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Pregunta publicada en 20080207:
El Dios del Antiguo Testamento

Un amigo mío argumentó que no cree en el antiguo testamento como algo inspirado por Dios. No es lógico que el Dios del amor guíe a su pueblo hacia la tierra prometida como se narra en algunos pasajes del Deuteronomio, por ejemplo (Deuteronomio 2, 31-34), en donde se describe un episodio de guerra y exterminio. -E.C.

Cabe anotar dos cosas, de entrada:

1. La idea de descartar el Antiguo Testamento (AT) afirmando que ha quedado desueto o que nunca fue válido como revelación es bastante antigua. El representante más conocido de esta idea en la antigüedad fue Marción, que decía que el AT era de un "dios malo" mientras que el Dios Bueno y verdadero sólo había aparecido en el Nuevo Testamento (NT).

2. Por otra parte, la idea muy extendida de que en el Antiguo Testamento todo es ira y en el Nuevo Testamento todo es paciencia y misericordia no es cierta. Uno puede encontrar muchos pasajes que hablan, cantan, gritan la compasión divina en el AT, incluyendo el mismo Deuteronomio (véase por ejemplo 1,31); y en el NT no faltan pasajes que nos hablan de la "ira" de Dios o de la condenación eterna de los réprobos.

Lo que parece que sucede, en general, es que uno tiende a hacer a Dios a imagen y semejanza de uno, o mejor, a imagen de lo que uno quisiera para llevar una vida como a uno le gusta y le conviene. Según ese enfoque la misericordia divina se entiende como si fuera permisividad, como si no importara en el fondo si uno es bueno o malo, si obedece o no los mandamientos del Altísimo.

Pero estas explicaciones no eliminan el escándalo que uno puede sentir al ver que Dios ordena a los suyos que aplasten y arrasen a otros pueblos. Quiero ofrecer una respuesta sobre este punto en particular.

Creo que la mejor manera de ver las cosas es hacer una comparación no entre naciones sino entre personas. Suponga que usted vive con su familia en un vecindario espantoso, repleto de gente de la peor calaña. Atracadores, violadores, drogadictos y ladrones están a la orden del día. Suponga además que la policía sencillamente no opera en ese sitio o peor aún, opera en complicidad con las fuerzas del crimen. En semejante cuadro usted va de camino con su hija menor y un desconocido intenta acercarse a ella y agarrarla por el brazo.

Son las circunstancias las que explican muchas cosas en esto del AT. El Medio oriente es hoy por hoy una zona terriblemente violenta pero no podemos imaginar lo que era en la época de Josué y de los Jueces, que es cuando más aparecen esas palabras de parte de Dios para acabar con los enemigos. Nosotros estamsos acostumbrados a pensar en términos de leyes, de principios universales (coo los Derechos Humanos), y nuestra lógica se apoya en la solidez de las instituciones, por ejemplo, de la policía y el ejército, pero también un sistema civil y penal que tiene procedimientos establecidos. Por favor, hagamos el esfuerzo mental de quitar todo eso de la cabeza cuando vamos al siglo XIII o al siglo X antes de Cristo.

Estamos hablando de pueblos que usan esta clase de pensamiento: si atacas a tu enemigo y dejas vivo a un niño, ese niño jurará venganza de sangre, y crecerá esperando la oportunidad de causarte el peor daño posible. Esta es la época por ejemplo en la que surgió y floreció un reino como el de los Asirios, que se ufanaban de contar cómo torturaban a los enemigos vencidos hasta hacerlos enloquecer de dolor y suplicar la muerte. Aceite hirviendo en los ojos, despellajamientos de personas vivas, empalamientos masivos y desmembramientos eran la norma y no la excepción. Léase una buena historia de Nínive y se encontrará todo eso.

Todavía en tiempo de Cristo, ¿cuál era el tormento predilecto de los romanos para disuadir a los rebeldes? La crucifixión. Es inaudita la crueldad de la cruz, que incluía cosas como esta: ¿Sabes por qué dicen los evangelios que los soldados les "quebraron las piernas" a los que murieron con Jesús? Porque una persona cruficiada casi no puede respirar, y para poder hacerlo, se apoya en la herida de los pies, despedazándolos en el proceso, para tratar de abrir espacio a sus pulmones. Quebrar las piernas es destrozar las rodillas a mazazos para que la persona, ya fracturada, no pueda hacer fuerza en los pies y se asfixie por falta de aire y necesidad de gemir. Ese es el mundo de la Biblia; ese es el mundo de la Antigüedad.

A eso hay que añadir las prácticas bárbaras con los niños y las mujeres. Muchas familias tenían la costumbre de asesinar al hijo mayor y echarlo en los huecos donde se iban a poner los cimientos de la casa en que iban a vivir. Literalmente las casas se construían sobre los huesos de esos desventurados. Ya se puede temer lo que hacían a las niñas. No era extraño que las jovencitas de los pueblos enemigos eran tomadas como prostitutas a la fuerza o eran sometidas a una tortura de máximo sadismo: violarlas repetidamente, por decenas de hombres, hasta que la niña se muriera. Y cuando capturaban a un jefe, la costumbre era torturarle los hijos hasta matarlos delante de sus ojos, y después sacarle los ojos. Ese es el mundo del AT.

En ese contexto uno entiende muchas cosas. Uno entiende que la Humanidad entera era, y en parte sigue siendo así. La fe alcanza una delicadeza muy grande en su expresión, y puede volverse mística y poesía. Pero cuando estás rodeado de esta clase de peligros a veces lo único sensato es aplicar el principio de defensa propia para poner un límite al barbarismo de los enemigos. El amor en este caso toma un rostro extraño pero sigue siendo una forma de proteger el bien posible.


Reproducción permitida, citando la fuente.
-Fr. Nelson Medina, OP

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