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Respuestas a tus Preguntas

Pregunta publicada en 20060829:
La Crucifixión

Mi pregunta tiene que ver con un comentario que hace poco dijo en una charla por EWTN el Sacerdote Jesuita Jorge Loring. El decía que Jesucristo fue clavado a la Cruz en las muñecas y no en las palmas de las manos como se cree. Si es así, ¿Entonces por qué las imagenes del Sagrado Corazón de Jesús y las personas que dicen tener los Estigmas de Cristo, aparecen con las marcas de los clavos en la palma de sus manos, como si a Él lo hubieran crucificado así?

En realidad no hay datos completamente seguros sobre la manera como fue crucificado Cristo, entre otras cosas, porque consta que los Romanos no utilizaban la misma manera siempre (y fueron miles los que fueron así llevados a la muerte). Lo básico para ellos, y es espantoso decirlo, era producir una muerte muy dolorosa y prolongada al extremo (a veces de hasta tres días), de modo que un castigo tan atroz disuadiera a todos de rebelarse contra el Imperio.

Una cosa que por ejemplo cambiaba era el número de azotes. La flagelación, aunque cruel en sí misma, tenía como finalidad debilitar al condenado, de modo que su agonía, ya en la cruz, fuera menos prolongada. Por eso era parte de la flagelación que el condenado perdiera mucha sangre, y los azotes usados servían a ese propósito: tenían garfios o pedazos de hueso con los cuales arrancar a girones pedazos de carne y propiciar un sangrado abundante y debilitante.

No está claro si los Romanos usaban algo más aparte de los clavos para fijar los condenados a sus cruces. En principio no se puede descartar que clavaran y amarraran, por lo menos algunas veces, pues en ambos casos se conseguía lo fundamental, a saber, que el condenado muriera agotado y asfixiado.

Por todo ello, quizá no estaremos nunca seguros de cuál fue el lugar preciso en que los claves atravesaron la carne del Hijo de Dios. Pero ante el hecho de la verdad de su sufrimiento, y de su obediencia al designio del Padre, ese lugar no parece tan importante como dejar que esos mismos clavos abran nuestras almas a su amor redentor.


Reproducción permitida, citando la fuente.
-Fr. Nelson Medina, OP

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