Pregunta publicada en 20070719: |
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Reciba un cordial saludo Fray Nelson, tengo una duda y quisiera saber si me puede ayudar. En nuestro medio es por estos dias muy corriente que nuestros seres queridos que fallecen sean cremados, por voluntad propia o de sus familiares. Sin embargo alguien me comento que esto no era del todo un asunto ajeno a nuesta religión Católica , lo anterior basado en el hecho que los cuerpos de algunos Santos de la Iglesia ( no se si todos ) se mantenian incorruptos por obra y gracia de nuestro Señor, y entonces que habría sido si esos cuerpos se hubiesen cremado en su momento? Acaso estariamos interponiendonos a la voluntad Divina? Gracias de antemano por su luz en este tema. -Jorge R. La razón por la que la Iglesia se opuso durante mucho tiempo a la cremación de cadáveres es porque la decisión de ser cremado estaba casi invariablemente unida a una especie de manifestación pública de ateísmo, o por lo menos, de cualquier posibilidad de una vida más allá de lo material. Hoy las cosas han cambiado y la Iglesia no recomienda la cremación pero tampoco la prohibe a sus fieles. Tú mencionas un punto interesante, el de los santos incorruptos, como por ejemplo, Santa Bernardita Subirous, la vidente de Lourdes. Hay que reconocer que sólo un pequeñísimo porcentaje de los santos (menor al 0,01 % ) han permanecido incorruptos pero la objeción que dices tiene su validez: la destrucción activa de un cadáver impide en realidad que ese milagro tan particular, el de la incorrupción, se realice. Sin embargo, uno puede preguntarse si una expectativa tan tenue es un argumento que pese hasta el punto de decir que nadie debería ser cremado. Es un hecho, en efecto, que Dios puede sacar santos de todaslas clases sociales y estados de vida. Es un hecho también que cualquiera de ellos podría recibir esa gracia de incorrupción. La única conclusión posible es que nunca debería cremarse a nadie. Esa conclusión parece un poco extraña en sí misma porque implica que habría que enterrar a cada persona pensando que podría quedar incorrupta. Lo que esto implica en términos de arriendo de lotes en cementerios da qué pensar. Y no sólo eso: pensemos en el caso de las donaciones de órganos. ¿Qué órganos pueden sacarse de un cadáver sin que se sienta que estamos perturbando un proceso de incorrupción? ¿Y qué pasa en el caso de las autopsias? Además, sobrevalorar el milagro de la incorrupción puede hacernos creer que esa es la principal señal de santidad, algo así como si los incorruptos fueran una élite de santísimos. La verdad es que prácticamente ningún mártir ha quedado incorrupto, y más bien lo contrario: poquísimo o nada quedó de los que fueron devorados por las fieras; poquísimo o nada quedó de tantos misioneros que entregaron su vida perdidos en medio de junglas o desiertos; poquísimo o nada se sabe que haya quedado de tantos monjes anónimos... Creo que debemos agradecer el don de la incorrupción de los cadáveres, cuando Dios la concede como libre señal suya de la santidad de alguien, pero debemos ante todo valorar la resurrección, que no es preservar la memoria de lo que fue esta vida sino celebrar el triunfo más allá de la muerte. |
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-Fr. Nelson Medina, OP
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