|
|

Homilía de Fr. Nelson Medina, O.P.
La virtud de la agilidad.
Homilía co19001a, predicada en 19980809, con 17 min. y 37 seg. 
Transcripción:
Jesús invita a la generosidad y a la vigilancia. Pedimos al Espíritu de Dios que nos ayude a comprender, la relación que hay entre estas dos invitaciones de Jesucristo. Nos invita a tener -Tesoro en el cielo-: ¡Qué hermosa comparación! "Haceos talegas que no se echen a perder". -Amontonar en el cielo, echar en una talega que no se rompa-. ¡Y se rompen todas las talegas!, si no, pueden conservar lo que tienen. Y no puede conservarse; la mayor parte de lo que uno, utiliza, de lo que uno codicia, de lo que uno espera, de lo que uno ambiciona. "Haceos talegas, que no se echen a perder" "Amontonad tesoros en el cielo". Precisamente esta actitud generosa, hace que la persona esté: sobria en esta tierra, que no se detenga, que no se amarre, que sea ágil; precisamente, creo que esta palabra, -ágil- y este concepto agilidad, relacionan la generosidad y la vigilancia. No se trata de destruir los bienes, sino de ponerlos en circulación; -los economistas-, andan preocupados por la circulación del dinero, en los momentos que vive, por ejemplo, nuestro país; -hay una baja circulación del dinero-. Una persona no hace préstamos porque está endeudada; entonces el dinero se queda en el banco y no le llega a la persona; pero entonces la persona puede invertir menos, puede producir menos; por consiguiente, vende menos y entonces sus compradores posibles tampoco le dan dinero y el dinero no circula. El sistema capitalista, podemos decir; podemos caracterizar, así: en el que estamos. El sistema capitalista vive de la circulación del dinero, ¡que el dinero circule! Pues el Reino de Dios, también vive de la circulación de los bienes, pero es una circulación en sentido contrario, mientras que la cadena de la circulación, en el capitalismo, finalmente va amontonando más y más en los ricos. Jesús quiere una circulación de los bienes que lleve más y más a los pobres. -"Vended vuestros bienes, dad limosna"-; -"Dad limosna"- y, a todo corazón generoso que podía encontrar; Jesús le decía: -"Vete y dale a los pobres"- Jesús es el anticapitalista por excelencia: -hay que poner en circulación los bienes, pero en favor de los que más necesitan esos bienes-. El capitalismo es: -hay que poner en circulación los bienes, pero en favor de los que más bienes tienen-. Me parece que un taxista, resumió perfectamente el absurdo del capitalismo: -para que a uno le presten dinero tiene que tenerlo, porque si, uno no acredita que tiene dinero, entonces, no le prestan dinero-. Como quien dice, se le va a dar más al que menos necesita: ¡Esa es la ley!, esa es la ley, que funciona en este mundo. Jesús, quiere que los bienes circulen y en esa circulación, quiere que sean favorecidos los más necesitados. Jesús no cuadra con este mundo y -Él lo sabe-. Jesús no funciona para esta tierra: -Él lo sabe-, pero, Él sabe, también que esos bienes, ese oro o títulos valores, acumulados en esta tierra, están en talegas rotas; no importa cuánto sellemos las bodegas de los bancos; siempre hay algún ladrón astuto que: como, hace poco, -en la ciudad de Bucaramanga, hace un túnel de decenas de metros, como un puro topo, para salir debajo de la bodega del banco y sacarse los miles de millones-. Y ¿quién va a saber? ¿Quién va a saber cuál es el culpable de eso?, Pues -nadie- se alzaron con esa plata; realmente, se la llevaron para otra bodega, que igual puede ser robada. Y suponiendo que la persona muera, sin que le hayan robado todavía, su plata; pues como decía: una campesina, -yo, no he visto el primer entierro con trasteo-; de manera que, esa bodega así esté, perfectamente sellada al vacío, impenetrable a los ladrones, pues es también, rota, es rota porque, a la hora de la muerte, se desagua y me deja sin nada, me deja pobre. Es fácil, pues, aplicar este Evangelio: por lo menos, el comienzo de este Evangelio, a los bienes materiales: al dinero, al oro, a ese tipo de cosas; pero, hay que saber que lo mismo pasa con otro género de bienes. Jesús quiere la circulación de los bienes; y, no son sólo los bienes materiales. De hecho, si nosotros miramos, el ejemplo de los apóstoles, y ¡qué digo, yo!, ¡el testimonio del mismo Cristo!!, Él no solo, puso en