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Pregunta publicada en 20080124:
La oración de un pecador

Fray Nelson:

Cuando una persona cayó en pecado, ¿puede con su oración ayudar a las necesidades de los hermanos? ¿Puede la oración de alguien que cayó en pecado y aún no se ha confesado, servir para que Jesús ayude a esos hermanos?

¿Qué diferencia podría tener la oración de esa persona que ha caído en pecado, cuando pide y busca el arrepentimiento y la primera oportunidad para confesarse?

Gracias, y Dios te bendiga. -Piera

En sí misma, la oración de intercesión, que clama ayuda en favor de otra persona, es un acto de caridad y como tal, no puede ser inútil ni caer en el vacío. Santa Catalina dice que la obra de la caridad en un alma en pecado no pierde su fruto sino que sirve de muchos modos, por ejemplo, empujando hacia al conversión, haciendo que el mal se deteste, moviendo al anhelo de la amistad con Dios, rebajando las consecuencias de los malos actos realizados, y aun otros frutos buenos. La limosna cubre muchos pecados, dice el libro de Tobías (12,8-9; véase 1 Pedro 4,8), y por eso hay que creer que hay un bien muy grande en esas oraciones.

Dios ama la oración de los pecadores, nos demuestra también aquella parábola del fariseo y el publicano (Lucas 18,9-14). Dios no espera a que seamos buenos para empezar a escucharnos, porque aquí más bien hay que aplicar lo que dice el salmo 130: "Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?"

Sin embargo, hay que ser cuidadosos en estas afirmaciones. El corazón del pecador está usualmente centrado en sí mismo y es muy probable que la oración que brota de sus labios sea sólo una expresión más de ese egoísmo. Vemos, de hecho, que todos o casi todos caemos en eso, es decir, en una oración que sólo mira por nosotros mismos, por el deseo de que todo nos salga bien y por un amor de corto alcance, que a duras penas alcanza a la gente que nos retribuye con su propio amor. En contraste, la oración que Cristo nos enseñó busca un horizonte amplio en el que el primer lugar lo tiene que Dios sea amado, conocido y obedecido.

Es esto entonces lo que suele cambiar entre la oración del pecador y la oración del que ha avanzado algo en el camino de la conversión. Mientras que al principio nuestras petición son egoístas, materialistas y centradas en nuestro propio provecho, a medida que vamos conociendo el amor de Dios la oración se vuelve amplia, generosa y centrada en la gloria de Aquel que a todos mira con misericordia y cuida con su Providencia.


Reproducción permitida, citando la fuente.
-Fr. Nelson Medina, OP

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