Esta es tu casa!

Homilía de Fr. Nelson Medina, O.P.

Solo la paz que nos da Cristo nos da la capacidad para enfrentar la oposición, la división, el rechazo y la persecución que provienen por la proclamación del Reino de Dios.

Homilía co20006a, predicada en 20160814, con 5 min. y 19 seg.

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Transcripción:

¡Feliz domingo para todos!

El Evangelio del día de hoy está tomado del capítulo número doce de San Lucas. Hay dos palabras que se destacan en el mensaje que nos da Jesucristo. Nos dice en primer lugar, que -ha venido a traer fuego- y nos dice, en segundo lugar, que -ha venido a traer división-. Hay una relación, pero también hay una diferencia entre estas dos palabras. Son palabras fuertes.

El mensaje de Cristo en este domingo no es, podríamos decir, tranquilizador, sino lo contrario: Es un mensaje para ponernos en movimiento. ¿Qué hay adentro de la palabra fuego? Si lo analizamos bien, el fuego ilumina; pero tal vez la característica más notable es que transforma. El fuego no deja las cosas como están; una vez que hemos cocinado una comida, no podemos des cocinarla, una vez que hemos evaporado el agua, no podemos recoger ese vapor, salvo, en un laboratorio para reconstruir lo que antes teníamos.

El fuego produce cambio, el fuego produce movimiento. Y a mí me parece que cuando Cristo nos habla del fuego, que ha venido a traer, también nos está diciendo, que quiere que las cosas cambien. En este sentido, yo digo que Cristo es el gran líder de los inconformes y por consiguiente, ser cristiano implica ser inconforme.

La persona que se siente tranquila y se siente resignada con lo que encuentra, con lo que ven sus ojos, esa persona de alguna manera ha renunciado a la fuerza, a la belleza, quizás a la esencia del cristianismo.

Una cosa es la paz y otra cosa es la tranquilidad. Ciertamente Cristo viene a traer paz, pero no viene a traer tranquilidad; entendiendo por tranquilidad, el quedarse simplemente pasivo, frente a la realidad que vemos en el mundo. Esa tranquilidad definitivamente no la quiere Cristo. Pero sí quiere que tengamos paz. La paz que proviene de la certeza interior del camino y también de la capacidad de recibir el rechazo, el ridículo o incluso la persecución que viene desde fuera. Eso en cuanto a la palabra fuego. Cristo es el gran líder, es el gran ejemplo, es el gran testimonio de los inconformes.

La palabra división, es un fruto precisamente de ese cambio que Cristo viene a traer. No todos están dispuestos a que las cosas cambian; hay personas a las que les sirve el estado actual de cosas. Por ejemplo, en un mundo donde tantos vicios producen tanta ganancia, los que están recibiendo, esos beneficios, no quieren que las cosas cambien; el que está haciéndose multimillonario con un negocio de casinos, así sepa que una gran cantidad de personas están padeciendo una adicción espantosa y están destruyendo su propio patrimonio y sus familias; esa persona, no quiere que se acabe ese negocio, porque está recibiendo beneficios. Igualmente el narcotraficante, igualmente el que recibe enormes ganancias de la pornografía o de cualquier otro tipo de adicción. Eso quiere decir que necesariamente el mensaje de Cristo, necesariamente la proclamación del señorío de Dios, el Reino de Dios, necesariamente va a encontrar oposición.

No es que Cristo de una manera directa esté buscando la división, como si fuera simplemente un amante del conflicto; ¡No!, Cristo no celebra el conflicto por el conflicto, pero Cristo es realista y Cristo sabe que, cuando queremos verdaderamente que las cosas cambien, vamos a encontrar resistencia: en la política, en la renovación dentro de la misma Iglesia, en el mundo de la salud, en el campo de la educación, en el desempeño y dispensación de la justicia. Siempre habrá oposición.

Pero fíjate, cómo en el pasaje de hoy Cristo aparece, ya lo dije, como el jefe, como el líder y modelo de los descontentos; pero también aparece como punto de referencia, para aquellos que son realistas y también aparece, como verdadero testimonio de coherencia. Incluso cuando hay rechazo, cuando hay oposición o hay burla.

A Él sea la gloria por los siglos. Amén.

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