Pregunta publicada en 20080814: |
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Fray, quería q me explicaras algo: Lc 19,27. Estela nuestra hermana de Sanctus, me escribio diciendome que le desconcierta ese versciculo... ¿puedes ayudarnos? - PIERA El texto al que te refieres es este: Estando la gente escuchando estas cosas, añadió una parábola, pues estaba él cerca de Jerusalén, y creían ellos que el Reino de Dios aparecería de un momento a otro. Dijo pues: «Un hombre noble marchó a un país lejano, para recibir la investidura real y volverse. Habiendo llamado a diez siervos suyos, les dio diez minas y les dijo: "Negociad hasta que vuelva." Pero sus ciudadanos le odiaban y enviaron detrás de él una embajada que dijese: "No queremos que ése reine sobre nosotros." «Y sucedió que, cuando regresó, después de recibir la investidura real, mandó llamar a aquellos siervos suyos, a los que había dado el dinero, para saber lo que había ganado cada uno. Se presentó el primero y dijo: "Señor, tu mina ha producido diez minas." Le respondió: "¡Muy bien, siervo bueno!; ya que has sido fiel en lo mínimo, toma el gobierno de diez ciudades." Vino el segundo y dijo: "Tu mina, Señor, ha producido cinco minas." Dijo a éste: "Ponte tú también al mando de cinco ciudades." «Vino el otro y dijo: "Señor, aquí tienes tu mina, que he tenido guardada en un lienzo; pues tenía miedo de ti, que eres un hombre severo; que tomas lo que no pusiste, y cosechas lo que no sembraste." Dícele: "Por tu propia boca te juzgo, siervo malo; sabías que yo soy un hombre severo, que tomo lo que no puse y cosecho lo que no sembré; pues ¿por qué no colocaste mi dinero en el banco? Y así, al volver yo, lo habría cobrado con los intereses." Y dijo a los presentes: "Quitadle la mina y dádsela al que tiene las diez minas." Dijéronle: "Señor, tiene ya diez minas." - "Os digo que a todo el que tiene, se le dará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará." «"Pero a aquellos enemigos míos, los que no quisieron que yo reinara sobre ellos, traedlos aquí y matadlos delante de mí."» Y habiendo dicho esto, marchaba por delante subiendo a Jerusalén. (Lucas 19,11-28) Lo principal que podemos aprender en este caso es la diferencia entre una parábola y una alegoría. No es frecuente que se hable de este tema y por eso tengo que pedir mayor atención de la usual para ver la diferencia. Además, la Biblia usa solamente la palabra "parábola" pero técnicamente hablando algunas de las "parábolas" son más propiamente "alegorías." La idea general en ambos casos es que se usa un luego comparativo o figurado. Pero una alegoría es mucho más precisa; es como un tipo particular de parábola: un subconjunto del conjunto "parábolas." En una alegoría cada elemento del relato tiene un significado. Cuando un maestro usa una alegoría se da una correspondencia uno-a-uno entre lo que dice el relato y la enseñanza que la persona quiere transmitir. Un caso que parece claro de alegoría es la que se suele llamar "parábola del sembrador." En ese relato todo tiene significado: los tipos de terreno, la maleza que crece, los pájaros que comen la semilla; etc. Jesús no siempre usó alegorías; de hecho, su estilo va más por el de la parábola que no es alegórica. Veamos por qué. Lo que Jesús intentó hacer muchas veces fue darnos ojos para mirar la vida, la misma vida normal de siempre, pero de una manera nueva. En las alegorías, lo mismo que en las fábulas, es muy frecuente que el relato tenga que seguir un curso extraño o un poco artificial; en las parábolas que no son alegorías, el relato sigue los acontecimientos de la vida, con todas sus imperfecciones, y de esa vida sabe extraer comparaciones que nos dejan ver un poco cómo actúa Dios. Pensemos en el caso del hombre que encuentra un tesoro, y vuelve y lo esconde, vende todo lo que tiene, compra ese campo y asi se hace con el tesoro. Es una parábola, que se encuentra en Mateo 13,44; no es una alegoría. El comportamiento de esa persona es lo que muchos tal vez haríamos. No es un comportamiento "ejemplar," porque la persona obra de un modo más bien astuto. No le dice al dueño del campo que ahí hay un tesoro, sino que se calla esa información para lograr un buen precio. Tampoco parece que sea alguien a quien le guste compartir--ni con los necesitados ni con nadie--. Es evidente que el propósito de esta parábola no es entonces presentarnos un comportamiento edificante y bueno para imitar sino "hacer hablar" a la vida, la vida normal. Es decir, Jesús toma ese hecho, un hecho que en la vida real sucedería así como él lo describe, y nos enseña a ver en ese hecho una embriaguez de alegría que ya no se refiere a la condicia por llenarse de dinero sino a la dicha de encontrar el Reino de Dios. Es decir: las parábolas NO nos cuentan en general cosas edificantes y bonitas sino que nos enseñan a pescar destellos de Dios en la vida tal cual es. Por eso está también la parábola del juez injusto: Les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer. «Había un juez en una ciudad, que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. Había en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: "¡Hazme justicia contra mi adversario!" Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: "Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme."» Dijo, pues, el Señor: «Oíd lo que dice el juez injusto; y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les hace esperar? (Lucas 18,1-7) ¿Qué de edificante tiene la manera de obrar de ese juez? ¡Prácticamente nada! ¡Y en esa parábola ese juez representa nada menos que a Dios! O mejor dicho: no lo "representa" porque no estamos frente a una alegoría sino que hay "algo" en mediod e tanta iniquidad de ese juez que nos ayuda a comprender que hay que orar sin desfallecer. No es entonces tan extraño lo de la parábola que notivó esta pregunta. En ella Jesús no está contándonos cómo obraría el mejor dueño de hacienda sino describiendo cosas que suceden en la vida real y de las que sin embargo se puede aprender mucho. Según la mentalidad de ese tiempo, especialmente, uno que quiere ser rey y que se encuentra con saboteadores de esa calaña no se pondría con miramientos: todo lo describe Cristo con realismo para que de esa realidad aprendamos a ver algo del actuar divino. No en la crueldad de ese degollar, seguramente, sino en las consecuencias que tendríamos que afrontar si pretendiéramos rebelarnos contra el reinado el único que sí es Bueno. |
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-Fr. Nelson Medina, OP
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