es un abismo. Resulta que el placer no tiene fondo. Cuando se convierte en un "fin" se adueña de recursos cada vez mayores del corazón y de la imaginación. Finalmente el deseo de experimentar produce heridas muy graves. Ejemplo: una orgía o una sesión de "swinging" no son puros ejercicios de cuerpo, son hechos que le muestran a la esposa: "Yo ya no le basto..." Esa sensación destruye la sacralidad de la unión.

3. El lenguaje sucio o de doble sentido es un impedimento en la tarea de santificar a la pareja. Y para eso existe el matrimonio, según la Biblia y según la Iglesia. No es un asunto de desahogar pasiones (para eso no hace falta casarse) sino asunto de ser instrumento de la conversión y santificación del otro, a través de todas las dimensiones de la vida de familia. El apóstol Santiago nos enseña que no puede salir agua sucia y limpia de una misma llave. Eso se aplica aquí. La misma boca que anda persiguiendo el doble sentido, ¿cómo invitará a orar, a arrepentirse de los pecados, a darle la gloria a Dios?

4. El excesivo énfasis en el disfrute hace que la otra persona sea usada más que amada. Pensemos en una mujer que se enferma, o sencillamente envejece, y su piel y su cuerpo se ajan. Ya no es apetitosa. Si lo que se quiere es disfrutar, ¿qué sigue? Buscar ese disfrute con otra persona que no esté enferma, o cansada, o vieja. Eso se llama usar a la gente.

Esto no significa que la pareja no pueda cultivar un lenguaje amatorio fino, íntimo, sugestivo y bello. Pero ha de ser lenguaje DE ELLOS, expresión única del amor único y fiel que se tienen; un amor que tiene su fuente de Dios y que mria hacia Dios. La vida íntima de la pareja ha de ser no solo satisfactoria sino adecuadamente intensa como expresión de la comunión y comunicación entre los dos. Y sin embargo, todo ese placer que vivan no puede robar el primer lugar al misterio del amor, porque el amor es más grande. De hecho es tan grande que sigue vivo y fiel incluso cuando la posibilidad del placer se ha disminuido mucho o se ha perdido practicamente del todo. Ese sí es un amor de pareja según la Iglesia.