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Homilías de Fr. Nelson Medina, O.P.Derechos Reservados © 1997-2024 Vigilia de Pentecostés
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Lectura: |
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1a. |
Se llama Babel, porque allí confundió el Señor la lengua de toda la tierra (Génesis 11, 1-9) |
Salmo |
Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra (Salmo 103) |
2a. |
El Espíritu intercede con gemidos inefables (Romanos 8,22-27) |
Evangelio |
Manarán torrentes de agua viva (Juan 7, 37-39) |
Núm. |
Datos |
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Más... |
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1997/05/17 |
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2002/05/19 |
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2003/06/08 |
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2003/06/08 |
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2008/05/10 |
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2010/05/22 |
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2013/05/18 |
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2014/06/07 |
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2015/05/23 |
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2016/05/14 |
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2017/06/03 |
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2018/01/19 |
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13 |
2019/06/08 |
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2020/05/30 |
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15 |
2022/06/04 |
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2022/06/04 |
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Versión |
Homilía para leer: |
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1 |
1. La Espera de la Promesa1.1 La belleza incomparable del triunfo de Cristo en su Ascensión puede nublar la mirada frente a un hecho clave: Cristo, antes de partir, dejó una orden a sus discípulos: que oraran juntos esperando "la Promesa del Padre." Es importante recordar que cuando nos reunimos en vigilia de Pentecostés estamos cumpliendo de modo muy concreto ese mandato de nuestro Señor. 1.2 El nombre mismo que recibe aquí el Espíritu es un discurso muy bello, una poesía en sí mismo. Este Espíritu es "la Promesa." Juan Bautista preguntó en alguna ocasión a Cristo si él era el Mesías "o había que esperar a otro" (véase Mateo 11,3). De esa pregunta podemos saber que uno de los nombres del Mesías era: el Esperado. Ahora Cristo nos habla de otro Esperado, el Espíritu. 2. Razones para la Esperanza2.1 El Papa Benedicto estimó saludable escribir a todos sobre el misterio y la riqueza de la virtud de la esperanza, basándose en aquel texto de san Pablo que reza: "estamos salvados en esperanza" (Romanos 8,24). La espera del Espíritu es al espera de un regalo; es la certeza de un abrazo que ya llega; es la alegría que se adelanta a sí misma y nos saluda como desde lejos. 2.2 Una historia judía medieval habla de un hombre que pasaba por un pésimo momento en su vida, un tiempo en que todo parecía salir muy mal. A punto de claudicar en su fe recibió un consejo piadoso de un amigo que le invitó a que resistiera la prueba, y añadió: "¡Dios viene pronto a ayudarte!" Y el otro replicó: "Yo sé que Dios me va a ayudar, ¡pero necesito que me ayude mientras llega su ayuda!" Esa "ayuda mientras llega la ayuda" es la esperanza. 3. Reunidos en oración3.1 En Getsemaní, Cristo nos mandó velar y orar (Mateo 26,41). De nuevo en su Ascensión nos ordena estar reunidos en la Ciudad Santa, en Jerusalén, para ser bautizados con el Espíritu (Hechos 1,4-8). 3.2 La Ciudad Santa es hoy la Iglesia, pues san Pablo nos dice que nosotros pertenecemos no a la Jerusalén de abajo sino a la de arriba (véase Gálatas 4,26). Quedarse en esta "Jerusalén" es un modo muy específico de cumplir aquello que decimos en el Credo: "Creo... en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica..." Hay tiempos en la vida en que uno se siente tentado de buscar al Espíritu fuera de la Iglesia, por ejemplo, en aquellos grupos o sectas que parece que hacen más milagros o predican con más vigor. Obrando así, sin embargo, uno está desobedeciendo a Cristo. 3.3 Orar "en Jerusalén" junto con los hermanos es un modo de reconocer que todos tenemos básicamente las mismas necesidades. Nuestra religión no es intimista. No es una huida, ni hacia arriba, con un falso espiritualismo; ni hacia abajo, como si el Evangelio fuera sólo promoción humana y social; ni hacia adentro, como si el Espíritu fuera solo un dato de conciencia o una sensación interna. Oramos, nos reunimos para orar, porque creemos que el mismo que renueva a cada uno nos dispone a todos para renovarlo todo. |
-Fr. Nelson Medina, OP
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