circulación los bienes materiales; de hecho, no tenía muchos que circular: para dar panes tenía que hacer milagros; o sea, que no estaba muy bien de panes. Son otros bienes, los que Él pone en circulación. El gran problema o el grave problema no es solo la distribución de la riqueza material... el problema es, cómo, circulan todos los otros bienes; -La agilidad en los bienes-. Y esos otros bienes son: los bienes de la inteligencia, de la información, de la estética; y los bienes afectivos: del amor, de la comprensión, del perdón, hasta llegar a un bien tan sencillo como puede ser una sonrisa. Estos bienes hay que ponerlos en circulación, y ponerlos en circulación en favor de los más necesitados. La agilidad: Yo creo que este es el evangelio de la agilidad. La persona que: se sienta... a comer y beber y emborracharse? -perdió la agilidad-, como le pasa, a la persona que empieza, a ganar peso extra; a medida que se va convirtiendo en lo que come; por ejemplo, en una mogolla: esta persona -pierde agilidad-, ya no puede moverse rápidamente; en efecto, nunca hemos visto una mogolla moviéndose rápido; -la mogolla es lenta-. La persona pierde agilidad. Entonces el que se sienta a disfrutar... sus bienes y a vivir para sí; -pierde agilidad- y por consiguiente se desentiende, del sentido del tiempo, -pierde el sentido del tiempo-; quisiera eternizar su comilona, quisiera eternizar su borrachera, quisiera eternizar el cariño que recibe, el placer que experimenta; quisiera ¡agarrarse!, ¡agarrarlo!, agarrar esa vida, agarrar ese placer, agarrar esa sonrisa; estar rodeado solo, de lo placentero. Ese ser humano que intenta, agarrar el placer, -está añorando el paraíso-. Quisiera en realidad el paraíso, quisiera estar en un sitio, donde ya no tuviera que moverse y donde todo estuviera a su favor. El movimiento de la fe, en cambio, es: contrario, no es un movimiento de paraíso. Y ahí está el testimonio ¡elocuentísimo!, que nos da la carta a los Hebreos, en ese capítulo once. "Si hubieran querido devolverse", dice, "Tiempo tuvieron para hacerlo". Estos, adalides de la fe, empezando desde luego, por Abrahán y Sara, pero luego, todos los justos del Antiguo Testamento, y luego todos los santos de la Iglesia, -fueron gente ágil- gente que tuvo, el sentido del tiempo, que no se detuvo, gente que, percibió que dedicarse, al pasado es, ir en contravía de Jesucristo; y ¿vas a poder más que Él? Añorar la patria, devolverse a la patria, buscar el placer perdido, ponerse en camino del calorcito que antes hubo. -Esto es ir en contra de Dios-. ¿Podrás más que Él?, ¿lograrás más que Él? Eso se llama darle patadas al aguijón, como le dijo el mismo Dios al apóstol San Pablo. No es sólo el Evangelio, son las lecturas de hoy las que nos llaman a -agilidad-, a que -percibamos el tiempo-Catalina de Siena comparó la vida con un río. Un río que va corriendo, un río que no se puede detener. Imagínate tú tratando de detener un río con tus manos metiendo pies, que en ese caso: serán -patas y manos-, tratando de detener la corriente del río, -tú no detendrás al río, el río te llevará a ti-. Pero esa comparación de esta, Santa Doctora de la Iglesia es muy fecunda, porque no solo nos muestra que el río no se va a detener, sino que cuando uno finalmente, se mete en esa agua, uno se queda quieto, pero no se da cuenta, de que el agua se lo está llevando. Esta comparación la utiliza la Santa, para hablar del curso del tiempo en la vida humana. Si, uno toma recta conciencia de lo que significa el tiempo, en la vida humana, si uno toma conciencia de cuánto... va a llorar, y con cuánta amargura, el tiempo perdido; pero el tiempo perdido no es solamente, el tiempo en el que uno se bronceó la panza; el tiempo perdido no es solamente ese; el tiempo perdido fue el tiempo, en el que se amontonó en -las talegas rotas-. El tiempo perdido fue lo que se guardó, en las bodegas, el amor que no se dio y que se ¡pudrió!; Ese amor podrido y apestoso estará allí, junto a nuestro lecho de muerte; ¡allí! estará como testimonio en contra nuestra. Uno tiene que pensar que Jesús, impuso al universo una ley contraria a la que tiene este mundo: ¿Vamos a poder más que Cristo?, ¿Vamos a luchar contra Él?. Ágiles Ágiles, prestos. Uno se puede engolosinar con la comida o con la bebida, o con el