Pregunta publicada en 20090604: |
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Querido Fray Nelson, Bendiciones desde Venezuela, vaya esta pregunta para que me ayudes a comprender lo que no puedo hacer yo por mi propia cuenta.: En la 1 Carta a los Corintios (1 Co 14, 33-35 ), Habla de que es mejor que las mujeres se callen en las asambleas de los santos ( dice una versión), o comunidades cristianas, dice otra versión; pues no se les permite hablar sino que deben estar sumisas, tal como lo dice incluso la Ley. Que si quieren aprender, que pregunten en casa a sus maridos. Pero en la misma Carta primera a los Corintios, un poco antes de esa cita ( 1 Co 11; 4-6 ), permite San Pablo que mujeres con carisma profético profeticen en voz alta, es claro en las comunidades cristianas, o reuniones cristianas, con una condición: con velo en la cabeza, sencillamente por decoro. Mi pregunta: ¿ a qué viene en los verscículos 33-35 del capítulo 14, la prohibición de hablar? Bendiciones, en el corazón de Cristo y el corazón de María. Piera F. *** Querida Piera, Tu pregunta tiene mucha más profundidad e implicaciones de lo que parece a primera vista. Uno puede pensar que se trata sólo de un cambio de opinión en san Pablo, pero la verdad es que observaciones como la que has hecho dieron origen al estudio del proceso de formación de esos documentos únicos y preciosos que nosotros llamamos los libros de la Biblia. Por ejemplo: si uno abre la Biblia, ve que hay dos libros del Nuevo Testamento que corresponden a Cartas de San Pablo a los Corintios, o sea, los cristianos de Corinto, un puerto griego. Eso le puede hacer suponer a uno que en toda su vida Pablo escribió a los Corintios solo esas dos cartas. Pero si uno analiza detenidamente la segunda ve que allí se hace referencia a una carta que san Pablo había escrito antes, pero que evidentemente NO corresponde a la que nosotros llamamos "Primera Corintios." En efecto, en el capítulo 2 y el capítulo 7 de 2 Cor Pablo alude a una carta suya escrita "con muchas lágrimas" y alude a un problema de injurias. Nada de eso corresponde a lo que leemos en 1 Cor. Por eso parece probable que Pablo se esté refiriendo a un documento completamente distinto, uno que quizás no ha llegado hasta nuestros días. La historia de la redacción de los libros de la Biblia es fascinante pero también muy difícil, a muchos niveles. En el caso de los Evangelios, por ejemplo, es innegable que los autores sagrados trabajaron sobre la base de materiales preexistentes, además de tradiciones orales. Como san Pablo pronto se volvió un punto de referencia para aquellos primeros cristianos, es explicable que las comunidades quisieran tener copias de escritos suyos. Sus cartas no eran documentos privados, ni eran estrictamente "cartas" como hoy solemos entender esa palabra. En el proceso de coleccionar escritos, la gente no tenía el tipo de interés histórico que nosotros pondríamos hoy: ¡lo importante era no perder la predicación! Esto hace suponer que lo que nosotros hoy consideramos como "un" documento seguramente ha tenido un proceso largo de elaboración, y quizás fueron algo así como "carpetas" o "dossiers" que recogen disposiciones o decisiones que quizás no fueron tomadas en la misma época o para la misma comunidad. Con todo ese preámbulo podemos abordar tu cuestión específica. Todo indica que Pablo daba indicaciones disciplinarias de acuerdo con las diversas circunstancias. No todo lo que él mandó, en un momento dado, debe considerarse como algo fijo y siempre aplicable porque es claro que su pensamiento cambió en cosas específicas o frente a comunidades específicas. En 1 Cor 7,8 dijo: "No obstante, digo a los célibes y a las viudas: Bien les está quedarse como yo." En cambio en 1 Tim 5,14 leemos: "Quiero, pues, que las jóvenes se casen, que tengan hijos y que gobiernen la propia casa y no den al adversario ningún motivo de hablar mal." Algo parecido sucede en los versículos que mencionas. Pablo sin duda tuvo vacilaciones y cambios de opinión en esto. Por una parte no quiere que se pierda lo que el Espíritu Santo quiera dar a una comunidad; por otro lado, sabe que es propio del hombre ser cabeza, en la familia y en la comunidad; no una cabeza dura, ni una cabeza que se imponga a fuerza, pero sí cabeza que sea para la familia o para la comunidad lo que Cristo es para la Iglesia. Entre esos dos criterios, a veces quiere que las mujeres se callen y guarden orden; otras veces, que profeticen, aunque siempre con decencia (para él era importante que la mujer se cubriera la cabeza). Muy probablemente esas disposiciones quedaron agrupadas en uno de los documentos que hoy llamamos Cartas de San Pablo. ¿Qué podemos aprender de esto? Ante todo, que es maravilloso la complejidad del camino que siguió Dios para regalarnos esto que se llama la Biblia. Luego, que conviene distinguir lo que es esencial de lo que es accidental, y distinguir también lo que es permanente de lo que es transitorio. Y por último, al reconocer la importancia de los altos motivos que llevaban a san Pablo a hablar de modos diversos en diversos ambientes, es bueno profundizar en esas riquezas para valorar lo que él valoró, y para cuidarnos de los peligros que él pudo ver. ¡Bendiciones! |
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-Fr. Nelson Medina, OP
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