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Homilía de Fr. Nelson Medina, O.P.
Separa tu tiempo; abre tu Biblia: conoce a tu Dios.
Homilía v022003a, predicada en 20111206, con 4 min. y 26 seg. 
Transcripción:
Uno de los pasajes más hermosos de toda la Biblia, está en el capítulo número cuarenta del profeta Isaías. Compruébalo por ti mismo. Es el texto que aparece en la primera lectura de hoy. Con este pasaje de Isaías empieza lo que se suele llamar el segundo Isaías, es decir, la segunda parte de este libro, o probablemente la obra de un autor que se apoyó en el primer Isaías para desarrollar esa maravillosa esperanza y plasmarla con un lenguaje tan bello, consolad, consolad a mi pueblo, dice el Señor, habladle al corazón a Jerusalén. Son palabras destinadas a iluminar nuestra esperanza, palabras que verdaderamente surgen de un corazón lleno de la hermosura de Dios, aunque solo fuera por esa belleza literaria. Nosotros debemos tomar el propósito, especialmente en Adviento y en Cuaresma, el propósito de acercarnos más a la Biblia. La Biblia no puede seguir siendo un libro desconocido para tantos católicos. Y te digo una cosa, aunque ofrecemos con mucho cariño este servicio de predicación, nada puede reemplazar el contacto personal y cotidiano con el poder de la Palabra. Acércate a esa palabra, siente cómo vibra tu corazón y cómo va entrando en la sintonía de Dios, descubre a Dios mismo. Decía San Jerónimo en el prólogo a su comentario del profeta Isaías desconocer las Escrituras es desconocer a Jesucristo. El Adviento es tiempo para acercarse a la Palabra, no de cualquier manera, sino como el discípulo se acerca al Maestro, como el hambriento se acerca a ese alimento que le da la vida, como el sediento se acerca a la única fuente que puede calmar su sed. Separa un tiempo en tu día, sepáralo mientras estoy hablando, mientras me estás escuchando, piensa, en qué momento de tu día vas a tomar el libro Santo y vas a abrir, Isaías capítulo cuarenta, Mateo capítulo dieciocho, es el evangelio de hoy. Lo que nosotros encontramos es un Dios vivo. Encontramos un Dios cercano, pero cercano, no quiere decir cómplice y vivo no quiere decir que podamos hacer con nuestra vida lo que a nosotros nos parezca. El Dios vivo es el Dios que también desde el amor sabe exigir, el Dios vivo es el Dios que desde la compasión sabe implantar en nosotros un mensaje de justicia. Porque compadecerse no es dejar que se pudran en el egoísmo los hijos de Dios. Si Dios nos habla con ese amor, es para que nosotros mismos seamos transformados. Dice Jesús, es que Dios no quiere que se pierda ni uno solo de sus pequeñitos. Vamos a hacerle caso a Dios, separa tu tiempo, abre tu Biblia, conoce a tu Dios.

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