Esta es tu casa!

Homilía de Fr. Nelson Medina, O.P.

No quiere Cristo que nos apartemos sino que reconozcamos que nos hemos apartado de su amor y de su plan.

Homilía v022006a, predicada en 20131210, con 5 min. y 2 seg.

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Transcripción:

El Evangelio de Jesucristo y la iglesia nuestra madre, nos están invitando siempre a la conversión. Pero hay tiempos litúrgicos en los que este llamado se hace más intenso, se hace más claro, se hace más apremiante, estos tiempos son especialmente el Adviento y la Cuaresma. Son tiempos en los que también somos llamados a practicar la penitencia, es decir, a tomar un poco de distancia frente a aquellas cosas en las que nos sentimos más cómodos o más regalados. No sea que los encantos del tiempo presente nos hagan olvidar las promesas del tiempo futuro.

Por eso también se da la circunstancia de que tanto en Adviento como en Cuaresma las vestiduras litúrgicas tienen el sello humilde del color morado, color que indica recogimiento y que sobre todo, toma distancia frente al esplendor de la gloria propia de la Pascua, o también del rojo propio de las festividades del Espíritu Santo o de los mártires. Así que estamos en tiempo de Adviento y es apenas normal que las lecturas nos estén llamando una y otra vez hacia la conversión.

Pero hay algo muy interesante en la lectura de hoy del Evangelio, capítulo dieciocho de San Mateo, es el famoso pasaje en el que Cristo nos habla de las cien ovejas que un hombre tenía, una se le ha extraviado y él deja las noventa y nueve en el campo y va y busca a la que se ha perdido, y cuando la encuentra, encuentra también más alegría en recuperar esa que se había perdido, que en las noventa y nueve que nunca se extraviaron.

El pasaje indudablemente nos está llamando a conversión, pero también despierta una pregunta en nosotros, si yo tomo ese relato de las cien ovejas, así como aparece, seguramente puedo preguntarme, ¿Si de veras vale la pena tratar de permanecer fiel, porque parece que las noventa y nueve que fueron fieles y que representan a aquellos que nunca se han alejado de Dios, parece que esa fidelidad no da tanta alegría?, Sé que estoy haciendo una pregunta incómoda, pero cabría decir, entonces hay que cometer errores y entonces tiene que ser uno un pecador para que entonces, cuando llegue la conversión, ahí sí haya verdadera alegría. Hagamos la pregunta más incómoda de todas, ¿Está Jesús menospreciando la fidelidad de aquellos que quieren permanecer cerca y de aquellos que son fieles al rebaño?Indudablemente, la fidelidad, que es uno de los atributos divinos más celebrados y más proclamados en el Antiguo Testamento, no puede ser despreciada de esa manera.

Más bien, el sentido parece ser este otro, que aquellos que creen que nunca se han alejado, aquellos que creen que no tienen nada de qué convertirse, aquellos que creen que son perfectamente fieles, en realidad se están engañando. Es decir, aunque sean noventa y nueve las ovejas que parecen fieles, todos somos llamados a identificarnos con aquella que se alejó, con aquella que se equivocó, con aquella que trajo tristeza al pastor, pero que ahora puede traerle enorme alegría, si se deja encontrar por él.

No, no es un desprecio el que Cristo está haciendo, la fidelidad es un llamado para que nuestra conciencia se sacuda, para que dejemos de creernos los buenos y para que lleguemos con humildad ante el trono de su misericordia, y entonces podamos descubrir que esa alegría de la que él habla, esa contagiosa alegría de la gracia y de la conversión, es también para nosotros.

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