
Homilía de Fr. Nelson Medina, O.P.
La dinámica propia del tiempo de adviento: la primera lectura, en tiempo futuro, nos presenta PROMESAS de Dios. Luego el Evangelio nos muestra cómo esas promesas se cumplen plenamente en Cristo.
Homilía v011011a, predicada en 20191202, con 5 min. y 2 seg. 
Transcripción:
Cada año conviene recordar cuál es la dinámica del tiempo de Adviento que acabamos de empezar. Dinámica. Movimiento. Efectivamente, el Adviento es un tiempo litúrgico para ponernos en movimiento. ¿Y cuál es el movimiento interno del Adviento? El movimiento interno es el que hay entre la primera lectura y el Evangelio. Nos vamos a encontrar que la mayor parte de los textos de la primera lectura de la Misa han sido tomados del profeta Isaías. Esta es una característica. Pero, en segundo lugar, hay que notar la relación que tienen estos textos de Isaías con los Evangelios. Como hemos dicho en otras ocasiones, durante el Adviento, la primera lectura es la que manda la parada, la que pone el ritmo, la que marca el dinamismo. Típicamente, lo que te vas a encontrar en el Adviento es que la primera lectura nos habla en tiempo futuro. La primera lectura nos va a contar lo que Dios quiere hacer, nos va a contar las promesas del Señor, nos va a contar cómo Él va a obrar. Y el Evangelio va a ir en consonancia con la primera lectura. De manera que eso que fue prometido en la primera lectura, vemos que se cumple en el Evangelio. Eso que fue anunciado en la primera lectura, vemos que se realiza en el Evangelio. Por eso los textos de Isaías empiezan prácticamente al comienzo de ese libro. El libro que lleva su nombre, el pasaje de hoy. Recién empezado. El Adviento es del capítulo segundo de Isaías. Y tú irás notando que, a medida que pasan los días del Adviento, van saliendo nuevos textos de nuevos capítulos. Es decir, que tomamos Isaías y lo vamos recorriendo en pasajes que nos hablan de las promesas de Dios y de lo que Dios va a hacer. Y luego el Evangelio ha sido escogido de distintos evangelistas. ¿Ha sido escogido para qué? Para mostrar cómo eso que había sido anunciado se ha cumplido. Anuncio y cumplimiento, promesa y realización. Esa es la dinámica del Adviento. Y esa dinámica tiene una razón de ser. Esperanza se llama. ¿Cómo aprendemos nosotros a tener esperanza, sobre todo en estos tiempos a veces tan confusos, tan difíciles que tenemos? ¿Cómo puede uno aprender a tener esperanza? ¿Cómo puede uno llegar al don de la esperanza? Bueno, el don de la esperanza, como el nombre se indica, la virtud teologal de la esperanza es un regalo de Dios. Pero nosotros nos disponemos para recibir ese regalo en la medida en que nos damos cuenta que Dios, por decirlo con un lenguaje muy sencillo, Dios es de fiar. Dios es de fiar porque lo que promete lo cumple. Dios es de fiar porque lo que Él anuncia lo realiza. Entonces, a medida que vamos oyendo día tras día en el Adviento cómo Dios cumple, Dios realiza, Dios hace su obra, en la medida en que vamos descubriendo una y otra vez este mensaje y nuestro corazón se va acompasando al dinamismo propio del Adviento, nos vamos abriendo al don de la esperanza. La palabra esperanza es absolutamente vital en el Adviento, porque todo el Adviento finalmente es eso: es advenimiento. Es la llegada, la llegada definitiva de Cristo, que es el énfasis en la primera parte del Adviento hasta el dieciséis de diciembre, y luego en la última parte del Adviento, del diecisiete hasta el veinticuatro en la noche. ¿Qué es lo que hacemos? Recordar de modo detallado y amoroso cómo Él ya vino. Y al darnos cuenta que Él ya vino y que Él es fiel y que Él está lleno de ternura, crece en nosotros la confianza y crece en nosotros la esperanza. Ese es el dinamismo propio del Adviento.

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