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Pregunta publicada en 20061026:
Diezmos y Ofrendas

Quisiera que por favor me ilustrara acerca del diezmo porque algunos dicen que es el diez por ciento. Ademas qué diferencia hay entre diezmo y ofrenda. - Richard M.

La idea con el diezmo es muy sencilla: todos hemos de colaborar para que el culto, los ministros y las obras de la Iglesia sean económicamente posibles. En la Biblia esto se expresa de varios modos: dar la décima parte de todo (como en Génesis 14,20); ofrecer las primicias, los primeros frutos, de la cosecha (Éxodo 23,19; Levítico 2,12 y sobre todo, 27,30) y del ganado (Levítico 27,32). Según este modo de pensar, también un décimo de la población ha de ser ofrecido al servicio de Dios; tal es el sentido de la tribú de Leví, la tribu sacerdotal (Números 18,24). Los levitas no deben considerarse dueños de lo que reciben sino que también ha de parendar a diezmar de los diezmos (Números 18,26).

Ese diezmo de los productos del campo no implica la destrucción física de lo que se ofrece sino, según el ideal del Deuteronomio, ha de servir como de catequesis, como de escuela de lo que significa alegrarse en Dios y con Dios. Un pasaje muy significativo es Deuteronomio 12,17-19: "No te es permitido comer dentro de tus ciudades el diezmo de tu grano, de tu mosto, o de tu aceite, ni de los primogénitos de tus vacas o de tus ovejas, ni ninguna de las ofrendas votivas que prometas, ni tus ofrendas voluntarias, ni la ofrenda alzada de tu mano, sino que lo comerás en presencia del SEÑOR tu Dios en el lugar que el SEÑOR tu Dios escoja, tú, tu hijo y tu hija, tu siervo y tu sierva, y el levita que vive dentro de tus puertas; y te alegrarás en presencia del SEÑOR tu Dios de toda la obra de tus manos. Cuídate de no desamparar al levita mientras vivas en tu tierra."

El levita aparece así como ministro de la unidad, y del gozo en el Señor--algo en lo que uno no suele reflexionar. Leamos Deuteronomio 18,1-7: "Los sacerdotes levitas, toda la tribu de Leví, no tendrán porción ni heredad con el resto de Israel; comerán de las ofrendas encendidas al SEÑOR y de su porción. Y no tendrán heredad entre sus hermanos; el SEÑOR es su heredad, como les ha prometido. Y este será el derecho de los sacerdotes de parte del pueblo, de los que ofrecen como sacrificio buey u oveja: darán para el sacerdote la espaldilla, las quijadas y el cuajar. Le darás las primicias de tu grano, de tu mosto, de tu aceite y del primer esquileo de tus ovejas. Porque el SEÑOR tu Dios le ha escogido a él y a sus hijos de entre todas tus tribus, para que esté allí y sirva en el nombre del SEÑOR, para siempre. Y si un levita sale de alguna de tus ciudades, de cualquier parte de Israel en que resida, y llega con todo el deseo de su alma al lugar que el SEÑOR escoja, él ministrará en el nombre del SEÑOR su Dios, como todos sus hermanos levitas que están allí delante del SEÑOR."

Señal de corrupción, en cambio, es cuando los que debían representar a Dios se adueñan de las ofrendas. Samuel, el profeta, advierte al pueblo que una vez que tengan un rey, el rey pensará sólo en sus intereses, de manera que cobrará un diezmo inicuo: "Entonces Samuel habló todas las palabras del SEÑOR al pueblo que le había pedido rey. Y dijo: Así será el proceder del rey que reinará sobre vosotros: tomará a vuestros hijos, los pondrá a su servicio en sus carros y entre su gente de a caballo, y correrán delante de sus carros. De vuestro grano y de vuestras viñas tomará el diezmo, para darlo a sus oficiales y a sus siervos. Tomará también vuestros siervos y vuestras siervas, vuestros mejores jóvenes y vuestros asnos, y los usará para su servicio. De vuestros rebaños tomará el diezmo, y vosotros mismos vendréis a ser sus siervos" (1 Samuel 8,1011.15-17).

