Pregunta publicada en 20060615: |
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Hay controversia entre los predicadores católicos sobre la llamada Medicina Alternativa. ¿Es o no es contraria a nuestra fe? -Ruth. Hay discrepancias en este tema porque no puede darse una respuesta única para todos los casos. La medicina alternativa lleva ese nombre porque quiere encontrar otras maneras de curar a las personas, o también porque quiere buscar un enfoque que mire más a la persona y no sólo a la enfermedad. Los recursos que se ofrecen son demasiado variados, la manera como se presentan es muy diversa también, y sobre todo, en las motivaciones de quienes la promueven hay de todo. De modo que las tres series de preguntas que un católico debe hacerse cuando le proponen algo de medicina alternativa corresponden con estas tres dimensiones de la cuestión: el fondo, la forma y la finalidad. (1) ¿Qué me están ofreciendo aquí? O sea: ¿qué clase de fuerza o poderes se suponen que están implicados esto? ¿Este sistema implica una invocación, así sea implícita, de algo distinto de Dios, de sus ángeles y santos? (2) ¿Este sistema supone que yo entregue mi mente o mi corazón a algo o a alguien? (Esto hay que suponerlo siempre que nos piden que dejemos la mente en blanco mientras nos hablan o ponen a escuchar algo) ¿Cómo se usan las imágenes religiosas, si las hay? ¿Se trata de un uso mágico, o sea sin referencia a la conversión personal? ¿Revuelven imágenes católicas con imágenes de personas a las que la Iglesia no ha declarado santas (caso de José Gregorio Hernández), o las mezclan con rituales paganos, indígenas o de tipo oriental? (Budas, imágenes de Shiva, cantos de Hare-Krishna) (3) ¿Qué pretende la persona que me trata? ¿Va revolviendo en su discurso prácticas ajenas a mi fe, y dice que son neutras o que en todo caso son obligatorias? ¿Qué tipo de literatura vende él o venden las personas que pertenecen a su mismo consultorio o centro de medicina alternativa? Además de todo este examen, hemos de mirar qué tan receptivas son las personas a nuestras dudas. Ver si su intención es más el dinero, o matricular gente en su filosofía o religión, si la tienen y proclaman, o cuál es. Conviene hablar con pacientes que han tenido y ver si son gente que ha cambiado sus convicciones, o si presentan síntomas de lavado cerebral. Toda esta desconfianza tiene una razón de ser: cuando uno está débil o enfermo también se vuelven más débiles las aduanas y controles que todos debemos conservar para mantenernos firmes en la fe, en un mundo que todos los días quiere que nos apartemos de Jesús y de su Iglesia. Y sin embargo, hay tratamientos de medicina alternativa que parece bastante seguro que no se oponen a la fe, a menos que al aplicarlos le revuelvan un discurso religioso raro. Las pastillas o nódulos de la homeopatía, las agujas de la acupuntura y los masajes de los quiroprácticos son ejemplos de ello, aunque repito, en todos los casos hay que ver quién aplica el tratamiento, en qué circunstancias y diciendo qué discurso. Hay gente que dice que el yoga puede ser cristiano, si se le mira como una forma de "pacificar" y "armonizar" el organismo, sobre todo a base de ejercicios de respiración. Yo creo que aprender algunas técnicas básicas de relajación es algo que nos hace bien a todos, pero hay que saber que el riesgo de que le revuelvan algo al yoga es muy, muy alto. Pronto los instructores hablarán de chacras y reservorios energéticos, y de ahí pasarán al aura, o a una versión sobre el alma humana que está diseñada para hablar luego de reencarnación. El efecto final es desastroso. En resumen: es un tema resbaladizo y lleno de engaños. Lo cual no significa que debamos condenarlo todo, sino sólo discernir, discernir mucho y en todo lugar. Nuestra fe vale más que la salud misma, pues hay un salmo que le dice al Señor: "Tu gracia vale más que la vida" (Salmo 62) |
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-Fr. Nelson Medina, OP
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