Pregunta publicada en 20081204: |
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Fray Nelson, pronto recibire la ordenaciòn como Diacono Permanente... Para poder seguir fielmente la doctrina de la Iglesia, ¿qué parametros debo seguir, para realizar una buena actividad pastoral siendo ya un ministro ordenado, teniendo en cuenta que mi preparaciòn no es la adecuada, y sabiendo de su gran madurez espiritual como predicador? Humildemente te pido me aconsejes, gracias. - Ramiro Plata Romero. Querido hermano, Ante todo, te felicito por tu anhelo de formación y por ese deseo de acoger con gratitud y coherencia de vida el don que vas a recibir prontamente con tu ordenación diaconal. Las siguientes pistas breves pueden servirte: 1. Está clara la primacía de la oración. Tu alianza es ante todo con Cristo, y sea bueno o malo lo que encuentres en el camino, tus ojos han de buscar a Cristo, para que él sea el consuelo, la fuerza y el estándar de tu vida. 2. Recuerda que el ministerio es fundamentalmente servicio. No recibimos la ordenación como un honor, un premio, una simple dignidad o como el solo resultado de un proceso académico. El sacramento es regalo, como la rpesencia misma de Cristo por la Encarnación, y como su manera de donarse en la Eucaristía. Y e sregalo de amor que busca el bien de los amados, que somos todos, hombres y mujeres. Es evidente que quien sirve a Cristo y hace sus veces en el ministerio ha de aspirar a esa misma clase de amor que es expresa en servicio al bien de todos. 3. Como ministros de Cristo, el bien que nos interesa compartir es ante todo el Evangelio. Los aspectos de caridad corporal son expresiones necesarias, incluso irreemplazables de la misión de Cristo, pero su ser y su quehacer no se agotan en el pan material o la salud física. Si leemos atentamente, descubrimos que el Hijo de Dios quiere ante todo que su Padre del Cielo sea conocido, amado, obedecido. Por eso Cristo anuncia el "Reino." este "reino" no es una montaña de idealismos o una utopía socipolítica, sino algo bien concreto: el Reino de Dios, o sea, que Dios reine. En medio de nuestras varias ocupaciones y tareas ministeriales esa preocupación tiene que ser también la nuestra. 4. No descuidemos la formación permanente. Hay un cierto paralelo entre estudiar en una universidad para recibir un grado y estudiar en un seminario (o equivalente) patra ordenarse. Un peligro de ese paralelo es que miremos la ordenación sólo como un punto de llegada, y no como lo que es: un nuevo punto d epartida que nos invita a crecer en todas las dimensiones, incluyendo ciertamente nuestra propia formación intelectual. Si buscas un punto de partida, encuéntralo siempre en el abundante material que nos ha ofrecido el Magisterio de la Iglesia, tanto sobre el ministerio ordenado, en general, como sobre diaconado, por ejemplo, en particular. Internet es recurso precioso en este sentido, como seguramente ya habrás verificado. 5. Somos Iglesia. Finalmente, un recordatorio: no somos francotiradores; no somos tampoco dueños de nada. Nuestro papel san Pablo lo describe como "administradores," y la gran cualidad de un adminstrador es la fidelidad en el cuidado del bien de lo que se le ha encomendado. Lo que se nos encomienda en cada predicación, en cada sacramento es: vidas humanas, redimidas con la Sangre de Jesús. Semejante tarea nos desborda pero no estamos solos. Cristo está con nosotros, como lo prometió, y están con nosotros todos aquellos que han recibido nuestro mismo bautismo, y en particular aquellos que han recibido el orden sagrado. Te confieso que para mí esto ha sido una fuente de esperanza y de realismo cristiano que me ha hecho mucho bien. Mientras me encomiendo a tu oración, te ofrezco la promesa de mis intenciones ante Dios por ti. |
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-Fr. Nelson Medina, OP
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