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Respuestas a tus Preguntas

Pregunta publicada en 20070118:
La Virgen María en las Cartas de San Pablo

Estimado fray Nelson:

Es posible que yo no sepa leer corectamente las Cartas de San Pablo, por lo que me ha llamado mucho la atención de que el Apóstol por antomasia no hable explícitamente del papel co-redentor de María. Sólo he encontrado este texto que pareciera referirse a María, aunque sin nombrarla. "…mas, cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios envió a su propio Hijo, nacido de una mujer” (Gal 4,4)

¿Hay alguna explicación teológica a esta aparente omisión de San Pablo, respecto a la Madre de Jesús?

Su agradecido de siempre,

Aurelio.

Por supuesto, el único que podría responder esa pregunta con propiedad es el mismo san Pablo y mucho de lo que nosotros digamos será sólo conjeturas. Hay sin embargo una buena base para esas conjeturas porque Pablo mantuvo una serie de opciones básicas a lo largo de sus escritos, a saber: la necesidad y centralidad de la gracia de Dios, que nos viene dada como un regalo que recibimos ejerciendo fe en el amor que Cristo desplegó por nosotros y para nosotros en su sacrificio en la Cruz.

"La gracia de Dios es necesaria" : esta afirmación implica, por un lado que nadie puede salvarse a sí mismo, y por otro lado que nada puede reemplazar esa obra que es de Dios y sólo de Dios. Uno no es salvo a través del cumplimiento de la Ley, ni por la pertenencia a un pueblo o raza especial, ni por el esfuerzo en hacer cosas buenas: uno es salvo sólo por la piedad de Dios que ya ha obrado poderosamente resucitando a Cristo de entre los muertos. De ahí, y como una consecuencia de la obra de la gracia, vendrá todo lo demás, a lo cual Pablo llama ser "hombres nuevos."

Pablo fue un gran sembrador de la semilla del Evangelio y dio origen a muchas comunidades en las que por supuesto lo más importante era dejar gran claridad sobre las bases. Pablo no quiere que ningún tema interfiera con este anuncio básico que él quería que quedara muy bien cimentado en todos, y por eso a los Gálatas les advierte del peligro de dar relevancia a las prácticas de la Ley de Moisés, y a los Colosenses que se cuiden de dar demasiada importancia a los ángeles, y a Timoteo que no se enrede en discusiones sobre genealogías, y a los Corintios que no especulen demasiado sobre cómo será la otra vida... la tendencia en general en todo esto es clara: el apóstol quiere que el cimiento nos quede bien claro: sólo Jesus es Señor; sólo en él somos salvos.

Según todo esto, no tiene nada de extraño el silencio de Pablo sobre la Santa Virgen María. De hecho, el mismo apóstol prácticamente nunca se refiere a la vida de Cristo sobre esta tierra sino es en conexión con el hecho fundamental: que él verdaderamente murió por nuestros pecados y resucitó para que fuéramos salvos. No debe deducirse de aquí ninguna clase de desprecio o de baja valoración. Pablo conoce y valora la carne de Cristo, su verdad histórica, el papel preparador que tuvo la Ley: es sólo que no quiere que nuestra atención se quede en primer lugar en nada de eso.

Además, Pablo mismo reconoce en más de un lugar que su tarea es sólo parcial. Conviene recordar algunos pasajes aquí: "Yo sembré, Apolo [predicador de aquella época] regó, pero es Dios quien da el crecimiento; así que ni el que planta ni el que riega es algo, sino Dios, que da el crecimiento" (1 Corintios 3,6-7). "Conforme a la gracia de Dios que me fue dada, yo, como sabio arquitecto, puse el fundamento, y otro edifica sobre él. Pero cada uno tenga cuidado cómo edifica encima. Pues nadie puede poner otro fundamento que el que ya está puesto, el cual es Jesucristo" (1Corintios 3,10-11). "Doy gracias a Dios que no bauticé a ninguno de vosotros, excepto a Crispo y a Gayo, para que nadie diga que fuisteis bautizados en mi nombre. También bauticé a los de la casa de Estéfanas; por lo demás, no sé si bauticé a algún otro. Pues Cristo no me envió a bautizar, sino a predicar el evangelio, no con palabras elocuentes, para que no se haga vana la cruz de Cristo" (1Corintios 1,14-17) "A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, se me concedió esta gracia: anunciar a los gentiles las inescrutables riquezas de Cristo, y sacar a luz cuál es la dispensación del misterio que por los siglos ha estado oculto en Dios, creador de todas las cosas" (Efesios 4,8-9).

Una enseñanza importante que podemos sacar como conclusión es que ninguna parte de la Biblia debe ser absolutizada. Mientras que Pablo quiere que no se dé demasiada importancia a los Angeles, la Carta de Judas Tadeo pondera la grandeza de las Majestades Angélicas. Mientras que la Carta a los Hebreos ve en Cristo al Sumo y Eterno Sacerdote, los evangelios no hacen mención ni comparación alguna entre la obra realizada por Cristo y el sacerdocio levítico. Mientras que Lucas destaca el papel de las mujeres en el surgimiento del cristianismo primitivo, ni Pedro ni Pablo se aproximan a ese enfoque realmente.

De estos y otros ejemplos aprendemos que no puede hacerse una "Biblia dentro de la Biblia" : más bien digamos que necesitamos de toda la Escritura, y aún más: de toda la vida de la Iglesia. Eso es ser genuinamente católicos.


Reproducción permitida, citando la fuente.
-Fr. Nelson Medina, OP

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