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Homilía de Fr. Nelson Medina, O.P.
Porque la misericordia de Dios es activa, Él sale a nuestro encuentro para sanarnos, para darnos su amor y su alegría.
Homilía v022002a, predicada en 20101207, con 4 min. y 2 seg. 
Transcripción:
Vamos avanzando en esta segunda semana de Adviento, pero no hemos cambiado de guía, nos sigue guiando el profeta Isaías. Es hermoso en este profeta ese don literario que tiene. Yo te invito a que no te pierdas la lectura del texto mismo. Vete, por ejemplo, el día de hoy a la primera lectura, capítulo cuarenta del profeta Isaías, saboréala, disfrútala. Yo digo que es como un mensaje de amor, en verdad es una caricia. Así como una madre consuela al niño que se ha caído y se ha raspado, así también Dios es capaz de abrazar, es capaz de consolar. Y ese es el gran mensaje en la primera lectura de hoy, consolad, consolad a mi pueblo, dice el Señor. Esta palabra es sorprendente porque lo mismo que en el caso del niño que se cayó y se raspó, la mamá no entra en muchos análisis de si el niño tuvo o no la culpa. A ella simplemente le duele el dolor de su hijo, le conmueven las lágrimas de su niño y por eso, más que el tema de la culpa, es el tema del dolor, es el sufrimiento que el niño está padeciendo. Porque de algún modo el mal trae el castigo consigo mismo, el mal trae sus consecuencias, el mal de tal manera nos daña que hasta cierto punto ya ahí está el castigo. Y por eso dice Dios ya mi pueblo ha recibido el castigo necesario. Y entonces está el mensaje de la esperanza. Porque este Dios que consuela es un Dios compasivo que reúne una vez más a su pueblo como el pastor reúne al rebaño, por supuesto, es un rebaño maltrecho. Lo mismo que maltrechos estamos nosotros muchas veces por nuestras propias culpas, muchas veces por los senderos extraños, por los parajes tenebrosos en los que nos hemos metido, y ahí la responsabilidad es nuestra. Pero Dios, como esa mamá compasiva, toma a la oveja perdida. Y esto es lo que nos cuenta el Evangelio según San Mateo en el capítulo dieciocho, que es el texto de hoy, nos cuenta cómo en la persona de Jesús, Dios ha salido a buscarnos, Dios ha salido a perseguirnos, este es un aspecto, que yo encuentro fascinante en la misericordia de Dios. No es un simple sentimiento por darle un nombre, sino que es un principio de acción. La admirable actividad de Jesucristo, de pueblo en pueblo, de enfermo, en enfermo, atendiendo toda clase de miserias y necesidades. ¿Ello qué demuestra? Ello demuestra que la misericordia de Dios es activa. Y yo te quiero decir hoy, hermano, que que el Señor te está persiguiendo, que su amor ha salido a tu encuentro, que ya viene y que necesita que tú abras la puerta para recibir ese amor, para recibir esa sanación, para volver a su rebaño, para encontrar su alegría. Estuvo contigo Fray Nelson Medina de la Orden de Predicadores.

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