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Respuestas a tus Preguntas

Pregunta publicada en 20060928:
¿Debe Dios "protegernos" de la muerte?

Tengo una pregunta para ustedes. Porque, si "nuestro hogar" es en el cielo y nuestro espíritu busca volver allí, siempre pedimos a Dios nos proteja de la muerte y hacemos todo lo que sea posible y a veces creo que mucho más de lo que se debe, sobretodo si todavía no llegamos a los 70 o más años de edad. --AF

Creo que se puede decir que la relación de un cristiano con la muerte es bien compleja. Por una parte la muerte es una enemiga, porque leemos: "No fue Dios quien hizo la muerte ni se recrea en la destrucción de los vivientes; Él todo lo creó para que subsistiera..." (Sabiduría 1, 13-14). Dios trata a la muerte con estas palabras: "Oh muerte, yo seré tu muerte; y seré tu destrucción, oh sepulcro" (Oseas 13,14). Según todo ello, no podemos empezar que morir sea muy deseable.

Pero por otra parte, la muerte es puerta para los bienes definitivos. Y son esos bienes, no la muerte misma, los que pueden atraernos como atrajeron a san Pablo cuando escribía a los Filipenses: "Para mí el vivir es Cristo y el morir, ganancia. Pero si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger: De ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros." (Filipenses 1,21-24). Según esto, la muerte es una aliada.

¿Qué opción debe tomar un cristiano? Acogerse con serenidad a la voluntad de Dios. Hemos de defender la vida natural y la vida de la gracia, pues ambas tienen su fuente en Dios, pero sabiendo que la vida puramente natural no es nuestra razón de existir ni es un valor absoluto, pues ya el salmo 63 dice: "Tu gracia vale más que la vida."

Por otra parte, parece un hecho que a medida que pasan los años apreciamos más lo que significa vivir. Se ha demostrado, incluso biológicamente, que las sustancias tipo "adrenalina" no obran ni en la misma cantidad ni de la misma forma a medida que somos más y más maduros. Subjetivamente, uno se experimenta como más "cobarde," entre otras cosas porque también se ha demostrado que el cerebro adolescente evalúa las consecuencias de los actos muy pobremente.

Lo importante es que no seamos ni irresponsables en descuidar el tesoro de la vida, ni incrédulos de los bienes que nos esperan cuando esta vida se termine.


Reproducción permitida, citando la fuente.
-Fr. Nelson Medina, OP

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