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Homilía de Fr. Nelson Medina, O.P.
Revisa y cuestiona tu cotidianidad y quizá descubras que buscar la felicidad que el mundo ofrece puede ser una forma de esclavitud; entonces también descubrirás que el verdadero servicio al Señor es tu verdadera libertad.
Homilía co18011a, predicada en 20250803, con 6 min. y 57 seg. 
Transcripción:
¡Feliz domingo para todos! Creo que fue, cuando, estaba empezando mis estudios de formación sacerdotal, cuando escuché por primera vez una frase que me impactó muchísimo y que tiene que ver con las lecturas de este domingo. La materia... la asignatura, en la que yo escuché esa frase, me parece mucho, que fue: -la introducción a la filosofía- y básicamente lo que nos decía el docente, -muy buen docente-, era que, la filosofía empieza cuando, te preguntas lo que..., parece obvio, es decir, cuando -te atreves a cuestionar la cotidianidad-; porque muchas cosas, la gran mayoría de las cosas, las damos por descontadas. Pero cuando empezamos a hacer preguntas, empezamos a descubrir cosas realmente interesantes, profundas y a veces, a veces, preocupantes... Hoy, por ejemplo, las lecturas nos están invitando a preguntarnos sobre el afán de ganar. Creo que, si le preguntáramos a cien personas al azar por la calle, les preguntáramos: ¿Quieres ganar más dinero? Creo que: de las cien, todas o por lo menos, noventa y ocho, noventa y nueve nos dirían: Sí, sí, quiero ganar más dinero. Siempre queremos ganar más dinero, siempre queremos más riqueza, siempre queremos acumular más bienes, siempre queremos más lujos, siempre queremos más cosas, más propiedades, más tecnología; y todo eso tiene que ver con el dinero. Pero las lecturas de hoy nos invitan a preguntarnos, precisamente por ese, -amor- que le tenemos al dinero. Es decir, ¿tiene sentido?, todo ese -amor-, toda esa ambición, toda esa codicia... Por ejemplo, la primera lectura de hoy: está tomada de un libro de la Biblia, que está lleno de cuestiones interesantes. Algunos han dicho: -Es el libro más existencial de toda la Biblia-. Estoy hablando del libro del Eclesiastés: y, en Eclesiastés encontramos preguntas como, por ejemplo, la de hoy: ¿Qué saca el hombre de todo su esfuerzo bajo el sol? ¡Cuánto nos esforzamos, por Dios! ¡Cuánto trabajo! Y muchas veces, de todo ese esfuerzo hay consecuencias: por ejemplo, personas que pierden la salud, trabajan tanto, que pierden la salud. Hoy me encontré con una noticia: Un cierto jovencito; él tiene apenas veintidós o veintitrés años. Es el jefe supremo, (lo que hoy llaman el CEO), él es -el gran pluma blanca-, de una empresa que está empezando... y eso ya nos lleva, a otra expresión en inglés un: -startup-. Entonces, este hombre está: con toda la fuerza; él tiene todo el dinamismo propio de los veintidós veintitrés años, y él les dice a sus empleados: que espera cerca de ¡ochenta horas! de trabajo semanal, ¡ochenta horas! de trabajo a la semana: para que nos hagamos una idea, -si tu trabajas doce horas en un día, en seis días apenas, habrás completado setenta y dos horas-, o sea que para, cumplirle la cuota de trabajo a ese -pequeño tirano- habría que trabajar: doce horas de lunes a sábado y otras ocho horas el domingo; ese sería más o menos el ritmo. ¡Dime!, ¿dime si eso es saludable?, ¿dime si es posible?, conservar la sanidad física, mental, emocional, espiritual, interpersonal, -con esos niveles de trabajo-; Y, ¿por qué, está pidiendo él eso?:, Pues porque considera que su empresa es lo máximo, es lo más importante que ha sucedido en el mundo después de la invención de la rueda, y porque él necesita gente: que se comprometa lo mismo, que él o más que él. Y es famoso, lo que decía una vez Elon Musk, -el hombre más rico del mundo en este momento-; él decía:
-que muchas veces dormía en la oficina-, tenía adecuadas las cosas para dormir en la oficina. ¿dime si, eso es saludable?, ¿dime dónde queda un matrimonio?, una familia, unos hijos, ¿dónde queda tu salud misma? Pero el afán, de tener más, y de acumular más, y de lograr más; lleva muchas veces a las personas, hasta el punto de quiebre y literalmente se revientan; se rompen psicológicamente, se rompen emocionalmente, se rompen los matrimonios y se rompe también la sociedad. Así que: creo que es una pregunta muy, pero muy pertinente. El Evangelio lo plantea, de un modo muy agudo, al estilo de las parábolas de Cristo. Porque, Cristo hace esta pregunta: ¿Lo que tú has acumulado, para quién será? que es otra manera de preguntar en realidad, ¿para quién estás trabajando? Porque, si, todo lo que tú has acumulado, claramente, no va a quedar para ti, eso significa: que va a quedar para alguien más... Entonces tú estás reventando tu ¡cuerpo!, tú estás reventando tu ¡psiquis!, tú estás reventando tu ¡familia! para ¡entregarle!: al estado en impuestos o entregarle a unos herederos; -mira, aquí está este regalo-, y este regalo es: miles de millones de dólares. -eso es lo que te voy a regalar-. Así que yo vuelvo al principio; tenemos que hacernos preguntas y tenemos que hacernos preguntas incómodas. Tenemos que hacernos esa clase de preguntas que parecen, ... parecen tontas, parecen obvias, -tenemos que rascar la cotidianidad; como diría mi profesor de Introducción a la Filosofía-. Tenemos que rascar la cotidianidad y muchas veces descubriremos que, lo que nosotros llamamos felicidad, en realidad es una forma, de esclavitud. Y entonces también descubriremos que, el verdadero servicio al Señor, es decir, el ser, como decía San Pablo, "esclavos de Cristo", es nuestra verdadera libertad. Te arriesgas a hacer ese descubrimiento. Dios te bendiga.

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