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Homilía de Fr. Nelson Medina, O.P.

El profeta Isaías nos muestra cómo todo debe reunirse en torno a Jesucristo; cómo en Él está la verdadera reconciliación y unidad de la familia humana.

Homilía v011015a, predicada en 20241202, con 6 min. y 8 seg.

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Transcripción:

Yo creo, mis hermanos, que hay cosas básicas del Adviento que conviene recordarlas siempre. Por ejemplo, que en este tiempo litúrgico nosotros tenemos tres guías. Son grandes testigos de la esperanza que se encuentra en la Biblia y que son maestros que nos pueden llevar hacia el misterio de Cristo.

El primer guía que ya aparece en la primera lectura de hoy es el profeta Isaías. El libro de Isaías es uno de los más extensos de la Biblia y tiene numerosos anuncios, es decir, textos, palabras del profeta que se refieren al futuro. Por ejemplo, el texto de hoy del capítulo II de Isaías. No. Vendrán todas las naciones, vendrán. Eso es tiempo futuro. O también cuando dice, anunciando un tiempo de paz: de las espadas, forjarán arados, de las lanzas forjarán podaderas. Es decir, es algo que viene hacia el futuro, algo que tiene que ver con el futuro. Esa característica tiene Isaías más que otros profetas.

Isaías es un gran guía porque usted notará en el tiempo del Adviento que hay una relación muy estrecha entre la primera lectura, que casi siempre es de Isaías, y el Evangelio. Por ejemplo, en el texto de hoy, Isaías dice: Vendrán todas las naciones, y luego Cristo confirma cómo se van a reunir muchos junto con Abraham, Isaac y Jacob. O sea que el mensaje general del Adviento, según nos lo presenta el profeta Isaías, es que hay una promesa, una promesa que es del Antiguo Testamento, y esa promesa luego tiene un cumplimiento, esa promesa se cumple en Cristo. Esa es la dinámica del Adviento y esa es la manera en que la Iglesia tiene para educarnos en la esperanza.

Una promesa que se cumple, otra promesa que se cumple, promesas que se cumplen. Así se afianza la confianza, así crece la esperanza. Fíjate que es lo mismo que sucede en una familia cuando un papá, por ejemplo, promete algo a los hijos y lo cumple y luego les hace otra promesa, que no sé, un descanso, un paseo, una comida, no sé, algo, y lo cumple. Lo importante es eso: se promete y se cumple. Eso afianza la estabilidad emocional en el hijo. Eso afianza la confianza, eso afianza la esperanza.

Pues eso es lo mismo que la Iglesia hace con nosotros, apoyándose en textos bíblicos. Y por eso ese primer guía que tenemos, que es Isaías. Isaías nos dice que vendrán muchas naciones. Cristo dice: se van a reunir junto con Abraham, Isaac y Jacob. Se van a reunir muchas naciones. Es decir, que en Cristo se va a cumplir esa promesa.

Aunque no es un texto de hoy, conviene aquí también recordar otra palabra de Cristo que está en otro Evangelio. El de hoy fue de Mateo. Pero este otro texto que les quiero decir es de San Juan, donde dice Cristo: "Cuando yo sea levantado, atraeré a todos hacia mí", porque la verdad es que Cristo es el punto de encuentro. Cristo es el punto de reconciliación y de unidad de la humanidad entera.

Así que tener presente ese guía. Pero hay otros dos que por ahora solamente los voy a mencionar. Tenemos a Juan Bautista, el gran Precursor. Juan Bautista, el que precisamente fue delante de Cristo, contándole al pueblo, viene el Mesías. Detrás de mí viene uno que es más grande que yo. Eso es educación en la esperanza. Pero Juan Bautista ya no solo dijo va a suceder, sino que el mismo Juan Bautista luego pudo señalar y decir: Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Algo maravilloso.

Entonces, Juan Bautista es otro guía en el Adviento porque nos va llevando hacia Cristo. Así como Cristo viene hacia nosotros. El tercer guía, o mejor dicho, la tercera guía, no es otra sino María Santísima. Es hermoso, desde el principio del Adviento, entrar en una profunda y madura espiritualidad mariana, sabiendo que ella precisamente estaba en la dulce espera. Esa expresión se utiliza mucho en este país y supongo que en muchos otros. La dulce espera que está indicando. Está indicando ese periodo de gestación.

Yo creo que una mamá, una mamá embarazada, es como la encarnación misma de la esperanza. Es una imagen tan bella. Yo tengo la alegría de conocer a varias de mis amigas que se han casado, que han quedado en embarazo. Y esa figura de la mujer embarazada es como la encarnación de la esperanza.

Entonces Isaías, Juan Bautista, María Santísima, nuestros guías en el Adviento. Y el texto de hoy del capítulo II de Isaías, nos está hablando de cómo todo debe reunirse en torno a Jesucristo. Como en él verdaderamente están la reconciliación y la unidad de la familia humana.

Sigamos. El Adviento acaba de empezar y queremos vivir este Adviento con todo el corazón, con todo el amor.

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