poder: donde se ve, que Cristo no pensaba solo en -los bienes materiales-. (Ese que se pone a golpear a los sirvientes y a las muchachas y se siente, el dueño del universo, y yo, soy el que ¡mando aquí! y hace su pequeño imperio); ese también está, congelado en un río, que no espera por él, según diría: Catalina de Siena. La agilidad es una virtud preciosa que aparece ya en ese relato del Éxodo. La sabiduría, el libro de la Sabiduría con un lenguaje poético, recuerda esa liberación del Éxodo y esa liberación, aconteció, precisamente en la agilidad. Seguramente viene a nuestra memoria aquello que nos dice la Biblia: -Tan ágil tuvo que ser esa salida que no alcanzó a fermentar el pan, el pan que, que llevaban fue ácimo, fue sin levadura porque no alcanzó a fermentar, porque había que envolver la masa como estuviera en unas mantas y salir corriendo; porque el Señor en esa noche otorgó la libertad-. La agilidad hace que seamos al mismo tiempo generosos y vigilantes. Pedro le pregunta a Cristo, como si no supiera que, Cristo no solía responder las preguntas. Le pregunta: ¿"Has dicho esa parábola por nosotros o por todos"? El, iluso de Pedro, con todo respeto, estaba esperando que... Jesús le dijera -por vosotros-; ¡qué iba a decir Cristo eso!, Cristo, tenía una manera de enseñar?, tenía una manera de predicar -como extraña-, -como extraña-. Por ejemplo, fíjate que aquí aparentemente, no... no le respondió. Lo que dice, es continuar su parábola. Y esto, me lo he encontrado no sólo en Lucas, sino sobre todo en Juan. Hay veces que parece que Cristo oyera las preguntas y ¡seguía!, de todas maneras, con su predicación, seguía, con su parábola. Es... es, un modo de soberanía de este, de este, Maestro, que a uno lo deja un poco desconcertado. "Dichoso, el criado a quien, su amo al llegar, lo encuentre portándose así". En el fondo, ahí está la respuesta. Pedro ya sentía, que había una diferencia: "un -momentico-; nosotros, ya somos aquí los de confianza: entonces, ¿es para esa plebe o.?, o, o, es también incluso para nosotros?" Mi papá cuenta: que, en una época económicamente muy mala, por allá por la zona de Valledupar, comentaba... un cierto señor, hacía este comentario: uno de los potentados allá, un viejo barrigón... que tenía, no sé cuántas cabezas de ganado; le decía: a otro viejito también así: potentado, pues, -potentado-, dentro de lo que es ser potentado allá, en los... -en, esta región-, ¡no!; le decía: -sí, estamos mal, nosotros los gamonales-..., ¿qué será de la gente? Así está Pedro aquí, ¿no? -Bueno, esa parábola ¿es por nosotros?, ¿aquí la gente?, ¿la cúpula? ¿te refieres a la cúpula? o, ¿o estás hablando de todo? Jesús lo mira... y dice: ¡que cúpula, ni que...! la cúpula. ¿Cuál cúpula?, - ¡el criado! -, "Dichoso el criado". Lo devolvió, inmediatamente a su sitio. El Evangelio no dice..., el Evangelio no lo dice, pero seguramente, Pedro duro, -callado dos días-, después de eso: "dichoso el criado a quien su amo al llegar lo encuentre portándose así". Y el final de la respuesta... de Cristo es bastante elocuente. "Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá". En el fondo es la misma idea del principio: Los bienes circulan al revés de lo que dice el mundo; -al que mucho se le dio-... Tú crees ¿que eres de la cúpula?, ¡más duro! para ti, ¡más difícil!, para ti, más exigencia para ti. ¿Qué te estás pensando? ¿Qué? tú piensas? Como dicen en algunas regiones: ¿Qué tú piensas?, ¿qué va a suceder aquí? Jesucristo invita a la agilidad. Invita a que tomemos conciencia del tiempo y la manera como transcurre. Invita a que percibamos, el paso de la gracia. Así como los israelitas, estando, sobre aviso por la Palabra, pudieron percibir el paso del Señor y fueron liberados. En esta Eucaristía, nosotros percibimos el paso de Jesucristo y somos liberados. Pues que este momento, que esta gracia se haga perpetua en nuestra vida, se haga continua en nuestra vida, para que el día que nos llame, estemos prestos, a ir, ya no, a servirle, Él mismo será nuestro alimento y como Él quiso considerarse y llamarse en este, Evangelio.

Derechos Reservados © 1997-2025
La reproduccion de estos textos y archivos de audio, para uso privado o publico, está permitida, aunque solamente sin fines de lucro y citando la fuente: http://fraynelson.com/.
|