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Homilía de Fr. Nelson Medina, O.P.

Las alianzas entre pueblos son marcadas por el egoísmo y por la guerra; pero al final la reunión de todas las naciones es para darle la gloria a Dios, una alianza para la paz en la obediencia al Señor.

Homilía v011013a, predicada en 20221128, con 6 min. y 15 seg.

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Transcripción:

Creo que ya todos hemos aprendido que en el Adviento, este tiempo litúrgico marcado por la esperanza, tenemos unos maestros, tenemos unos guías que son especialmente el profeta Isaías, el precursor San Juan Bautista y, en la última parte del Adviento, la Santísima Virgen María.

Este es el primer lunes de Adviento y encontramos la figura de Isaías, o mejor dicho, nos encontramos con el libro de Isaías. El texto de hoy fue tomado del capítulo segundo, y ustedes se darán cuenta que durante estos días de entre semana, en Adviento, vamos avanzando a lo largo del libro del profeta Isaías. Vamos avanzando poco a poco, vamos haciendo un camino con Isaías.

Y una de las características de este libro es que es un libro que nos habla del futuro. Si tú examinas en el profeta Isaías, es tal vez de los libros proféticos el que más utiliza la forma del futuro. Por ejemplo, hoy vendrán todas las naciones. Luego, en otros textos vamos a encontrar: El Señor preparará un banquete. Luego, en otro texto vamos a encontrar los ciegos podrán ver. El cojo saltará. Todo eso está en futuro. O sea que Isaías es el gran profeta de la esperanza.

Pero miremos el mensaje de hoy, que repito, es del capítulo II de Isaías. ¿Qué es lo que nos enseña? Pues nos habla de la unión de las naciones. La unión de las naciones es algo que ha sucedido a lo largo de los tiempos. Las alianzas entre distintos pueblos, distintos reinos, distintos imperios, distintos bloques. Hoy se habla, por ejemplo, de bloques, bloques geopolíticos. Esa clase de alianzas han existido siempre, esa clase de unión.

Pero hay dos características que han tenido las uniones a lo largo de los siglos, y es que las uniones entre pueblos según el mundo, en primer lugar, están marcadas simplemente por el interés propio. Por ejemplo, intereses de comercio, intereses de defensa, como por ejemplo la OTAN. Es decir, se trata básicamente de una unión de intereses. Es decir, la conveniencia humana. Más que uniones, son extensiones del egoísmo. Atención a esa expresión: más que uniones, son extensiones, ensanchamiento del egoísmo.

Pero cuando nosotros hablamos en el lenguaje de Isaías, la unión de las naciones no es para buscar conveniencias humanas simplemente, sino es para darle la gratitud a quien la merece y darle la gloria a quien la merece, es decir, a Dios nuestro Padre. Esa es una primera diferencia.

Y la otra diferencia, que yo creo que nos ayuda a entender la primera, es que con mucha frecuencia las alianzas entre pueblos son para pelear contra otros pueblos. Eso se deja ver perfectamente en el caso, digamos, de la OTAN, que en inglés se abrevia la NATO, la Alianza o el Tratado del Atlántico Norte. ¿Y de qué se trata ahí? De lo que se trata es de: nos vamos a apoyar militarmente en caso de que los rusos, en caso de que el bloque soviético, en caso de que los comunistas. Es decir, son alianzas finalmente para la guerra. Se alían unos pueblos contra otros o unos pueblos contra uno en particular, básicamente para hacer la guerra.

Por eso dice el Salmo segundo: ¿Por qué se alían las naciones y los pueblos planean un fracaso? Entonces, las alianzas en esta tierra son alianzas marcadas por el egoísmo, un egoísmo que se ensancha, y son alianzas marcadas por la guerra.

En cambio, la gran unión que Dios quiere y la que, aunque parezca increíble, se va a realizar, la reunión de todas las naciones, es una alianza para darle la gloria a Dios y es una alianza para la paz en la obediencia al Señor.

Observemos que la última gran iniciativa de unión de los pueblos, pues es la Organización de las Naciones Unidas. Y alguien podría decir: es una alianza para la paz. Lo ha sido en ciertos momentos, ha sido una defensa de la paz. Pero fíjate lo que está sucediendo actualmente, que la ONU cada vez más es una unión de naciones contra los más pequeñitos, contra los que no han nacido. Y es una unión de naciones contra la familia tradicional.

Esto lo digo con muchísimo dolor, porque en mi infancia, una de las instituciones que yo quería más y me parecía algo muy bello, era precisamente la ONU. Y siendo apenas un adolescente, yo pude visitar la sede de la ONU allá en Nueva York y me sentía en un lugar realmente muy especial, muy significativo. La ONU ya no es eso. La ONU está muy contaminada y no debemos considerar que esa unión de naciones corresponde a lo que nos dice Isaías.

La verdadera unión de naciones es una unión para la gratitud y la alabanza de Dios, y es un tributo a esa bendición que solo viene del Señor y que se consagra en la paz.

Es una gran mirada al futuro la que nos trae Isaías y debemos ciertamente cultivarla.

Que Dios nos bendiga.

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