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Homilía de Fr. Nelson Medina, O.P.
Los preceptos trascendentales enunciados por Lonergan ayudan a leer este Evangelio: sé atento, sé inteligente, sé razonable, sé responsable.
Homilía co19005a, predicada en 20130811, con 11 min. y 50 seg. 
Transcripción:
Queridos hermanos, la pregunta que hace el apóstol Pedro, lleva a Cristo a dar esta respuesta. -"Me refiero al administrador fiel y solícito"-. Pedro, hubiera podido seguir preguntando. Y ¿quién es administrador? Seguramente la respuesta es: que todos somos administradores de algunos bienes. Tenemos que disponer; tenemos el derecho y el deber, de disponer de algunas cosas. Algunos: muchos bienes materiales; o, muchos bienes intelectuales; o mucho poder; otros, un rango menor de influencia, pero, todos somos administradores. Creo que, debemos quedarnos con la respuesta, en el sentido fuerte, que se aplica a todos. Es decir: Cristo nos está enseñando: cómo es la vida cristiana. ¿Qué podemos sacar en concreto? A mí por lo menos, no me resulta fácil sacar algo en concreto de este Evangelio de hoy. He estado reflexionando, he estado orando, pidiéndole a Dios que me ayude, que me ilumine, para entenderlo; porque son, muchas las cosas que dice Jesús. Me parece que he encontrado, una luz interesante, en un autor del siglo pasado; sobre el que estuve trabajando; en una parte de mis estudios. Este es un sacerdote jesuita llamado: Bernardo Lonergan. Lonergan se puso a reflexionar sobre qué era común, a todos los seres humanos... -porque, vivía como obsesionado-, con la idea de que, -debemos, poder comunicarnos los seres humanos, más allá, de las diferencias de raza, de tiempo, de generación, de sexo, de religión-; y entonces: él encontró, una serie de actividades, que todos, realizamos; y de esas actividades, que son comunes a la especie humana, sacó lo que podemos llamar, cuatro consignas o cuatro preceptos. Y a mí me parece, que esos cuatro preceptos, aparecen muy claramente en el Evangelio de hoy. Por ejemplo, dice: Lonergan, -y lo veo presente en el Evangelio de hoy-: Que una parte importante para llevar una vida humana, que tenga: su altura y su significado, y una vida cristiana, que sea coherente y que pueda crecer: Una parte es: Ser -atento-. Ese es el primero de los preceptos que él plantea. ¡Atento!, - (dese cuenta)-. Jesús, por ejemplo, dice: "Portaos como, quienes aguardan a que su amo, vuelva de la boda, para abrirle, apenas llegue y llame a la puerta". -Estar atentos-, -estar despiertos-; lo dice Jesús y en su lenguaje: lo codifica este autor ¡Sé atento!, -estar despiertos-. El segundo precepto es: sé inteligente, y el tercero es, sé razonable, y el cuarto es, sé responsable. -Cuatro invitaciones a ser-. A ver las, repito, seguidas para que queden mejor grabadas. Sé atento, Sé inteligente, Sé razonable, Sé responsable. Y las vamos encontrando aquí, en este texto. Y creo que las podemos tomar como, una dirección en nuestra vida cristiana: ¿Qué es?: ese, ser inteligente. Ser inteligente, es darse cuenta de lo que está implicado, lo que no es evidente, pero está ahí. Otra manera de explicarlo es: ser inteligente, es poder conectar unas cosas con otras; por ejemplo, las causas con los efectos; darse cuenta, que lo que uno hace, tiene consecuencias. Por ejemplo, es parte de la inteligencia, darse cuenta, que: cuando nosotros, nos involucramos, en una acción irresponsable; eso, va a tener luego, consecuencias. Hacerse la pregunta, por las consecuencias, de los actos, es parte de la inteligencia humana. Nos dice Jesús: -Que las riquezas en el cielo no están, con el peligro de los ladrones, ni de la polilla-; entonces, ser inteligente es, por ejemplo, preguntarse: ¿qué clase de bienes estoy acumulando?; lo que yo acumulo, lo que, me causa tanta angustia, lo que tensiona mi vida, ¿realmente vale la pena? ¿Cuál es, el verdadero bien, en esto?, ¿que gasta mi vida?... mi salud... mis fuerzas... El ser razonable, de acuerdo con la enseñanza de este autor, implica buscar la verdad hasta el fondo. A mí me parece, que hoy, nos quedamos únicamente en el plano de la inteligencia, y además entendemos, la inteligencia únicamente como: resolver problemas. Según ese esquema, hay animales que son muy inteligentes. -Cuando un chimpancé apila unas cajas para alcanzar una banana-, está resolviendo un problema. Pero ser razonable, es más que ser inteligente. No es simplemente resolver un problema; es hacerse la pregunta profunda por la verdad. Miremos una comparación, del mundo de la política: Puede ser muy inteligente, hacer alianza con aquella persona, aquel candidato, que trae unas ciertas ventajas? que va a ser, una buena inversión, para mi familia o para mi futuro inmediato. Pero ¿qué conlleva admitir la mentira?, ¿que conlleva admitir la trampa?, ¿a dónde lleva el discurso de esa persona? Esas preguntas tal vez, no se hacen? Uno puede ser inteligente resolviendo, los problemas de uno, pero no ser razonable, en darse cuenta, que la solución de un problema inmediato, trae un problema posterior; mucho más grave; por ejemplo, -me uno al candidato corrupto-, y no me doy cuenta, que estoy trayendo corrupción a mi país y que, esa corrupción la vamos a tener que pagar todos. Entonces, la inteligencia sin la razón es: astucia estéril. Por eso se necesita buscar, la verdad. Por eso nos pide, el Señor que, encontremos, ¿cuál es la verdad de las provisiones que tenemos? y ¿en dónde, estamos acumulando, nuestra riqueza. Y ser responsable es preguntarse por el bien; es preguntarse, por lo realmente bueno; Cosa que es muy preocupante; porque muchas veces en la educación, se enfatiza: -la capacidad intelectual-; pero si no, estamos formando gente buena, si no, estamos formando, el corazón de las personas; si, únicamente estamos formando la inteligencia, de la gente; corremos el riesgo, de estarle dando, herramientas, a personas que luego, son perversas. Más inteligencia, con menos bondad, significa un daño mayor. Por eso, las palabras de Cristo hoy, son una invitación, a reformar nuestra vida, desde la verdad, desde el bien; y para eso, hay que hacerse esas preguntas, que son las preguntas, tal vez incómodas, las que pueden parecer inútiles, pero son las únicas, realmente importantes: ¿en dónde está, la verdad de mi vida? ¿Qué es lo que realmente estoy haciendo? ¿en dónde está la bondad de mi vida?, ¿cuál es el bien que estoy persiguiendo?... En el lenguaje de aquel teólogo: -sé atento, sé inteligente, sé razonable y sé responsable-. Creo que con ese paquete... de preceptos trascendentales, asumidos desde la óptica del Evangelio, podemos elevar enormemente, la calidad de nuestra vida familiar y la calidad de nuestra vida en sociedad.

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