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Homilía de Fr. Nelson Medina, O.P.
El Adviento es un camino de esperanza.
Homilía v011003a, predicada en 20001204, con 7 min. y 56 seg. 
Transcripción:
El Adviento tiene dos partes. Estamos empezando la primera de ellas, que dura unos trece, catorce, quince, dieciocho días, hasta el dieciséis de diciembre inclusive. Ya el diecisiete empieza la segunda parte, que es una semana para evocar los acontecimientos que rodearon el nacimiento de Cristo. Y el propósito general del Adviento es que la Iglesia entera reanime su esperanza en el retorno del Señor. Indudablemente es esa segunda venida la plenitud de la obra de Cristo, la que mueve la esperanza y el amor de la Iglesia. Se trata, pues, de un camino, de una peregrinación marcada por la palabra esperanza. Y camino y peregrinación es lo que nos han mostrado las dos lecturas de hoy, muy claramente en la de Isaías, cuando se presenta el monte Sión como lugar de confluencia de todas las naciones. Por eso el salmo que hemos dicho, el salmo tradicional de la peregrinación de ascenso a Jerusalén, sólo que ahora ya no lo canta un solo pueblo, sino que lo cantamos todos nosotros, todos los pueblos cantamos que vamos hacia el monte del Señor, que allá viene la ley nueva, que un orden distinto, el orden querido por Dios, donde las espadas se vuelven arados y las lanzas podaderas. Ese orden nuevo, ese estado de derecho, de justicia, de amor, nos espera ya. Tiempo de peregrinación en la esperanza. La lectura del Evangelio en realidad nos muestra que esto es así. Para efectos del Adviento, la frase más importante es la que dice Cristo en último lugar: "Vendrán muchos de Oriente y Occidente y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos". "Vendrán de oriente y occidente" es como si el Señor estuviera diciendo que aquello que fue prometido por el profeta Isaías, esa confluencia de naciones en el monte Sión, eso es lo que se va a dar ahora. Y el comienzo de esa peregrinación está en hombres como este centurión. Fe en nosotros, pueblos venidos del paganismo, de la gentilidad, todos nosotros vamos peregrinando hacia Sión. Pero hay unos que van bien adelantados. Hay unos que van adelante, como por ejemplo este centurión, este centurión en medio de las brumas de su paganismo divisa una verdad, un amor y una bondad en Cristo que le hace confiar enteramente en Él. Cuando este centurión se acercaba a Cristo, se estaba cumpliendo lo que dijo Isaías. Cuando este centurión se aproximó hacia Cristo, estaba haciendo lo que dijo Isaías: "Hacia él confluirán los gentiles", porque en realidad de Cristo brota esa nueva ley. Él encumbrado sobre todos los montes es el manantial de todos los bienes. Y hacia Él confluimos todas las naciones. Pero hay gente que se nos va adelantando, gente que se nos adelantó, como este centurión que ya llegó donde Cristo y supo que de Él podía esperar los tiempos nuevos. Y lo supo con una certeza tan grande que causó la admiración de Cristo, el cual dijo: "En Israel no he encontrado tanta fe". Así la Iglesia nos va preparando en el Adviento para que nos ejercitemos en la esperanza ¿Qué hay que hacer para que una persona crezca en la esperanza? Hay que mostrarle cómo lo que se le promete se le cumple. Y esa es la catequesis que nos va a dar la Iglesia durante todo este tiempo. Las primeras lecturas del Adviento, especialmente de la primera parte del Adviento, hasta el dieciséis de diciembre, las lecturas de toda esta primera parte siempre tienen esa dinámica. La primera lectura, casi siempre tomada de Isaías, o en buena parte tomada de Isaías, que es el gran profeta del Emmanuel, nos muestra la promesa y el Evangelio nos muestra el cumplimiento. La Iglesia nos está entrando en un tratamiento intensivo de esperanza y para despertarnos la esperanza y para que confiemos totalmente, para que lo esperemos todo de Dios, nos va contando en cada día una historia. Miren, en la primera lectura, vea aquí se le prometió en el Evangelio, vea aquí se le cumplió, aquí se le dijo, aquí se le respondió, aquí se le anunció, aquí llegó la realidad, el cumplimiento, la salvación. Por ejemplo, mañana dice el profeta Isaías: "Brotará un renuevo del tronco de Jesé. Sobre él se posará el Espíritu del Señor. Será la justicia ceñida a sus lomos". El Evangelio que nos presenta: "Todo me lo ha entregado mi Padre. Nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre?. De manera que Isaías muestra la promesa, el Evangelio muestra el cumplimiento. El miércoles dice Isaías: "El Señor preparará un festín de manjares suculentos, manjares enjundiosos, vinos generosos". Y el Evangelio nos cuenta que Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: "Me da lástima, porque llevan tres días conmigo y no tienen qué comer", y multiplica los panes. Si ve usted, pues, cada día nos va mostrando cómo lo que estaba anunciado luego se cumple. Confiad siempre en el Señor, porque el Señor es la roca perpetua. Doblegó a los habitantes de la altura y a la ciudad elevada. Dice el evangelio de Mateo: "No todo el que me dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos". Y así sucesivamente. De modo que este es el tiempo para peregrinar en la esperanza y la Iglesia para ir alimentando esa esperanza, nos va entrando en una dinámica: promesa, cumplimiento, promesa, cumplimiento, para que nuestros ojos se fijen en Cristo, para que veamos en Él todo lo que podía desear nuestro corazón y para que le entreguemos toda nuestra confianza, toda nuestra vida.

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