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Homilía de Fr. Nelson Medina, O.P.
Lo propio de un administrador: cuidar, mejorar y rendir cuentas
Homilía co19012a, predicada en 20250810, con 11 min. y 25 seg. 
Transcripción:
Hermanos, hay una palabra muy importante, en varios mensajes de Cristo, a través de ejemplos o a través de parábolas; esa palabra es, ¡administrador!. Fíjate cómo se describe en esta parábola, -en esta comparación-, cómo se describe lo que nosotros, hemos de hacer? Dice aquí: -"Supongan que un administrador, puesto, por su amo al frente de la servidumbre, con el encargo de repartirles a su tiempo los alimentos, se porta con fidelidad y prudencia"-. Observemos que un administrador tiene una responsabilidad, pero no es ¡dueño!; esa palabra es clave para vivir como cristianos. ¿Cuál es la diferencia entre el administrador y el dueño? El dueño: se supone que puede hacer lo que quiera, con sus cosas. Si se vuelve loco y le prende fuego a sus riquezas, asunto de él; -es el dueño- un dueño loco; pero eso fue lo que quiso hacer. En cambio, ¿qué pasa con el administrador?; El administrador no puede hacer lo que quiera, porque las cosas no son suyas. Tiene que ¡cuidarlas!, tiene que ¡hacerlas prosperar! y tiene que ¡dar cuenta de ellas!. -Cuidar, mejorar, dar cuentas-. Eso es lo propio de los administradores. Y nosotros no somos dueños, sino que somos administradores. Ejemplos: -Los papás no son dueños de los hijos-; has recibido una tarea como un administrador, Dios te entrega seres preciosos, que son tus hijos... ¿Qué tienes tú que hacer con ellos? Cuidarlos, mejorarlos: -ahí entra la educación, ahí entran los consejos, ahí entra el cariño, ahí entra la autoestima, que hay que cultivar en los chicos o las chicas, ahí entra la disciplina para que sean buenos ciudadanos, -hombres y mujeres de bien-. Hay que cuidarlos, hay que mejorarlos y hay que rendir cuentas... ¡Tú eres, papá!. Quiere decir: que un día tú tendrás que presentarte ante Dios y Dios te va a preguntar, Hablemos... Hablemos de esos chicos, de esas chicas, que yo te di; ¿Cómo lo hiciste?; -Ese es el administrador-. Pero lo mismo vale para muchas otras cosas. Voy a dar otros dos ejemplos: Uno, muy fácil, es el de nosotros, los sacerdotes. Dios nos ha dado a los sacerdotes... (-y Dios quiera que se multipliquen las vocaciones; ahora que veo tantos jóvenes y me alegra el corazón eso-). Dios nos ha dado a los sacerdotes una serie de regalos, una serie de dones, pero son dones que hay que ¡cuidar!, hay que ¡mejorar! y de los que hay que ¡rendir cuentas!. Un sacerdote, recibe una buena preparación, estudios, un sacerdote recibe muchos consejos, tiene directores espirituales, tiene un buen seminario. Un sacerdote recibe toda la experiencia de dos mil años de la Iglesia y a un sacerdote, por ejemplo, si es párroco, se le encomienda este tesoro, esta parte del rebaño de Cristo. -Señor sacerdote-: usted tiene que cuidar el rebaño, porque hay lobos que quieren acabar con el rebaño. Usted tiene que mejorar el rebaño; ¿qué es mejorar el rebaño?, -que ustedes sean santos-. Ese es el trabajo de un párroco y ese es el trabajo de todos nosotros los sacerdotes. Yo no soy párroco, yo soy un visitante, un misionero; he venido de otro país para servir por unos pocos días aquí, pero yo también tengo que dar cuentas, que es, el otro verbo. Último ejemplo: Muchos de ustedes tienen una inteligencia destacada, una inteligencia muy alta; -hay chicas de una inteligencia muy alta, hay muchachos con una preparación y una agudeza mental muy alta-. Eso también es un regalo, pero