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Homilía de Fr. Nelson Medina, O.P.
Hemos sido llamados a ser inmaculados, a ser Evangelio, tal como lo fue la "Llena de gracia".
Homilía inma013a, predicada en 20101208, con 4 min. y 4 seg. 
Transcripción:
Yo pienso que una celebración tan hermosa como la del ocho de diciembre necesariamente despierta ecos y recuerdos en muchos de nosotros. Quizás tú, que escuchas estas palabras, hiciste tu primera comunión un día ocho de diciembre. Muchos han recibido también la ordenación sacerdotal en esta fecha. Es un día que también lo han escogido muchas parejas para casarse. Además, la expresión Inmaculada Concepción se encuentra en muchos lugares del orbe católico. Hay parroquias de la Inmaculada Concepción, comunidades religiosas dedicadas a este misterio admirable. Significa que hay algo muy nuestro. Hay algo muy profundo en esta festividad. Ante todo, aclaremos que se trata de la concepción de la Santísima Virgen María, no de la concepción de Jesucristo. La concepción de Jesucristo es el mismo misterio de la Encarnación, y lo celebramos el veinticinco de marzo, mientras que aquí se trata de la concepción de María, es decir, se trata de aquel acto de amor por el cual los papás de ella, que tradicionalmente se conocen como Joaquín y Ana, dieron a este mundo el tesoro más grande, la joya más preciosa, aquella criatura en la que podemos decir con verdad que se ha realizado plenamente el plan de Dios, la Inmaculada Concepción. Sin embargo, no es algo que se refiere únicamente a María. La palabra Inmaculado quiere decir aquello que no tiene mancha. Y en ese sentido, todos nosotros estamos llamados a ser inmaculados. La vocación de María es la misma vocación de la Iglesia. Ella va delante de nosotros. Ella va marcando el camino, pero lo que ella ya es, eso seremos nosotros. El apóstol San Pablo, por ejemplo, dice que nosotros hemos de ser inmaculados en su presencia por el amor. Esa es nuestra vocación. Los textos de hoy quieren recordarnos por qué María es Inmaculada y cómo, en la alegría de este misterio, estamos todos incorporados. El Evangelio, en particular, trae esa frase central, esa frase que dijo el ángel, el mensajero del amor de Dios para María: tú eres la llena de gracia, es decir, aquella en la cual se manifiesta, se realiza plenamente. el misterio de la misericordia y del poder de Dios. En ese sentido, llamar a María la llena de gracia es llamarla evangelio. Evangelio realizado, Evangelio en su plenitud. Evangelio fresco. María huele a gracia, huele a evangelio, trae la novedad maravillosa de la presencia de Jesucristo. Recordemos entonces nuestra vocación. Recordemos que hemos sido llamados a ser inmaculados y, por la intercesión, y con la Compañía de la Santísima Virgen, sigamos avanzando en este Adviento, porque al fin y al cabo, toda nuestra vida es Adviento, hasta que podamos abrazar a Cristo en la eternidad. Estuvo contigo Fray Nelson Medina, de la Orden de Predicadores.

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