Sin embargo de ese riesgo, el principio fundamental permanece válido en el Nuevo Testamento. Pablo, ya bien convertido, hace una gran colecta para llevar ofrendas al templo de Jerusalén (Hechos 24,17-18). Este mismo apóstol sugiere que haya una colecta organizada de antemano, de modo que no haya que hacerla precipitadamenete cuando él llegue: "Que el primer día de la semana, cada uno de vosotros aparte y guarde según haya prosperado, para que cuando yo vaya no se recojan entonces ofrendas" (1 Corintios 16,2). Y también en esa carta dice: "¿No sabéis que los que desempeñan los servicios sagrados comen la comida del templo, y los que regularmente sirven al altar, del altar reciben su parte? Así también ordenó el Señor que los que proclaman el evangelio, vivan del evangelio." ( 1Corintios 9,13-14).

Jesús por su parte nos hace ver una cosa muy importante, al poner como ejemplo de generosidad a una viuda pobre (Lucas 21,1-4): más que la cantidad, importa la actitud de corazón que acompaña a esa cantidad. No es lo mismo dar mucho mientras uno se siente bien seguro en lo que se está guardando que dar numéricamente poco pero con un acto de abandono en Dios, hasta el punto de perder la seguridad para un mañana. Ese "darlo todo," ese confiarse en Dios y entregarse a él y a su servicio es la imagen perfecta del sacrificio, es la máxima ofrenda, la que nos hace entrar más de lleno en el acto de amor de Cristo en la Cruz. Porque hay que saber que, de fondo, Cristo en la Cruz pagó el diezmo por todos nosotros, porque él el la Primicia (1 Corintios 15,20.23), él es el Primogénito (Romanos 8,29; Colosenses 1,15; Apocalipsis 1,5), y en él nosotros somos también "primicias" (Santiago 1,18; Apocalipsis 14,4) de la Gran Cosecha, o sea la Humanidad Resucitada, restaurada a imagen del querer de Dios.

Pero toda esta reflexión espiritual no debe hacernos perder de vista que en esto del diezmo hay una motivación muy concreta, casi "material" : hay que apoyar a los que predican al Evangelio y hay que colaborar para el culto y las obras de misericordia que hace el Papa y que se hacen en la Iglesia. por eso hay que dar algunas indicaciones prácticas, sabiendo que el detalle de las disposiciones cambia de lugar a lugar según las distintas Conferencias Episcopales.

Algo que debe quedar claro es que todos debemos apoyar a nuestras iglesias locales, y esto quiere decir en primer lugar la parroquia, aunque hay excepciones cuando por ejemplo un colegio o comunidad se convierte en realidad en la fuente de vida sacramental de muchas familias. En países como Colombia se ha sugerido que el diezmo anual sea un día de salario para la parroquia; dado de una sola vez, o en distintos momentos. Esa ofrenda que se hace así, con un porcentaje definido es lo que hoy se suele llamar diezmo, y que ya no corresponde normalmente al diez por ciento, aunque hay personas que con libertad de corazón pueden dar y dan todo eso. Incluso conocí el caso de un predicador que un cierto año empezó dando él mismo el diez por ciento, y al año siguiente, dio el 11, luego el 12, luego el 13, y su testimonio es: "¡Cada vez el Señor bendice más mi vida y a mi familia!"

Cualquier otro aporte es una ofrenda, y bajo ese título entran muchas cosas. Si uno está recibiendo bendición en un grupo de oración, debe apoyar con recursos proporcionados y generosos a ese grupo. Lo mismo vale para los praesidia de la Legión de María, las comunidades del Camino Neocatecumenal, y cualquier otro servicio de evangelización u obra de misericordia.

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Reproducción permitida, citando la fuente.
-Fr. Nelson Medina, OP

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