tú eres ¡administrador!. Hay gente que está utilizando su portentosa inteligencia para llenarse de soberbia, incluso para negar a Dios; muchos de los ateos famosos han sido personas de una inteligencia sobresaliente: Usted piense, por ejemplo, en un filósofo como Peter Singer o en un científico como Richard Dawkins, y podría dar una larga lista..., Dios te dio gran inteligencia o Dios te dio gran belleza; hay gente que es muy bonita, -hombres y mujeres-; hombres muy guapos, mujeres bellísimas. -Eso también es un don-; tienes que cuidarlo, cuida tu piel, no la destruyas, no la rompas, no la trates de cualquier manera; Es bueno que seas bella, es bueno que seas guapo... Cuida tu salud. Cuida tu belleza; pero mejórala. ¿Cómo se mejora la belleza?; Que no sea solo belleza de fuera; que tu corazón sea bello también, Que tu alma sea bella ante Dios. Y un día, tendrás que rendir cuentas... Si tu, utilizaste tu belleza para prostituirte con una webcam y recibir un dinero puerco, un dinero ¡maldito!. No estás usando bien tu belleza. Dios te hizo hermosa ¡mujer!, pero no era para eso.Dios te hizo inteligente, pero no es, para que fueras un narco, Dios te hizo muy agudo mentalmente, pero no es para que fueras un ateo. Entonces cada uno de nosotros es un administrador y como administradores tenemos que recordar esos tres verbos. -Tengo que cuidar lo que Dios me ha dado, tengo que mejorarlo y un día tendré que rendir cuentas-. Y les cuento una cosa, Ninguno de nosotros, ¡ninguno! carece de los regalos de Dios. Lo que pasa, es que los regalos que Dios te ha dado a ti son distintos de los que me ha dado a mí; Pero tú tienes tus regalos. Conócelos, aprécialos, agradécelos, cuídalos, mejóralos; -un día tendrás que rendir cuentas-. Sobre todo hay que tener cuidado, con lo que nos cuenta Cristo en la parábola de hoy; cuando habla de los malos administradores. Mira lo que dice: Si este siervo... ya ahí, no lo llama administrador, pero es la misma idea; -Si este siervo piensa: mi amo tardará en llegar- como quien dice, tengo tiempo..., no tengo que preocuparme... Y empieza a maltratar a los criados y a las criadas, o sea, a, la gente inferior, a los pequeñitos. -Esa es una tentación-. Usted tiene un cargo de poder y usted empieza a humillar a los que están abajo. ¡Mal hecho!; -Eso no le gusta a Dios-, Trátelos bien, ¡Son de Dios!, No son suyos, ¡Son de Dios!; ¡No maltrate!, ¡No maltrate al pequeñito!, ¡No lo maltrate!... Si este siervo piensa: -Mi amo tarda- y empieza a maltratar.¿Qué otra tentación es típica? ¡A comer, a beber y a embriagarse!; a volvernos esclavos, de los placeres de esta tierra. Entonces Cristo nos advierte, sobre todo, con esos dos peligros, que nos pueden acechar. De acuerdo con los dones que cada uno ha recibido, ¡Cuidado!, cuidado con esos daños, cuidado con maltratar a los humildes, a los pequeños. En este país, por ejemplo: hay muchas advertencias; -cuidado con el bullying-, -cuidado con maltratar a tus compañeros-, cuidado con humillar a los pequeños-. Ten cuidado con eso y ten cuidado de llenarte tanto de placeres. Cristo describe aquí la comida, la bebida, el trago; Cuidado con llenarte tanto de placeres, que se te olvide que tienes que rendir cuentas, de lo que has recibido. Ese es el hermoso mensaje que nos deja el Evangelio de hoy. Y la invitación es: Llevemos este mensaje a la práctica, ¿cómo? Conoce lo que Dios te ha dado, Agradece. Bendice a Dios por lo que Él te ha dado; y ya sabes: cuidar, mejorar y saber, que un día habrá que rendir cuentas. Amén.

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