Pregunta publicada en 20081016: |
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¿Saben? Yo me encomiendo y oro al Señor Jesucristo completico no solo al Sagrado Corazón !! que yo sepa el vino al mundo como hombre y su obra la hizo El completo, no por partes ¿o sí? -AHB, Facebook. Para quienes tratan con poco aprecio --o franco desprecio-- la devoción al Sagrado Corazón. Cuando un joven le dice a su novia: "Me fascinan tus ojos", no está diciendo: "Sácatelos, ponlos en un plato y yo me dedico a mirarlos." Esos ojos le gustan a él como una expresión de la belleza que hay en toda ella. Lo que sucede es que el amor tiene una naturaleza hermosa, que sabe pasar del todo a las partes y de las partes al todo. Cualquiera que se haya enamorado, o cualquier papá que haya contemplado extasiado la hermosura del cuerpecito de su hijito o su hijita sabe de qué estoy hablando. Claramente, la expresión "corazón", de raigambre tan bíblica, indica un modo de contemplar el amor mismo de Dios. Cuando amamos nos fijamos en detalles, como lo que ya dije de los ojos, o también la manera de sonreír, o el cabello, o el tono de voz de la persona que amamos. Nosotros los cristianos (y con esa palabra yo indico aquí: católicos, porque no concibo un cristiano que niegue verdades como la Eucaristía), nosotros los cristianos creemos en el amor que Cristo nos ha mostrado, y exaltamos ese amor fijándonos en un detalle, entre muchos, de nuestro Amado. Por eso miramos a su Corazón, meditando con gratitud cuántos afectos santísimos pasaron por él. ¿No fue acaso ese Corazón el que elevó oraciones por Rodolfo, por Gulliermo, por fray Nelson... por todos y cada uno de nosotros? ¿No es ese el Corazón lleno de pureza que nos aguarda compasivo para darnos el remanso de su consuelo y su fortaleza? Por supuesto, no separamos ese Corazón del conjunto de la vida y obra de Cristo. Sabemos que el amor de él se mostró con poder y ternura en su mirada, en las llagas de sus manos, en las heridas de los azotes, en la elocuencia de sus palabras, en el cansancio de sus pies que se fatigaron buscándonos a nosotros, que somos su oveja perdida. Yo me atrevo a invitar a los hermanos y hermanas que aquí escriben a que nos unamos en humilde agradecimiento hacia Jesús. Y si ese agradecimiento se va a hacer en público, y como de manera oficial, ¿no es razón para que todos nos gocemos? |
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-Fr. Nelson Medina, OP
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